Sucedió una tarde...de Feria
tremendo maquinón
23 mayo, 2001 02:00La situación más tensa y divertida fue la primera vez que firmaba La nada cotidiana en la Feria. Se me acercó una "enviada especial" presentándose como nicaragöense y me increpó: "¿No te da vergöenza que habiéndote Castro enseñado a leer y a escribir que tú le traiciones publicando esa novela?" Le pregunté si ella sabía leer y escribir, asintió con cara de asco; calculé su edad y le espeté: "Supongo que a tí te habrá enseñado a leer Somoza".
Fue una época muy dura para mí, acababa de exilarme con mi familia, habíamos recibido amenazas.Temía una retreta de mítines de repudio de latinoamericanos al servicio de Castro: pocas semanas antes le habían dado una a Cabrera Infante en Barcelona. Al día siguiente transcurrió más suave, fresca, y bajita de sal la firma. Un tipo vino a decirme que se había leído el capítulo 8 de La nada cotidiana, y que si yo era capaz de dedicarle un capítulo en una novela si él me demostraba que podía levantar un diccionario Moliner acostado encima de su pene erecto. Le di un revirón de ojos, freí un huevo en saliva: "¡Bah, échate p"a un la"o, alardossssísssimo!" -respondí. El tipo se echó a reír, me estaba corriendo tremendo maquinón.