En el siglo I a.C., un poderoso señor romano se construyó una lujosa y extensa villa, con termas y varios espacios habitacionales e industriales dedicados a la producción de la popular salsa garum y salazones de pescado, en el cabo de Trafalgar, con unas vistas inmejorables al Estrecho de Gibraltar. Parte de estos restos y de una necrópolis megalítica de la Edad del Bronce aledaña salieron a la luz en primavera del año pasado durante unas excavaciones realizadas por una decena de investigadores de la Universidad de Cádiz.
Pero la segunda campaña de intervención arqueológica en el yacimiento del Cabo Trafalgar – Caños de Meca, en Barbate, efectuada en los meses finales de 2021, ha revelado nuevos e interesantes vestigios que triplican la extensión de las estructuras pertenecientes a la villa y su entorno y modifican la historia de su ocupación, al menos hasta finales del siglo IV d.C. Se han documentado trece piletas de salazones romanos que presentan sus alzados completos (entre 1,5 y 2 metro de profundidad de media), con remates de coronación íntegros, totalmente revestidos de hormigón hidráulico (opus signinum), además de dos edificios hasta ahora desconocidos.
"Estos hallazgos convierten a la villa romana del Cabo Trafalgar en una de las más importantes de todo el litoral andaluz y la única conocida en toda la antigua provincia romana de la Baetica en la que conviven las actividades de acuicultura y de producción de garum y salazones de pescado", destaca Darío Bernal, catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz y codirector de los trabajos junto al profesor ayudante doctor José Juan Díaz.
Las prospecciones se han centrado en la zona del balneum, en un estado de conservación excepcional, con muros de más de cuatro metros de altura, gracias a quedar oculto bajo la arena de las dunas. En las inmediaciones del complejo termal, con alrededor de media hectárea de superficie, se han hallado las nuevas estructuras. El primer edificio, de unos 150 m2, se relaciona con la industria pesquero-conservera —la mansión tenía una piscina para la cría de peces— y está dotado de tres ambientes: un pasillo en forma de L al aire libre; una zona con tres piletas de salazones y una habitación para la limpieza y despiece del pescado, donde se encuentra una gran mesa, de unos 8m de longitud, con forrado superior de sillería y única en su género en toda la Península Ibérica. El segundo todavía no ha sido excavado.
8 individuos prehistóricos
Los científicos han podido llevar a cabo, en paralelo, los primeros análisis arqueozoológicos de la fauna terrestre y marina, destacando la localización de un gran conchero de época julio-claudia, donde los mariscadores romanos desecharon los restos de sus capturas, especialmente burgaíllos. Además, se han recuperado restos de ostras y de mejillones, posiblemente algunas de las especies que fueron objeto de cría y engorde en los viveros romanos de la villa.
Darío Bernal avanza que "el estudio en curso de desarrollo verifica la continuidad ocupacional en el yacimiento romano entre época de Augusto y finales del siglo IV o inicios del siglo V d.C". Los nuevos hallazgos permiten cubrir "un vacío histórico de más de 300 años existente con antelación, ya que se planteaba que la villa romana se había abandonado en momentos avanzados del siglo I d.C., situación que es posible entender actualmente pues la ocupación humana se trasladó a la playa de los Caños de Meca, donde las posibles cetariae e instalaciones anexas, como el balneum documentado, estuvieron en funcionamiento hasta poco antes del paso de los vándalos con Genserico por el Estrecho de Gibraltar (año 429)".
Asimismo, los arqueólogos acaban de iniciar los trabajos alrededor de la necrópolis prehistórica para tratar de confirmar la existencia de otros enterramientos. En los últimos meses también se ha dado comienzo a los estudios en el laboratorio (análisis paleopatológicos o dataciones de radiocarbono) de los restos de los ocho individuos documentados hasta el momento y del ajuar con el que fueron inhumados, como pendientes de oro y cuentas de collares con piedras de talco y azabache.
Las intervenciones, desarrolladas bajo el proyecto de investigación ARQUEOSTRA (Arqueología de la ostricultura romana. Técnicas interdisciplinares para la determinación de los orígenes de la acuicultura en Andalucía y Marruecos), están financiadas por la Delegación Territorial de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía con un presupuesto total de 27.000 euros. También cuentan con la colaboración de la Universidad de Estrasburgo, el Centre National de la Recherche Scientifique y la Universidad de Marburgo.