Image: La democracia sin política de Castellucci

Image: La democracia sin política de Castellucci

Teatro

La democracia sin política de Castellucci

21 abril, 2017 02:00

Una escena de Democracy in America. Foto: Guido Mencari

El director italiano estrena en el Teatro Arriaga de Bilbao Democracy in America, una reflexión sobre los orígenes puritanos de la democracia estadounidense que explora las imágenes reprimidas del sueño americano.

Desde su estreno en Amberes, el director italiano Romeo Castellucci (Cesena, 1960) lleva insistiendo en una idea que considera clave de su obra Democracy in America, que llega esta noche al Teatro Arriaga con dos únicas funciones. "Mi trabajo en el escenario no es un espectáculo político. No soy un filósofo ni un sociólogo, y no tengo ninguna teoría sobre la América de hoy", asegura el director. "Este montaje trata de explorar los orígenes de la democracia americana, de esa era previa a la política en la que tuvo una importancia capital la cultura puritana, la misma que ahora está en crisis".

El equívoco puede proceder de la fuente, pues para elaborar el montaje Castellucci se apoya en una interpretación libre del ensayo homónimo de Alexis de Tocqueville. "Tras su lectura sentí una profunda fascinación sobre el relato, el lenguaje poético y elegante. Es más que ensayo político, es una novela donde la protagonista es una mujer, América personificada". En esta obra, que se convertiría en uno de los textos fundacionales a la hora de configurar la visión política contemporánea de Occidente, el joven aristócrata francés describía perplejo un nuevo modelo de democracia representativa y diseccionaba sus orígenes bíblicos, nacidos de lo que llamó la Fundación Puritana, las tradiciones, ideas y el pensamiento colectivo de estas colonias europeas que se dirigían hacia un futuro de refundación y libertad.

"Me atrajo dramatúrgicamente esa idea de que el nacimiento de la democracia moderna estuviera relacionado con los orígenes puritanos del país", explica el director. "Ellos encontraron un nuevo tipo de democracia sin ningún tipo de relación con la tradición europea nacida en Grecia, sino que elaboraron una con raíces bíblicas y abrazaron el Viejo Testamento a la hora de construir una nueva sociedad y una nueva democracia". Por ello, Castellucci sitúa en escena a seis mujeres (que interpretan papeles mixtos) que recrean la vida de estas comunidades de primeros colonos granjeros, sus dudas y problemas y su toma de conciencia del hecho político, derivado de una crisis de valores. También cuenta la obra con una parte absolutamente abstracta donde, fiel a su visión del teatro como una forma artística integral, Castelluci mezcla imágenes, música, pintura, danza y hasta escultura, para mostrar la evolución de América hasta convertirse en el Estado que hoy conocemos.

Democracy in America exploira los orígenes puritanos de la política estadounidense. Foto: Guido Mencari

Pero si aceptamos que el espectáculo no es político, sí debemos convenir que es polémico, pues Castellucci se une a Tocqueville a la hora de delimitar los riesgos y límites de la propia democracia, como la tiranía de la mayoría, el debilitamiento de la libertad intelectual al enfrentarse a la retórica populista y la ambigua relación entre los intereses colectivos y las ambiciones personales. "Tocqueville fue uno de los primeros en ser suspicaz ante esta palabra. Democracia significa el poder para el pueblo, pero ¿quién y qué es el pueblo? La palabra pueblo está rodeada de una cierta mitología que la hace peligrosa, porque la identidad del pueblo está basada en la exclusión del otro", afirma el director. "La democracia puede convertirse en otro tipo de tiranía, y esto es muy evidente a día de hoy".

En definitiva, más que sobre la democracia, el planteamiento de Castellucci se inserta en un momento único, un tránsito entre la religión y la política, una época fugaz inmediatamente anterior al concepto de hecho político en que los Dioses ya no están presentes, pero tampoco han muerto por completo. No hay más sacrificios, pero aún no existe la política, y la gente no sabe qué hacer, a dónde ir o a quién reclamar. "Ese vacío es el espacio que ocupa el teatro desde Grecia, en él cumple su función primigenia. El teatro siempre ha sido un modo de reflejar la sociedad que lo genera y de crear conciencia en el espectador", concluye el director.