Jóvenes revolucionarios repartiendo una selección de las obras de Mao en 1968. Foto: China Pictorial.

Jóvenes revolucionarios repartiendo una selección de las obras de Mao en 1968. Foto: China Pictorial.

Historia

'El mundo al revés', una aterradora crónica del delirio rojo de Mao

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Aunque el siglo XX va alejándose de nosotros y apenas quedan en nuestro retrovisor colectivo un puñado de acontecimientos a los que volvemos de manera repetida, la Revolución Cultural lanzada por el presidente Mao en China hace ahora casi sesenta años no es –ni siquiera entre los propios chinos– uno de ellos.

El mundo al revés

Yang Jisheng 

Traducción de Francisco López Martín Akal, 2024. 808 páginas. 36€

Varias son las razones que explican esa carencia de protagonismo: no faltaron los maoístas occidentales en aquellos años disparatados y la distancia cultural juega su papel a la hora de ordenar nuestras preferencias culturales. Y aunque los historiadores contemporáneos practican la saludable costumbre de mirar el mundo desde lugares distintos a los habituales, su interés parece decaer cuando no hay potencias europeas en juego.

Tiene así sentido que esta apabullante historia de la Revolución Cultural se la debamos a un historiador chino, testigo directo de los hechos durante su juventud. Que el libro resultante tenga 800 páginas de letra apretada lo convierte en una proeza editorial; ojalá los lectores sepan apreciarlo. Porque solo si se da a conocer la fascinante historia de la Revolución Cultural podrá esta ocupar el lugar que le corresponde en el panteón de los grandes sucesos históricos.

Jisheng subraya en todo momento la complejidad que caracteriza al proceso histórico que se desarrolla entre 1966 y 1976, cuando la muerte de Mao corta en seco la revolución y da paso al liderazgo de su rival Deng Xiaoping. No podría ser de otra manera: en un espacio geográfico de gran extensión, distintos grupos de poder entraron en conflicto en el marco de una cruzada ideológica cuya principal víctima –más bien ignorada por las historias oficiales– fue la gente común.


Mao quiso intensificar la búsqueda de la pureza marxista dentro de la sociedad china y concibió la Revolución Cultural, que debía durar apenas tres años y no diez, como una herramienta para realizar la utopía de la igualdad total. En lugar de buscar las causas del fracaso del socialismo en sus presupuestos teóricos, dice Jisheng, el Gran Timonel culpó al “revisionismo” y a los “enemigos de clase”; el resultado fue un movimiento de masas fanático cuyas raíces hay que buscar en el adoctrinamiento colectivo de los años precedentes y que conduce un enfrentamiento mortal entre la clase política y la clase burocrática.

Estremece pensar que los jóvenes europeos agitaban el Libro rojo de Mao mientras millones de personas eran encarceladas o asesinadas apenas unos años después de la Gran Hambruna provocada por Mao que mató a treinta millones de chinos.

En este libro está todo lo que podemos saber hoy sobre la Revolución Cultural

En este libro está todo lo que podemos saber hoy sobre la Revolución Cultural: literatura de terror sobre los delirios de la ideología. Pero Jisheng subraya también los efectos duraderos que la apuesta fracasada de Mao tuvo sobre la China posterior a su fallecimiento: el desastre de la Revolución Cultural acabó con el mito de la infalibilidad del Partido Comunista y destruyó la fe en el comunismo propiamente dicho.

De ahí que la “compensación histórica” de aquella revolución que puso al mundo del revés consistiera en una modernización acelerada del país, paulatinamente convertido en una economía de mercado controlada por el poder estatal; la impulsaron y la dirigen los burócratas que ganaron la guerra abierta por Mao en 1966.

Para los hijos de la Revolución Cultural, la democratización no es un objetivo, mientras la mayoría de los chinos prefiere prosperar a sufrir otra vez. Y todo eso, contado con buen pulso narrativo y alto grado de detalle, está en este brillante tratado: de las purgas a las batallas doctrinales, de la Guardia Roja a la Banda de los Cuatro, de las humillaciones a los presuntos burgueses al asesinato de los revisionistas. No se lo pierdan.