Image: Adriana Ozores

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Teatro

Adriana Ozores

“La obra escarba en los bajos fondos del ser humano”

29 mayo, 2008 02:00

La actriz con uno de los trajes que lleva en la obra, diseñado por María Araujo.

Tratándose de una actriz que llevaba alejada de las tablas más de dos lustros, el retorno de Adriana Ozores ha despertado expectación. La que fuera "icono" de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que dirigió Marsillach, estrena el día 3 en el Matadero de Madrid MacbethladyMacbeth, dirigida por Carles Alfaro.

Adriana Ozores luce en esta obra un vestuario que parece inspirado en una colección de Paco Rabbanne. Lo ha diseñado María Araujo y dice la actriz que le encantan estos trajes con mallas metálicas, ruidosos y pesados, el que más alcanza los nueve kilos. El vestuario, concretamente el material que se emplea en él, "es una cuestión de sensualidad dramática...porque hay una magia que se desprende de determinados tipos de materiales", decía el venerado director, escenógrafo y figurinista Fabià Puigserver.

Como los trajes, todos los elementos de esta producción parecen estar hechos a la medida de Adriana. "Adoro trabajar un Shakespeare que no había hecho nunca", dice la actriz, "y hacer, además, la obra que más me gusta de él".

MacbethladyMacbeth es una versión de la obra de Shakespeare en la que el personaje femenino adquiere un recorrido más largo del que tiene en el original. Ya porque en el teatro isabelino no había actrices o por la razón que fuera, Shakespeare no reparó demasiado en los personajes femeninos. Adriana rescata de la antología dramática del bardo a Desdémona, la mujer de Otelo, pero LadyMacbeth es el más poderoso de todos.

La versión que han escrito Carles Alfaro y Esteve Miralles intenta remediar la ausencia inesperada que la mujer de Macbeth sufre en mitad de la obra, llegando a incluir escenas que no existen en el texto original. "En la obra original llega un momento en el que Lady Macbeth termina de una manera abrupta. No se puede entender que alguien que ha sido motor de la acción de Macbeth, cuando ya no se la necesita, desaparezca. Por eso en esta versión el personaje cobra una relevancia mayor, ya que ha sido enriquecido con elementos que no están en el original e, incluso, hay escenas añadidas", explica la actriz.

Ambientada en un mundo subterráneo, en el que apenas hay luz, la escenografía está dominada por el negro. La firma también el director y recrea un universo húmedo, con profusión de alcantarillas y desagöes. "Es un mundo bajo tierra, donde no hay casi luz, somos como topos, ciegos. Esta obra trabaja lo telúrico del ser humano... o sea, los bajos fondos... lo que no nos permitimos ver, lo oscuro...". No está mal traído, Macbeth es quizá el mejor tratado dramático sobre la maldad, o más concretamente, sobre la traición y la ambición desmedida de poder a la que puede llegar el ser humano.

Junto a Ozores, figuran también en el elenco Víctor Valverde, Vicenta Ndongo, Jorge Suquet y Francesc Orella, éste último en el papel de Macbeth. "También la historia de amor entre marido y mujer está más clarificada, hay mucha pasión entre ellos, se entienden muy bien, tan bien que uno es porque es el otro, uno actúa porque el otro le incita, es como el ying y el yang. Una pareja no perfecta pero... casi".

Del Clásico al cine. La última aparición de la actriz en el teatro fue en 1996, con El misántropo, también último espectáculo que Marsillach hizo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC). A partir de entonces saltó al cine y luego a la televisión y se dedicó a criar a su hijo que hoy tiene 15 años. Cuando se le pregunta por qué una ausencia tan larga, dice: "Me han ofrecido cosas de teatro, pero ninguna me había interesado como ésta. Yo estoy feliz de pertenecer a este montaje y eso está por encima de si vuelvo o no al teatro. Me gusta tanto el proyecto, hacerlo con la gente con la que estoy trabajando que, la verdad, lo otro no me lo planteo".

Adriana Ozores se incorporó a la CNTC a los 24 años y se convirtió, según cuenta el propio Marsillach en sus divertidas memorias (Tan lejos, tan cerca) en el "icono" de la institución. Interpretó más de media docena de obras, en su mayoría comedias, y algunas tan memorables como Don Gil de las Calzas Verdes, La verdad sospechosa o La Celestina, en el que hacía el papel de Melibea. Fue la época dorada de la CNTC. Marsillach había conseguido atraer hacia la institución a un equipo artístico interesante y había logrado dar con un estilo para interpretar y llevar a escena a los clásicos. Adriana sintonizó muy bien con el proyecto. "Recuerdo que cuando Adolfo nos proponía hacer una obra, me decía: ‘tú vas a hacer a ésta’, y yo le contestaba, ‘sí pero a mi me gusta ésta otra’. ‘Claro, ¡qué cabrona!’, exclamaba, pero me lo daba. Siempre me trató con mucho mimo".

La CNTC era un lugar privilegiado para formarse como actor: "Fue un aprendizaje duro, había que lidiar con el teatro en verso y con personajes de mucha responsabilidad, era un aprendizaje ‘cañero’. Pero era un aprendizaje maravilloso", recuerda ahora la actriz. "Estuve muy a gusto, me sentí muy querida por parte de Adolfo y por parte de los compañeros, haciendo trabajos de comedia, de drama. Aprendiendo mucho, mucho, mucho..., en un lugar muy bueno. Tuve mucha suerte".

-Sin embargo, Adolfo escribe en sus memorias que usted, con el tiempo se convertiría en un icono peligroso para la Compañía.
-Usted quiere ir a la cosa ¿no?... Llegó un momento en que yo le planteé: ‘Me han llamado para hacer cine’ y él se enrrabietaría, pero punto.

-No pretendo hurgar, creo que Marsillach lo que manifesta en sus memorias es lo difícil que resultaba mantener un elenco teatral que no fuera tentado por el cine o la televisión.
-Mi situación entonces era diferente. Yo formaba parte del elenco de la Compañía y podía seguir en la siguiente temporada. Yo ya no quería seguir. La Compañía no era como en un teatro privado, que haces una producción y acabas...

Dejando el capítulo de la Compañía, la Ozores, que a pesar de pertenecer a una de las sagas del espectáculo más antiguas del país ha tenido una carrera "nada premeditada", señala a su clan como otro de los grandes "privilegios" que la vida le ha regalado: "Yo estoy alimentada de ellos y soy lo que soy por todo lo que ellos me han enseñado sin enseñármelo. Reconozco en mí mucho ya hecho, gracias a todos los que me han precedido, pues somos ya seis generaciones. Es una suerte que cuando empiezas en esta profesión todo el mundo te conozca, que recuerden al gran actor que fue tu padre... Esa es la mejor y más bonita manera de entrar en este oficio y eso es suerte".

Papeles dramáticos en una saga de cómicos

Adriana es la excepción en la saga de intérpretes, directores y cómicos que forman la familia Ozores, ya que es la única que se ha dedicado a interpretar papeles dramáticos. Hija del actor de comedias José Luis Ozores, conocido popularmente como "Peliche" y fallecido a finales de los 60, es también sobrina del popular director de cine Mariano y del cómico Antonio. A su vez es prima hermana de Emma Ozores, otra actriz que se ha destacado por su vis cómica. Por los Ozores corre la sangre del teatro desde el siglo XIX. Los bisabuelos paternos de Adriana, Antonio Puchol y Claudia Butier, fueron director musical de zarzuelas y actriz, respectivamente. Y sus abuelos, Mariano Ozores Francés y Luisa Puchol, tuvieron compañía y actuaron en cine y TV.