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Poesía

Poemas

C. P. Cavafis

19 marzo, 2000 01:00

Dibujo de Grau Santos

Traducción, notas y poema de Ramón Irigoyen. Círculo de Lectores. Barcelona, 1999. 251 páginas, 2.000 pesetas

Cavafis, más que mal traducido, ha sido muy mal interpretado. Se vio en él un tema, que se confundió pronto con un tono, y se quiso extender a toda su obra un rasgo que no era exclusivo de ella ni de él: la musa paidiké, presente en su escritura, le viene a Cavafis de la poesía alejandrina en la que está toda -o casi toda- su tradición. Alsina Clota lo definió como "un alejandrino moderno", y Tovar lo consideró un poeta helenístico. Y, sin duda, es eso lo que es: sus temas remiten a Calímaco; y sus formas, a Meleagro y a Crinágoras. El epigrama es su espacio propio; y el fragmento, más o menos largo, el territorio de su composición. Cernuda, Ferraté, Valente y Jaime Gil supieron verlo; y Luis Antonio de Villena fue capaz de explicarlo en un ensayo tan brillante como iluminador.

Cavafis es un poeta clásico moderno: un poeta culturalista y autobiográfico a la vez, que tematiza las angustias del yo y las representa en la estructura teatral del tiempo. En este sentido su poesía no dista mucho ni de la de los precedentes de Catulo en Roma ni de la de "la experiencia" entendida al modo de Langbaum, que coincide con la de los novísimos y no con esa otra que, no contenta con usar la etiqueta, la ha querido además usurpar.

Pedro Bádenas y Ramón Irigoyen pusieron orden en el desbarajuste filológico que había presidido las primeras versiones de Cavafis y en la falsa imagen que, a partir de ellas, el lector español se había hecho de él. Gracias a estos dos excelentes traductores nuestra idea de Cavafis es hoy tan segura como cabal. Por si esto fuera poco, disponemos del penetrante estudio de Yorgos Seferis, "C. P. Cavafis y T. S. Eliot: paralelos", texto de una conferencia pronunciada el 17 de diciembre de 1946 en el Instituto Británico de Atenas y publicada, en la revista "Angloellenikí Epizeórisi", en junio del año siguiente, en el que alguien, con competencia poética y lingöística en su idioma, aclara puntos del máximo interés: "Si en los poemas de su juventud, y a veces de su madurez, parece las más de las veces mediocre y falto de personalidad, en sus poemas de vejez nos da la impresión de descubrir continuamente algo nuevo".

Para Seferis -al contrario de lo que se ha creído, pensado y dicho entre nosotros- Cavafis es "el poeta más difícil de la literatura griega contemporánea", hasta tal punto que "podría ser un Suda versificado." Seferis reconoce que hay poetas "que escriben con exactitud y otros que no la necesitan". La diferencia entre ellos estriba, según él, en esto: en que "quienes pertenecen a la segunda categoría resultan más cómodos para el crítico y para el lector", según él, C. P. Cafavis es "una indisoluble conjunción de sensación, pensamiento y cultura" y, según refiere Glaucos Alizersis, Cavafis solía decir que "el artista, al poner su obra por encima de todo, debe arruinar su individualidad en beneficio de su obra".

Lo que la tradición ofreció a Cavafis fue -aclara Seferis- "movimientos abstractos y esquemas de exactitud". Conviene recordar esto, porque la mala lectura de Cavafis que se ha hecho, ha acuñado una muy falsa imagen de su escritura y de su creación. Ramón Irigoyen ha contribuido como pocos a dar a conocer la verdadera y nos ha acercado sus poemas con un exacto ritmo y un tan poético como filológico rigor. Sus versiones del año 1994 han ganado en estos años gracias a que también el texto de Cavafis ha ido fijándose mejor: lo que, en anteriores ediciones, aparecía como título sabemos hoy que es inicio de poema: y un más profundo conocimiento de la biografía del poeta ha permitido establecer más hondas y precisas relaciones entre su vida y su sistema literario y referencial.

Esta edición introduce y añade una serie de interesantes cambios, entre los que figuran, aparte de las correcciones relativas al texto, un prólogo que incluye una biografía, un catálogo de obras en verso y en prosa, un marco histórico en el que se trata la cuestión de la lengua y su concepto del poema-máscara, y dos apartados, en los que se analiza el yo, más dramático que lírico, que hay en su obra, así como el erotismo alejado de la moral tradicional. Por último, un mapa de pertinentes notas ilumina el texto allí donde éste puede presentar cierta dificultad. El resultado es un Cavafis único y óptimo, que permite acceder a una de las obras más creativamente clásicas de la modernidad.


La ciudad
Dijiste: "Iré a otra tierra, iré a algún otro mar.
Mejor que ésta habrá alguna otra ciudad.
Una condena escrita es cada intento mío
y está mi corazón, como un muerto, en su nicho.
¿Hasta cuándo mi alma va a continuar tan lánguida?
Donde vuelvo la vista, mire a donde mire,
de mi vida las ruinas negras las veo aquí,
en donde tantos años pasé, arruiné y perdí".

No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Y por las mismas
calles vagarás. Y en los mismos barrios envejecerás
y canas te saldrán en estas mismas casas.
Siempre arribarás a esta ciudad. ¿A otra parte ir?
-no lo esperes-, ya no hay barco ni ruta para ti.
Al arruinar tu vida aquí, en este rincón mínimo,
para toda la tierra tú ya la has destruido.
C.P. Cavafis