Dolores, Federico, Alauda, Olvido, Soledad... son algunos nombres que habitan en estos relatos. Nombres sustantivos que adjetivan la realidad de sus respectivas historias. Ellos son voces extraviadas, enredadas. Elisa Romero y Lola López desenredan sus voces; la primera rotula las suyos con el título "Ellas", la segunda lo hace con "De aves", después un nombre, común, propio, mitológico, da paso al cuento. Veinte, muy distintos pero cuidadosamente organizados en un libro indagador, explorador de conciencias, de situaciones humanas, de estados ponderados por el valor simbólico del nombre escogido para describir cada estado. Son las autoras; aunque no están solas en este proyecto nacido de la complicidad y la pasión por la escritura; otras dos mujeres (Esperanza D’Ors y Ana Quirós) las acompañan ilustrando lo que ellas cuentan, haciendo que cada historia se cuente con la plasticidad de imágenes que aportan un valor añadido al conjunto.
A Ras, "galería de retratos de mujeres y hombres que, a ras de suelo, elevan sus vuelos y sus cantos de vida", dice Andrés Peláez en el prólogo que interpreta esos cuatro tonos pulsados de manera dispar, a la vez armoniosa, sorprendente. Desafiante es el juego de perspectivas, de ambientes cambiantes, de registros lingöísticos, de ritmos variados y acompasados, de sutiles ingredientes que otorgan unidad al conjunto. Esas voces responden a invenciones reales, recrean vivencias, exponen su realidad, revuelven en su memoria, ahondan en sus miedos, sus culpas, sus fantasmas. Unas cercadas por la impotencia o por el desánimo, otras atosigadas por deseos imposibles o por trágicas circunstancias. Todas cautivan a su manera, aunque quizá las de Albertina, Niña Elena, Inmaculada, Antona, resulten especialmente conmovedoras.