Letras

Juez y parte

Andreu Martín

3 abril, 2002 02:00

Espasa. Madrid, 2002. 217 páginas, 17’75 euros

Este barcelonés acertó con Prótesis, arrasó entre el público juvenil con No pidas sardinas fuera de temporada y desde entonces no para de sumar títulos que reafirman su posición de buen maquinador de intrigas. Domina el oficio. Bien es verdad que en ocasiones se le puede exigir que su habitual destreza para batallar con un variado registro de tipos humanos, unida a sus dotes de buen observador de la realidad, salte por encima de clichés y tópicos acotadores de posibilidades poco más que insinuadas; y se le puede reprochar que no explore con más rigor los entresijos de una trama que además de conducir el suspense quiere retratar la sociedad del progreso y destacar la degradación moral de algunos sectores responsables de la ley, el orden y su trascendencia en la opinión pública.

A todo ello obedece la idea de exponer la imparcialidad defendida por la justicia a la hora de señalar culpables y las discutibles armas del poder mediático. A tal fin le sirve un argumento centrado en el presunto responsable de la muerte de una joven prostituta. Un individuo marginal, producto de azares que le convierten en la víctima propicia. De ella se aprovechan dos jóvenes (uno de ellos, hijo de un magistrado) protegidos por un contexto social que no admite reproches. Y del suceso se ocupa un periodista. El caso recae en un juez que decide tomar partido en el asunto movido por la intuición de que se trata de un caso"mucho mas importante de lo que parecía". Su postura chocará con la del periodista. Todo se narra con un ingenioso montaje narrativo que baraja testimonios, pesquisas policiales, recortes de prensa y una esclarecedora entrevista. De esos recursos se alimenta una acción testimonial, ágil y entretenida, que no es la más destacable de su autor, aunque sí destaca el tono irónico que la mueve y el trajín de personajes que le dan vida.