Image: El déspota adolescente

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Letras

El déspota adolescente

Lorenzo Silva

23 octubre, 2003 02:00

Lorenzo Silva. Foto: Mercedes Rodríguez

Destino. Barcelona, 2003. 224 páginas, 17 euros

Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es uno de los novelistas más interesantes en el panorama narrativo español de los últimos años. Con más de media docena de novelas en su haber, en general bien recibidas por la crítica y el público, su trayectoria recibió el espaldarazo de la mayoría lectora con el Nadal 2000 concedido a su novela El alquimista impaciente (ya había sido finalista con La flaqueza del bolchevique).

Silva es, ante todo, un novelista dotado de una poderosa capacidad fabuladora, de gran soltura y naturalidad en el arte de contar, con la pericia necesaria para urdir tramas e intrigas que atraigan a los lectores, y de una probada versatilidad que le permite componer con éxito historias y estructuras diversas y contarlas en una prosa siempre cuidada en su elaboración estilística. En El déspota adolescente Silva ha reunido dieciocho narraciones breves escritas entre 1989 y 2003. Como su autor explica en un escueto prólogo "A modo de orientación", la escritura de estos textos fue surgiendo gracias a diferentes estímulos, como pueden ser el encargo de un cuento, un relato desgajado de una novela interrumpida o la misma voluntad de escribir un cuento. Tiene razón al decir que "Siempre me he sentido, ante todo, novelista". Pero que ha decidido publicar en libro estos relatos, que ya tenía colgados en Internet, alentado por las sugerencias de sus lectores y porque entiende que hay un hilo de continuidad entre ellos cifrado en la añoranza de la juventud, con actitudes de aceptación o de rechazo que muchos personajes de estos cuentos descubren. Así es, desde la irrenunciable defensa de la libertad del pensador en "La tentación de Spinoza" y el sueño de pasados fervores amorosos en "La cabezada del canónigo", entre los primeros, hasta "El déspota adolescente", el último y uno de los mejores (aunque, según confesión del autor, fue el primero que escribió), por su inquietante expresión del desarraigo a causa de la pérdida de la juventud y la permanente insatisfacción en la soledad presente y la búsqueda de la belleza.

Sin embargo, hay que reconocer que esa pretendida unidad, basada en el recuerdo de pretéritos ideales y amores juveniles, constituye un nexo débil que no afecta a todos los textos, por más que, en algún caso, se repitan personajes en dos narraciones, como ocurre con los dos amigos estudiantes en un instituto y enamorados de su profesora de Literatura en "Arcadia" y "Un fantasma de Arcadia". Y lo más grave en el difícil arte del cuento: muchos de los aquí reunidos, más que cuentos elaborados en su necesaria concentración, intensidad y capacidad de sugerir, parecen lo que en teoría del relato se llaman resúmenes narrativos en los que se relatan acciones sin el imprescindible detenimiento. Mas también hay que proclamar que los 18 cuentos están escritos con la mejor prosa del autor, caracterizada por su esmerada corrección, fluidez, naturalidad, versatilidad y gracia expresiva.

Hay cuentos de extensión muy diferente, desde los más breves, "Una conquista" y "Un ingeniero para Jalima", con sus efímeras experiencias de amor (más la denuncia clasista en el primero y racista en el segundo), hasta los más largos, "La herencia del vencido" y "Operación Termópilas", que bien podrían dar lugar a sendas novelas cortas. En realidad, estas dos narraciones, que también deben figurar entre lo mejor del libro, ofrecen un resumen de la historia de España en la segunda mitad del siglo XX. En "La herencia del vencido" los recuerdos de la narradora y protagonista reivindican la figura de su padre, un digno militar encarcelado al final de la Guerra Civil, y su propio sufrimiento callado en la lucha por salir adelante en la posguerra para acabar teniendo que soportar, con la llegada de la democracia, el progresismo de tanto advene- dizo que había hecho carrera en la dictadura y darse cuenta, así, de que los idealistas como ella y su padre jamás tendrán poder para cambiar nada. Finalmente, "Operación Termópilas" narra la triste historia de tres cincuentones que traicionaron sus ideales de juventud y han triunfado por fuera en la democracia llenándose de vacío por dentro, pero el peso del tiempo que los ha fosilizado acaba arrastrándolos a peligrosos juegos tardíos que arruinan su presente.