Image: Diccionario de Autos Sacramentales

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Letras

Diccionario de Autos Sacramentales

Ignacio Arellano

17 enero, 2001 01:00

Universidad de Navarra-Reichenberger. Kassel, 2000. 317 páginas

Estamos, en conjunto, ante una obra de indiscutible utilidad para acceder a los niveles más profundos y recónditos de los autos de Calderón

Resulta paradójico que un teatro tan complejo como el de don Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) haya gozado en España de enorme popularidad desde los años mismos de su nacimiento. Ello se debe, sin duda, a su genial dramatismo, su vibración poética, su alternancia de tragedia y comedia, su aptitud escenográfica y su medular teatralidad. Calderón, dramaturgo de la Contrarreforma es, con las salvedades que sean precisas, el espejo en que se ha mirado el alma española durante siglos. Ha sido, sin embargo la crítica romántica alemana -Lessing, Herder, los hermanos Schlegel, Goethe...- la que ha descubierto a Europa -¿y por qué no reconocerlo?: también a España- al Calderón universal, creador de una metafísica vital, escrutador de misterios, paladín de causas, no precisamente ternuristas ni consoladoras, sino consecuentes con premisas de austero heroísmo espiritual.

Una parcela esencial de ese teatro es el auto sacramental. El caudal de filosofía, teología, símbolos, alegorías y ensoñaciones que encierran estas piezas es sencillamente asombroso. Calderón plantea cuestiones que interesan al hombre como tal, comprometiendo su ser y su destino. De ahí que, en lo esencial, conserven su vigencia. Yo mismo he sido testigo el pasado 27 de octubre, en el marco de la catedral de Málaga, del éxito alcanzado por la Compañía Lope de Vega, dirigida por José Tamayo, con la representación de El gran teatro del mundo (auto), seguida por un público multitudinario con un silencio entre maravillado y conmovido, roto al final por el aplauso estruendoso que sólo levanta el entusiasmo. Para unos espectadores ahítos de mediocridad y ahogados en reclamos publicitarios, el diluvio de belleza e idealismo que descargó sobre él ese auto insuperable supuso, como no podía ser menos, una formidable catarsis. En la neblina de la trivialidad diaria, su explosión de luz resultó deslumbrante.

Conscientes de la urgencia de rescatar para la contemporaneidad ese universo literario, el profesor Ignacio Arellano y un escogido grupo de colaboradores están publicando con ejemplar seriedad, desde 1992, en cuidadas ediciones críticas, esta parcela de la obra del dramaturgo madrileño. De los cerca de ochenta volúmenes de que va a constar la colección, han aparecido ya veintiocho. El último es el Diccionario de los autos sacramentales de Calderón que hoy reseñamos. Su propósito es catalogar y explicar los principales conceptos, imágenes y motivos de estos autos. Para hacerlo, han elaborado un extenso catálogo de palabras y expresiones que se consideran claves para la intelección de su aspecto histórico, cultural, lingöístico y literario. Una meditada valoración de las entradas regula la extensión de los artículos, pues en Calderón los conceptos, símbolos e ideas tienen una jerarquía objetiva que es preciso respetar. En cualquier caso, se prescinde sistemáticamente de lo obvio o irrelevante.

Dichos artículos reelaboran las notas a pie de página redactadas por los especialistas encargados de preparar la edición de los distintos tomos, sistematizando datos, evitando repeticiones y completando referencias. Como todo diccionario complejo, el presente requiere un estudio previo de sus mecanismos redaccionales -abreviaturas, remisiones, partes estructurantes, etc.- : sólo así se sacará todo el partido posible a sus posibilidades como instrumento de trabajo. El nivel general de los artículos es más que aceptable -así, los referentes y expresiones como "Norte, origen del mal", o "Número, medida y regla"-. Alguno, en cambio, no puede resultar confuso para un usuario no especializado, como el titulado "Una a una".

Estamos, en conjunto, ante una obra de indiscutible utilidad para acceder a los niveles más profundos y recónditos de los autos de Calderón. En este sentido, y siempre refiriéndonos a ellos, es un complemento ideal de las espléndidas Concordancias de H. Flasche y G. Hofmann (5 vols., 1980). Sólo nos queda esperar el cumplimiento de la promesa del profesor Arellano de que, cuando se complete la edición de este magno corpus dramático, el Diccionario ... será ampliado y reelaborado para que acoja los materiales que todavía no tienen cabida en su seno.