Por fin Jardiel
Juan Carlos Pérez de la Fuente devuelve a los escenarios madrileños a uno de los grandes comediógrafos del teatro español, Jardiel Poncela, con Angelina o el honor de un brigadier. La obra se estrena el día 17 en los Teatros del Canal.
Que en estos tiempos se anuncie un estreno de Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) es todo un acontecimiento, porque este autor "de un teatro sin freno ni marcha atrás", como le definió Alfonso Sastre, no está de moda. Los títulos de Jardiel dejaron de alegrar la cartelera teatral con regularidad desde que Gustavo Pérez Puig fue relevado en 2003 del Teatro Español de Madrid. Y tampoco Jardiel se ha prodigado mucho por el Centro Dramático Nacional (CDN), pues en 26 años de historia solo le ha producido dos obras. En 1984 José Carlos Plaza montó una maravillosa Eloísa... y no volvería hasta 2001 con un extraordinario y sofisticado espectáculo dirigido por Sergi Belbel, Madre, el drama padre, que tiraba por tierra todos los argumentos que se esgrimen para justificar su ausencia de nuestros escenarios; el primero, la dificultad de los grandes repartos de sus obras. Belbel contó, entre muchos otros, con Blanca Portillo, Gonzalo de Castro y Paco León, demostrando que los cómicos de hoy también pueden "interpretar" su humor.Precisamente, Belbel recibió el encargo de montar aquel "jardiel" de Pérez de la Fuente, entonces director del CDN y quien ahora, con su compañía, ha llevado a escena Angelina o el honor de un brigadier.
Jardiel acostumbraba a prologar sus obras con pequeñas confesiones autobiográficas en las que cuenta las vicisitudes que le inspiraron el título y que permiten al lector profundizar en su burlona personalidad y en sus ideas artísticas. En el de Angelina..., por ejemplo, explica que su actividad como guionista de cine en Hollywood le dejó secuelas ( "El cine, tal como se produce en España e incluso en Hollywood, es el microbio más nocivo que puede encontrar en su camino un escritor verdadero") y dice que al escribir Angelina quería experimentar "cómo ciertos procedimientos dramáticos de ayer, ya en desuso, constituyen para los públicos de hoy, habituados a otros procedimientos dramáticos más sinceros, una fuente de regocijo". También que se inspiró en las postrimerías de la época colonial para su evocación teatral.
Drama con traje cómico
Pérez de la Fuente se ha servido de este prólogo para la puesta en escena (telones y trampantojos) y, en contra de algunos estudiosos, no ha interpretado el texto como una simple parodia de los dramas románticos. "Es un drama con traje cómico. Lo que hace Jardiel es destripar la grandilocuencia de una época, la de las postrimerías del imperio colonial español. Crea un Don Juan, que se llama Germán, para cargarse el mito. Y Angelina es un trasunto de Doña Inés. Por eso, yo he pedido a los actores que vivan el drama de forma intensa, de una manera desaforada. El actor debe ir contra la risa y, de esa forma, resulta cada vez más patético". En su elenco conviven intérpretes con tradición cómica y dramática, entre los que destacan Chete Lera, Soledad Mallol, Jacobo Dicenta y Carolina Lapausa. "A Jardiel se le ha montado de una manera muy convencional", añade Pérez de la Fuente, "y yo creo que es un autor por descubrir, especialmente por los directores jóvenes. Hay que revisarlo y encontrarle el tono".
Su desconocimiento, especialmente entre las nuevas generaciones de directores y de programadores de teatros, se explica según el autor José Luis Alonso de Santos, "porque no es una autor que esté de moda y eso lo tienen muy en cuenta las compañías privadas a la hora de producirlo de cara a obtener subvenciones. El teatro, como otras artes, se guía también por las modas que dictan los jurados de los premios, las revistas .... Yo no recuerdo haber presenciado nunca un fracaso de Jardiel, pero en estos tiempos no se monta ni en el CDN y, al margen de los gustos y de las opiniones, Jardiel es un gran autor".
Belbel, por su parte, achaca su ausencia de los escenarios a que "todavía sigue siendo considerado un autor franquista. Yo, que no soy de derechas, creo que las virtudes teatrales de un autor deben estar por encima de las consideraciones ideológicas. Jardiel tiene muchísimas virtudes: su modernidad, sus diálogos, las situaciones insólitas que crea y, sobre todo, siempre va por delante del espectador para sorprenderle". únicamente falla en los desenlaces: "probablemente, vivir en su época le perjudicó ya que los finales no suelen estar a la altura de las situaciones tan osadas que crea. En el fondo tenía un público convencional y tuvo que hacer concesiones", y añade que antes de dejar la dirección del Teatre Nacional de Cataluña le gustaría montarlo en Barcelona,donde lleva 50 años sin representarse.