La geometría del amor
John Cheever
12 junio, 2002 02:00John Cheever
Pocos afortunados han podido publicar un cuento en The New Yorker a los 21 años. Uno de los elegidos fue Cheever, que engrosaba la lista de autores en nómina junto a Updike, Salinger o Philip Roth, por citar autores considerados sus alumnos más aventajados.Resulta paradójico que quienes son citados como continuadores de la tradición cheeveriana gocen de mayor reconocimiento que su iniciador. Novelas como Falconer, La crónica de los Wapshot y Oh, esto parece el paraíso, deberían citarse entre las mejores de la narrativa norteamericana de la segunda mitad del siglo XX. Y ello sin contar el casi centenar de relatos que escribió, algunos de ellos traducidos primera vez en este volumen.
Cheever publicó su primer cuento en The New Republic. En "Expulsado" narraba sus impresiones tras ser expulsado del instituto. Rodrigo Fresán, responsable de la selección y prologuista afirma que el protagonista de "Expulsado" es el antepasado de buena parte de los personajes de sus futuros relatos, y así es. Los héroes de Cheever son una especie de exiliados sociales. La elección de los cuentos tiene que ver con el criterio del editor; los seleccionados son ejemplos de "los aspectos más representativos de la galaxia Cheever". Echo de menos dos relatos hermosísimos,"The Sorrows of Gin" y "The Music Teacher", pero Fresán incluye títulos fundamentales como "Una norteamericana culta", "El brigadier y la viuda del golf", "El nadador", y mi favorito, "El marido rural".
En el prólogo a Cuentos y Relatos escribía Cheever: "Mis historias favoritas son aquellas que se escribieron en menos de una semana y que las escribía recitándolas." Y es la sensación cuando leemos sus cuentos, la de la frescura, agilidad y rapidez. El modelo social que le interesaba explorar a Cheever es el de las familias americanas de clase media inmersas en una engañosa autocomplacencia. Cada uno de los relatos de este volumen es como una auténtica zambullida en el "genuino sabor americano", pero este verdadero y en absoluto nocivo, sino terapéutico.