José Antonio Primo de Rivera. Foto: EFE

José Antonio Primo de Rivera. Foto: EFE EFE

Historia

Paco Cerdà enfrenta los honores a José Antonio Primo de Rivera con el horror de la España vencida

El escritor recrea el traslado de los restos del fundador de Falange desde el cementerio de Alicante hasta El Escorial para recibir nueva sepultura.

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El periodista y escritor Paco Cerdà (Genovés, Valencia, 1985) recreó hace un par de años los hechos históricos y el ambiente colectivo del día en que se produjo la proclamación popular de la II República en el relato documental 14 de abril.

Presentes

Paco Cerdá

Alfaguara, 2024. 328 páginas. 20,90 €

El mismo enfoque aplica en Presentes, recreación de un episodio singular del ayer aún cercano de alto valor simbólico y trascendencia política, el traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera desde el cementerio de Alicante hasta El Escorial para recibir nueva sepultura en el Monasterio. El fantasmal desfile mortuorio a pie se realizó entre el 20 y el 30 de noviembre de 1939. Falangistas llevaron a hombros día y noche el féretro de su líder a lo largo de 467 kilómetros.

El relato de aquella insólita empresa, hija de la exaltación ideológica, se atiene al desarrollo de la caravana fúnebre en cada una de dichas fechas, se fija en los rituales del recorrido y se empareja con hechos y sucesos de la España vencida. El propio Cerdà comenta la estructura y contenido del libro en un minucioso informe final sobre las fuentes utilizadas.

En Presentes, explica, "laten dos planos contrapuestos". Uno, el traslado en sí mismo y la personalidad del Ausente, como mayestáticamente se designó al difunto durante la guerra. Otro, el "reverso de aquellos días", el país sojuzgado que ocultaban los vencedores.

Los capítulos, ceñidos a las sucesivas jornadas de la procesión, aportan muy curiosas noticias que detallan su complicada logística, los ritos de la marcha, la ornamentación fascista o el fanatismo político. El frío, los campos helados, las hogueras nocturnas, el rosario de antorchas y la varia parafernalia producen una vívida estampa.

Cerdà se muestra como un narrador exigente pero la variedad del relato le resta intensidad emotiva

En cada jornada se incluyen unos cuantos casos de la situación contraria que evidencian la tremenda dicotomía del momento. Para ilustrarla, Cerdà trae a colación ejemplos singulares (la furiosa vejación del cantante Miguel de Molina) y múltiples testimonios de fusilamientos, atropellos, venganzas, represión, fanatismo, exilio forzado, ocultamientos (topos o maquis)… La denuncia, un copioso catálogo de terror e injusticia, siempre se basa en sucesos reales, con nombres y datos precisos, en gran medida producto de la investigación personal del autor.

La meritoria labor historiográfica (en archivos, hemeroteca y testimonios privados) de Cerdà no está abocada a una simple crónica, sino que se instala en un artefacto narrativo complejo y prolijo en recursos formales. Se citan literalmente muchos textos (sin comillas, según la moda reciente). Del estilo lacónico se pasa a enunciados subordinativos. Se rinde tributo a la anáfora. La estampa costumbrista coexiste con la ideación visionaria y la pulsión poemática.

Paco Cerdà. Foto: Jeosm

Paco Cerdà. Foto: Jeosm

El entusiasmo de Paco Cerdà por la diversidad formal muestra un narrador exigente, bien dotado para los juegos retóricos, compositivos y verbales. Resulta el suyo, sin embargo, un trabajo un tanto excesivo. Aunque aporte variedad al relato, le resta intensidad emotiva. De todas maneras, semejante prurito literario no reblandece en absoluto el alegato cerrado contra el franquismo ni minimiza las injusticias sufridas por sus muchas víctimas.