Teatro

Las bragas

Portulanos

26 junio, 2008 02:00

Andaba yo preocupado porque tocaba hacer la declaración de renta y no tenía pasta para pagar el Impuesto Revolucionario Estatal Anual cuando descubrí que estaban subastando en eBay, por quinientos euros, unas bragas de Angélica Liddell, dramaturga famosa porque no quiere ser famosa. ¡Sapristi!, dije para mí, influido, sin duda, por la lectura de los tebeos de Vázquez, ¡he aquí la solución! Yo bragas no uso, pero calzoncillos usados tengo unos cuantos; algunos incluso se han quedado muy estrechos, porque, cuando uno lleva tiempo en el teatro, se le desarrolla la elefantiasis testicular.

Ni corto ni perezoso me puse en contacto con eBay y le ofrecí al tío de allí dos calzoncillos y una camiseta de thermolactil, pero me dijo que no aceptaban mis prendas íntimas. "Usted no es nadie", declaró, "así que no van a pujar por ellas". "Oiga", me defendí, "que yo también soy dramaturgo". "Sí", fue la respuesta, "pero no es un revolucionario agresivo y vanguardista. ¡Si hasta escribe cosas en verso, hombre!". "Mire que también tengo una columna en el periódico donde me meto con mucha gente", argumenté. "En los periódicos no cuenta", respondió él; "los columnistas son todos así. Comparado con Jiménez Losantos usted es un lila". Llamarle "lila" a un tío de la escuela de Lee Marvin, como un servidor, es un insulto muy, pero muy gordo, de modo que me fui directo al INAEM para preguntarle al director general si había alguna forma rápida y subvencionada de que me hicieran dramaturgo agresivo y rompedor. "No está", dijo la secretaria. "¿Y cuándo vuelve?", pregunté. "No se sabe", contestó. "Pero", insistí, "trabaja aquí, ¿no?". Ella se encogió de hombros. "Eso dicen", fue su respuesta. Acto seguido fui a pedir un crédito a un banco. Me lo negaron, claro. "Ser artista es un camino muy duro, joven", dijo el director de la sucursal. "¡Muchos son los llamados, y pocos los elegidos! Trabaje, trabaje, y algún día puede que su obra cuelgue orgullosamente en esa pared". Sobre su cabeza, en serio, había unas bragas negras metidas en un marco.