Image: Ana Vallés y sus 'Animales artificiales'

Image: Ana Vallés y sus 'Animales artificiales'

Teatro

Ana Vallés y sus 'Animales artificiales'

La autora y directora gallega presenta su último espectáculo en el Fernán Gómez

1 mayo, 2008 02:00

Los actores son coautores de los textos

La trayectoria de Ana Vallés continúa en ascenso. La autora y directora gallega presenta el día 7 en el Fernán Gómez de Madrid su último espectáculo, Animales artificiales. Un juego sobre la dimensión social e instintiva del hombre.

La infranqueable barrera que hasta no hace mucho había entre la escena alternativa y el resto del teatro español lleva un tiempo con grietas. Por las rendijas abiertas, sobre todo las que conducen a la cartelera pública, se han introducido nuevos autores que aportan una visión diferente del teatro. Uno de esos casos es el de Ana Vallés. La autora y directora gallega empezó pateándose las salas pequeñas de su Comunidad para luego pasar a las del resto de España. Su presencia en algunos festivales y su paso hace dos temporadas por el Teatro de La Abadía con Historia Natural, le dio la oportunidad de darse a conocer ante públicos distintos. Esa línea ha continuado en la presente temporada, en la que ha debutado en el Festival de Málaga, donde estrenó estos Animales artificiales que ahora presenta en Madrid. La obra es una clara muestra de las inquietudes escénicas de Vallés. Partidaria del teatro como un ejercicio lúdico, que no sea prisionero del verbo, la artista gallega defiende un teatro "basado en los sentidos y en los otros lenguajes del cuerpo, más que en el de la palabra, que permiten comunicar mucho más".

Danza, música y texto
Por eso sus montajes conceden el mismo protagonismo a la danza, la música o el canto que a unos textos que elabora con sus actores en los ensayos. Previamente a ellos, Vallés les hace llegar por correo electrónico el material sobre el que le interesa trabajar. En el caso del nuevo montaje, el punto de partida fue, como se deduce del título, la contradicción existente entre la parte animal que le queda al ser humano y el mundo que ha construido para vivir, es decir, su dimensión social. Por un lado hay características animales como la espontaneidad o el instinto que comparte el ser humano; por el otro está el raciocinio, que le obliga a comportarse de acuerdo con unas normas impuestas por la sociedad.