Nada sucede solo
Marcos Giralt Torrente
19 marzo, 2000 01:00Nada sucede solo es una muestra más de la habilidad de este autor para concentrar, en un espacio y un tiempo narrativos muy breves, la exposición de un suceso capaz de contener y sugerir todos los movimientos que propician el receloso significado de las casualidades. No hay circunstancias fortuitas, parece sostener el narrador-testigo de lo sucedido, sobre todo si vienen avisadas por oscuros temores. Todo sucede en un plazo de tres días, en el escenario de un molino rehabilitado por él y su mujer para pasar las vacaciones; y todo se cuenta una semana después de ocurrido, cuando la distancia permite traducir todos los temores que le rondaron durante la visita de Blanca -la hermana de su mujer-, su novio y el hijo de éste. Cuando tuvo la confirmación de que el "accidente" que puso punto final a sus incontrolables recelos no sucedió porque sí. Esa idea, que domina la tensión del relato y embauca de principio a fin, viene arropada por un estilo capaz de sugerir todos los matices de una historia, de enfatizar sus escenas y de esbozar con maestría las personalidades que la animan. Nada más, y nada menos.