Joana
Con Joana entrega el poeta catalán Joan Margarit su libro del horror. Poesía descarnada e intensa, es la crónica de ocho meses de enfermedad terminal de su hija Joana, que soportó a lo largo de sus treinta años el doloroso síndrome de Rubinstein-Taybe.
Ningún poeta quisiera verse abocado a escribir un libro como este, pero Margarit ha cerrado el episodio más angustioso de su biografía logrando sacar de su sufrimiento verdadera poesía, vida pensada y compartible: "este libro fue escrito vulnerando todos los consejos que los poetas damos sobre la obligada distancia entre los hechos y el poema", dice el autor en la nota final, asumiendo un riesgo del que logra escaparse poema tras poema en un difícil reto al equilibrio.
El equilibrio moral y la capacidad de distanciarse de sí mismo han sido siempre para Margarit las mejores armas de su poesía. Hace año y medio, con motivo de la publicación de su Poesía amorosa completa subrayábamos hasta qué punto la escritura del dolor elevaba la categoría ética de aquellos poemas de amor que ahora, aguzados en Joana, logran estremecernos más allá de toda falacia patética, gracias al ejercicio de templanza que la construcción de estos poemas implica: “necesito cerrar este tiempo para volver a encontrar, si es posible, a la Joana de antes”, explica el prólogo, aunque el poeta sabe que, en la realidad, “el abismo que nos separa es el nunca más”.
Poe teorizó en su germinal “Filosofía de la composición” (escrita a posteriori, no cabe olvidarlo) los mecanimos del desespero y la desolación de su gran poema “El cuervo”. Margarit multiplica sus recursos en este libro de terror y desamparo ante la nueva soledad: “el mundo sin Joana se parece al que vivimos juntos, pero no es el mismo”. Con una pensada técnica de montaje, el poeta intercala recuerdos, vaticinios desolados e imaginarios diálogos con Joana entre las anotaciones narrativas del proceso irreversible, desde el primer diagnóstico hasta que, inexorablemente, los olvidos que llegan traen consigo y añaden al de la ausencia ese dolor más frío de la culpa.
“Danos, música de oro, unas lágrimas limpias/como la vida que hoy enterraremos”: entre las notas de un oscuro “Loverman”, la conmovedora oración fúnebre de Pere Rovira sirve de pórtico a este libro que logra una verdad que nos alcanza con lo más elemental, que desnuda el sentimiento del tiempo (“que me digas qué hago de mi vida,/ mientras los días van, con lluvia o cielo azul,/organizando ya la soledad”), que analiza el desasosiego (“Veía en todas partes a Joana:/surgía en todas partes la mirada/del cuerpo contrahecho/ donde aprendí qué era la belleza”) y que nos habla, en última instancia, de la fuerza del amor como única forma de resistencia: “Me detuve sintiéndote muy cerca./ Y sintiendo que ya, en cualquier instante/podría hacer surgir tesoros de la muerte”.