Un peregrino que hace el Camino de Santiago es recogido por unos curas que se dirigen a comer a un pueblo cercano, un plan apacible que derivará en aventura con final sorprendente, en viaje por la memoria -personal y colectiva- pero, al fin, sin ningún futuro. Luis Mateo Díez urde en Las horas completas una fábula de múltiples lecturas en la que desborda pasión por la cultura popular, amor por la tierra -y sus moradores- y ecos que evocan otras de sus obras, como El reino de Celama. Aunque, por encima de todo, ésta es una novela deliciosa, inteligente, no exenta de sentido del humor, que nos acerca a uno de nuestros mayores autores contemporáneos.