Letras

El traje y otros cuentos

VV. AA.

30 enero, 2003 01:00

XXX Premio Hucha de Oro. Funcas y Ed. Nostrum. Madrid, 2002. 324 páginas

El cuento literario goza entre nosotros últimamente de un prestigio que ha incentivado su difusión. No siempre ha sido así en la historia reciente de nuestra prosa. En ellos, sin embargo, fue el veterano concurso Hucha de Oro una salvaguarda de un género siempre amenazado. Los resultados de la XXX convocatoria de este benemérito certamen se reflejan en El traje y otros cuentos, un volumen que reúne los relatos de los 3 ganadores y 21 finalistas, elegidos entre más de 4000 participantes de España e Hispanoamérica.

Poco en detalle puede decirse de tan nutrida representación en el mínimo espacio de una reseña periodística. Los ganadores (por este orden: Fernando Villamía, Carmen Méndez y Paola Yanielli) escriben piezas ante todo correctas, en las que se ve la variedad de inquietudes temáticas que hoy acoge el cuento: respectivamente, la historia onírica del traje de un difundo que cobra vida, un emotivo episodio de la guerra civil alrededor del famoso fotógrafo Robert Capa y la conmovedora anécdota de un chico que da un salto mortal al agua en un acantilado. Estos tres relatos tienen una ideación clásica y comparten un rasgo de muchos cuentos actuales: una tendencia a la narratividad que los hace parecer fragmentos narrativos, más que cuentos cuentos de los que aprecian los defensores de la ortodoxia. No carecen, sin embargo, de ese final sorpresivo que distingue a las buenas piezas del género.

Estos rasgos servirían para describir la mayor parte de los finalistas. Imposible citar sus nombres, subrayo unos pocos que me han llamado la atención: J. A. Bueno (tal vez su texto, "La enredadera", sea en un sentido estricto el cuento más puro de todo el volumen), A. Neumann, J. M. Páez, P. Sanz y J. F. Ventura. Los cuentos premiados oscilan entre el testimonio y la fantasía, entre el documento y el lirismo, y, en conjunto, valen como guía del estado actual de las formas narrativas breves. Con todo, echo en falta concepciones más innovadoras, más creativas, y me sorprende que en esa generosa nómina no aparezcan muestras de algo tan de moda como el hiper-relato. Tal vez se deba a que en la selección previa inevitable se han preferido criterios muy tradicionales. Por eso el tono general decepciona un poco, pero no resta interés a este muestrario del cuento actual. Ni debe impedir el reconocimiento a las Cajas de Ahorro por mantener vivo este ya clásico concurso.