El suicidio de Hitler ha sido objeto de minuciosos estudios (Fest, Trevor-Roper, Kershaw), pero persisten las incertidumbres. Se desconoce el paradero de sus restos, aunque todo indica que el Ejército Rojo ocultó el cadáver para alimentar el temor a una hipotética resurrección del nazismo que sólo la URSS podría neutralizar. Solar revela un conocimiento riguroso del político austriaco. Traudl Junge, secretaria de Hitler, recuerda el sentimiento de abandono que experimentó a su muerte. Al igual que otros alemanes, Junge había renunciado a su libertad doce años atrás, aceptando que la voluntad de un hombre adquiriera rango de ley. La dictadura nazi aprovechó el miedo de una nación humillada y empobrecida, que asoció el sistema parlamentario con la precariedad originada por la crisis del 29. La guerra puso de manifiesto que las imperfecciones de la democracia nunca son tan dañinas como el mesianismo de los Estados totalitarios.