Por qué Carlos V es uno de los grandes perdedores de la historia
El historiador Luis E. Íñigo Fernández reivindica en su nueva obra a las personas, colectivos y pueblos marginados por el paso del tiempo y por los relatos historiográficos.
23 enero, 2022 02:58Noticias relacionadas
Durante buena parte de su vida, Carlos V fue el hombre más poderoso del mundo, el líder de un gran imperio que empezaba a expandirse por el continente americano. Ninguno de los soberanos europeos había reunido jamás tantas tierras, recursos y numerosos ejércitos. Pero un cuarto de siglo después de su coronación, el emperador abdicó y se retiró exhausto a un discreto monasterio en Extremadura. Su biografía, como la de cualquier personaje de semejante envergadura, desborda triunfos y fallos.
En cualquier caso, sorprende encontrar a Carlos V en una lista que recopila a los grandes derrotados de los siglos pasados, como la que reúne Luis E. Íñigo Fernández en su nueva obra, Historia de los perdedores (Espasa). Dice el doctor en Historia Contemporánea por la UNED que se trata de "una provocación", pero argumenta la elección indagando en el "terrible fracaso" del proyecto imperial, amparado principalmente en ideas de carácter espiritual, del monarca nacido en Gante.
"Creo que su figura no ha sido bien entendida. Era el último emperador de la Edad Media y se vio obligado a gobernar en un mundo que ya no era medieval. Tenía la visión imperial de Dante, la de que el emperador era el soberano de la cristiandad y su misión consistía en garantizar la paz con la ayuda del papa. Pero tuvo que hacer frente a cuarenta años de guerra continua", explica el autor. "Hay dos imágenes de Carlos V muy antagónicas: el triunfador en la batalla de Mühlberg (1547) que pinta Tiziano y el de la silla del Monasterio de Yuste, prematuramente avejentado y derrotado, que carga con el peso de todos sus fracasos sobre la espalda".
Íñigo Fernández señala que el rey de España debe ocupar un lugar de honor en la distinguida nómina de perdedores históricos por la concatenación de derrotas que fue sumando: falló en su intento de reforma religiosa que buscaba la reconciliación entre católicos y protestantes, cayó derrotado ante la Iglesia de Roma sobre cómo conducir el Concilio de Trento, y también frente Enrique VIII por conseguir el monarca inglés la ruptura con la Santa Sede; claudicó en último término ante Francia, que le impidió la reconquista de Borgoña, el control absoluto de Italia y el dominio de París; y además fue vencido por su propio hermano Fernando de Habsburgo, quien apartaría a Felipe II del título imperial y de su misión universal.
Ganadores que pierden
Curiosamente es Carlos V el único individuo al que le dedica el historiador un capítulo al completo. El resto se centran en grupos que han sido tradicionalmente invisibles, como los esclavos egipcios y romanos o los pobres de la Edad Media. "El libro busca hacer justicia a colectivos y grupos que han sido olvidados y maltratados dos veces, primero por la historia y luego por los historiadores —se ha contado su paso por este mundo de forma manipulada con ánimo de justificar a los vencedores—, y reivindicar el papel de la historia como instrumento de libertad y herramienta fundamental para la formación intelectual de los ciudadanos de una democracia", explica el investigador, especialista en el periodo de la Segunda República.
Incluye a dos comunidades más relacionadas con la Monarquía Hispánica en la relación vencidos: los pecheros de Castilla, que carecían de fueros y a quienes la Corona cargó con todo tipo de tributos para sostener ese imperio en el que no se ponía el sol; y los nativos americanos, diezmados por las enfermedades que los conquistadores llevaron a la otra orilla del Atlántico. Estos últimos, sin embargo, puede ser incluidos en ese ambiguo espacio de "perdedores ganadores" —de la misma forma que los castellanos fueron "ganadores perdedores"—: "No vieron a los españoles cuando llegaron allí como se nos suele contar, sino como una oportunidad en un contexto de guerra de muchos pueblos enfrentados y los utilizaron para vencer a los mexicas. Incluso hay cartas al rey donde los indígenas reivindican el papel que desempeñaron al lado de los soldados".
Muchos de los capítulos están vertebrados por la influencia de la religión o de las creencias, que trataron de erradicar a grupos como los considerados herejes, templarios, judíos, brujas y homosexuales. Más que haber sido escrita por los vencedores, la historia parece responder a las doctrinas de la religión dominante, en el caso de Occidente, el cristianismo. "Siempre suele estar al lado de los vencedores como institución. Aunque haya habido corrientes que han actuado movidas por el deseo de ayudar a los demás, la religión ha sido la principal productora de ideología al servicio del poder", resume el historiador.
Repasa las negativas visiones sobre los neandertales que han dominado hasta fechas muy recientes, los mitos peyorativos sobre los pueblos del otro lado del Danubio, bárbaros a ojos romanos, la obra de los contrailustrados del Siglo de las Luces, y las víctimas colonialismo o de la actual globalización. "Para tener una visión de la historia tiene que ser completa, sin apriorismos, equilibrada, que es la que nos puede servir para entender el presente", defiende Luis Íñigo Fernández. Y pone el ejemplo de las mujeres, las verdaderas perdedoras de la historia, marginadas y consideradas inferiores desde el Neolítico hasta el mismo siglo XXI, siendo campesinas o reinas. Daba igual.