Image: El siglo nómada de Marguerite Yourcenar

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Letras

El siglo nómada de Marguerite Yourcenar

por Lourdes Ventura

5 junio, 2003 02:00

Marguerite Yourcenar

El 8 de junio se cumplen cien años del nacimiento de Marguerite Yourcenar. Nómada de los países y de los libros, Yourcenar construyó su obra (la magistral Memorias de Adriano, Opus Nigrum, entre otras) sobre la base de la cultura y el desasosiego propios de quien se vio afectada por dos guerras mundiales y múltiples avatares personales. He aquí su retrato, el de su obra y el de la vida que vivió y quiso ocultar, apasionante y apasionada, por una de sus mejores lectoras.

Antes de concebir junto a su padre, Michel de Crayencour, preceptor y cómplice cultural, el nuevo nombre con el que ella entraría en la historia de la literatura,Yourcenar, anagrama del apellido familiar, Marguerite adolescente ya había escrito en un poema: "Oh vientos, conducidme hacia las más altas cumbres del triunfo futuro". Podríamos vincular esta percepción de una joven autora convencida de su destino literario con la visión de una Marguerite Yourcenar anciana, en la cima de su carrera. En esa imagen vemos a la escritora inclinada sobre la chimenea, al lado de Grace Frick, su compañera americana, quemando cartas y manuscritos, y apartando algunos textos para un futuro "protocolo precintado", hoy en la Houghton Library de la Universidad de Harvard. Esos textos que constituyen su última muralla no podrían ser abiertos hasta pasados 50 años de su muerte.

Pero ¿por qué la constancia en borrar las huellas de algunos episodios centrales en su vida? Decía que la esencia de un escritor estaba más allá de los reflejos que se proyectan al exterior, "guardando ese secreto impenetrable que es el de toda vida". Pero no se trataba sólo de proteger "los secretos". Como afirma una de sus biógrafas, J. Savigneau , hay una contradicción en su empeño en afirmar la insignificancia de lo biográfico cuando, por otro lado, "ella misma se afanaba por grabar y archivar los testimonios de todos los acontecimientos de su vida".

Ella misma lo dijo: "Confieso que jamás tuve la sensación de escribir ficciones. Mis libros han sido una especie de itinerarios paralelos a mis propios itinerarios". Itinerarios ciertamente biográficos. Si examinamos Alexis o el tratado del inútil combate (1929), su primer libro publicado profesionalmente (El jardín de las quimeras y Los dioses no han muerto habían sido publicados por cuenta de su padre), encontramos ya que las páginas de la entonces joven autora están impregnadas de sus "secretos". La carta de Alexis a su esposa en la que éste le confiesa las razones de su ruptura, vinculadas a sus inclinaciones homosexuales y al deseo de encontrar la verdad, corresponde, tal como nos dice M. Goslar, a una experiencia amorosa frustrada de la escritora con un joven, al que conoció en Antibes, que no siguió adelante con ella debido a su pasión por los hombres. Años más tarde, la redacción de Fuegos (1936), fue llevada a cabo como una especie de liberación terapéutica, tras el consejo del poeta, psicoanalista y armador griego, amigo de la escritora y tal vez amante, Andrèas Embiricos, quién también le recomendaría escribir sus sueños (Les songes et les Sorts, 1938). Yourcenar se había embarcado en un crucero por el Bósforo, con la intención de recopilar leyendas y cuentos populares de la zona, que luego se convertirían en los Cuentos Orientales. Pero la verdadera razón de este peregrinaje fue escapar de la depresión que había seguido a su ruptura con André Fraigneau. Las nueve prosas líricas que componen Fuegos son, a fin de cuentas, los testimonios de pasiones absolutas. En el prólogo a la primera edición, la propia Yourcenar confesó que los textos eran transposiciones de una experiencia personal: "Detrás de ese muro se da el más inquietante de los bailes de disfraces: aquel en que uno se disfraza de sí mismo". Sin embargo, los prólogos de las siguientes ediciones irían matizando esa aceptación de lo biográfico.

En 1937, Yourcenar se había reunido en Londres con Virginia Woolf para discutir algunos aspectos de su traducción de Las Olas. Fue al regreso de ese viaje cuando conoce en el bar del hotel Wagram de París a una universitaria de Ohio, llamada Grace Frick. La intensa relación afectiva y profesional que surge entre ellas y que durará hasta la muerte de Grace en el hogar norteamericano de las dos, La petite plaisance, en el Estado de Maine, ha permanecido casi oculta para los admiradores de la obra de Yourcenar. "Los papeles sellados" en Harvard sin duda guardan la intimidad de una historia que se alargó durante cuarenta años y que no llegó a formar parte del ambicioso proyecto, esta vez sí autobiográfico, de la trilogía consagrada a su infancia y juventud: El Laberinto del mundo, Archivos del Norte y ¿Qué?, La eternidad. Con este recuento de sus orígenes familiares, Yourcenar quería facilitar la tarea a los biógrafos, pero en su última entrega encontraremos bastantes reflexiones sobre los veinte últimos años de la vida de su padre, y sólo algunos atisbos de la Marguerite niña y adolescente. Sus relaciones con Grace se mantuvieron en ese territorio cerrado de su vida de escritora emigrada voluntariamente en los Estado Unidos, desde donde saldrá en los últimos años para viajar incansablemente. Josyane Savigneau en Marguerite Yourcenar, La invención de una vida (1991), nos recuerda la irritación de la autora de las Memorias de Adriano cuando trataban de sonsacarle declaraciones sobre su relación con Grace Frick. Aunque más tarde concluía, fabricando una distanciada síntesis de una vida a dos: "En fin es algo muy sencillo: primero una pasión; después una costumbre, y al final, sólo una mujer que cuida a otra mujer enferma".

Hay que renunciar a saber toda la verdad sobre Yourcenar. Ella triunfó en su tarea de difuminar las huellas, sus pasos sólo los podremos seguir por el itinerario de sus preocupaciones literarias. No escamoteó un solo esfuerzo para construir su obra desde esa grandeza distanciada de su estilo, glacial dicen algunos, en todo caso, hielo ardiente, una mirada intelectual rigurosa y un conocimiento profundo de la historia y de las relaciones entre los seres. Atrevida al afrontar ya en 1929 el tema ilícito en su tiempo de la homosexualidad de Alexis, corajuda al lanzar a la mirada pública, el asunto de la libertad sexual. Así lo explicará Yourcenar, a posteriori, en el prólogo de una edición de Alexis de los años 60: "Quizás no se haya reparado bastante en que el problema de la libertad sensual , en todas sus formas, es, en gran parte, un problema de libertad de expresión. Parece ser que, de generación en generación, las tendencias y los actos varían poco; por el contrario, lo que sí cambia, a su alrededor, es la extensión de la zona de silencio o el pesor de las capas de la mentira."

Gran parte de su obra estará dedicada a observar esas "zonas de silencio" que amurallan las vidas de hombres y mujeres. Y para la tarea que se había impuesto de trascender lo cotidiano, para que sólo quedase una voz literaria (ni de mujer, ni de hombre, una voz neutra, sin lastre biográfico) a la búsqueda de "las altas cimas", no le quedó otro remedio que entremezclar ella también las "zonas selladas" de su vida en los juegos de espejos de una obra y una existencia (ésta segunda, esquiva como el agua que fluye) que quiso sabia e inmortal.

Bruselas 1903-1987 Mount Desert
1903. Nace el 8 de junio en Bruselas como Marguerite de Crayencour. Su padre, Michel de Crayencour, es un ludópata que derrocha la fortuna familiar y un lector ávido. Su madre murió a los pocos días de su nacimiento. Se instala con su padre en la casa familiar de Mont-Noir, en la Flandes francesa.
1912-1920. Se instalan en París. Viven también por temporadas en Londres, Bruselas y Menton, en el Midi francés. Es educada en casa en vez de ir al colegio.
1914-1918. Pasa la Primera Guerra Mundial en Londres, estudiando latín y griego; curiosamente, la asignatura con la que tendrá más problemas será el inglés.
1921. Publica el libro de poemas El jardín de las quimeras, en el que utiliza ya el pseudónimo Yourcenar, pero con el nombre "Marg".
1924. Con ocasión de uno de los muchos viajes a Italia, visita por primera vez Villa Adriana e inicia la escritura del primer cuaderno de notas para las Memorias de Adriano.
1926-1928. Su padre se vuelve a casar y ella se va a vivir a Suiza.
1929. Muerte de su padre. Alexis o el Tratado del vano combate.
1934. El denario del sueño.
1936. Publica Fuegos, fruto de su separación de André Fraigneau.
1937. Visita a Virginia Woolf, de quien traducirá The Waves.
1938. Cuentos orientales. Conoce en París a Grace Frick, que será su compañera y ayudante para todo durante 40 años.
1939. El tiro de gracia. Comienza a enseñar literatura francesa en Nueva York, lo que hará hasta 1949. Lo que iba a ser una breve estancia acabará convirtiéndose en un cambio de nacionalidad por culpa de la II Guerra Mundial.
1947. Adopta la nacionalidad norteamericana.
1948. Recibe, "milagrosamente", los objetos que había dejado en su casa de Lausana. La caja contiene, entre otras cosas, un primer esbozo de las Memorias de Adriano.
1950. Se instala en Maine.
1951. Publica por fin Memorias de Adriano.
1952. Recibe el premio Fémina Vacaresco por las Memorias.
1956. Las caridades de Alcipo.
1968. Opus nigrum.
1970. Es elegida miembro de l’Académie Royale de la lengua belga y de literatura francesa.
1974. Recibe el Prix national de la Culture.
1977. Grand Prix de l’Académie française. La corona y la lira, antología de poetas griegos. Muere Grace Frick.
1980. Es la primera mujer en ser elegida miembro de la Académie française. Comienza un largo periplo por el mundo con Jerry Wilson, su nuevo compañero.
1981. Anna Soror y Mishima o la visión del vacío.
1983. El tiempo, ese gran escultor.
1985. Sufre una grave operación quirúrgica.
1986. Muere de sida Jerry Wilson, con quien había mantenido una turbulenta relación.
1987. Muere el 17 de diciembre el hospital de Bar Harbor, en Mount Desert (Estados Unidos).