Image: Sueño y razón de América Latina

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Letras

Sueño y razón de América Latina

Víctor Pérez-Díaz

10 febrero, 2005 01:00

Víctor Pérez-Díaz, por Gusi Bejer

Taurus. Madrid, 2005. 278 páginas, 17 euros

A menudo se tiende a pensar que el conocimiento en Ciencias Sociales avanza despacio y con un rumbo incierto. No obstante, las últimas publicaciones vienen a demostrar lo contrario. El reciente libro de Víctor Pérez-Díaz así lo demuestra.

Durante los años de 1980 ("década perdida" en palabras de la CEPAL), los niveles de bienestar de América Latina retrocedieron a los niveles de 1960. La crisis de la deuda externa de 1982 fue el broche de este ciclo. Ante tales transformaciones, a comienzos de la década de 1990, John Williamson sostuvo ("Consenso de Washington") que la apertura comercial y la desregulación económica debían impulsar en sucesivas fases el crecimiento y el desarrollo económicos, el cambio social y la transformación política. Durante los primeros años de aplicación de las recetas del Consenso de Washington parecía que el milagro latinoamericano había llegado.
No obstante, a partir de 1995 (crisis de México) de nuevo volvieron los problemas. Fue entonces cuando se comenzó a defender que el crecimiento económico era una variable necesaria pero no suficiente, debiéndose en consecuencia impulsar la transparencia electoral. Se entendía que con unas economías subsanadas y con una renovación en la clase política se podría alcanzar el cambio social. No obstante, la realidad mostró de nuevo la ruta hacia la modernidad no era tan sencilla. En la década de 1990 la totalidad de los gobiernos de América Latina habían sido elegidos por las urnas y en muchos de ellos se había producido la alternancia. Sin embargo, se comprobaba que la pobreza seguía expandiéndose, la distribución del ingreso no mejoraba, la corrupción y el narcotráfico crecían y la economía sumergida se extendía.

Diferentes trabajos académicos comenzaron a subrayar entonces que el impulso económico y la transparencia electoral debían estar acompañadas por políticas que fomentaran la educación y mejoraran la sanidad a fin de elevar la productividad y la competitividad. El contumaz impulso demográfico una vez más demostró que los esfuerzos realizados iban siempre por detrás de las necesidades. La pobreza seguía creciendo y el sentimiento de frustración cundió en grandes masas de población.

Los estudiosos comenzaron a plantear que había llegado el momento de implementar las recetas de "segunda generación del Consenso de Washington" (se centraron básicamente en el perfeccionamiento de la arquitectura institucional, la reforma del aparato de justicia, la extensión de los microcréditos y el combate contra la corrupción). Se defendió que para perfeccionar el Estado de Derecho había que profesionalizar la gestión de lo público a través de la creación de administraciones públicas eficaces; y que había llegado el momento de acometer reformas fiscales integrales a fin de reducir el déficit. Pronto se comprendió que era un discurso con problemas al menos en el corto plazo, pues se trataba de un proyecto que consumía cantidades ingentes de recursos, llevaban más tiempo del que se tenía, y era técnicamente complicado de implementar pues las extensas bolsas de pobreza (del 50 por ciento como media en el conjunto de América Latina) impedían la extensión de la fiscalidad.

Fue entonces cuando los académicos propusieron que lo que necesitaba América Latina era una reforma laboral profunda capaz de crear puestos de trabajo dignamente pagados. No obstante, se comprobó que estos planteamientos de la "tercera generación" de los cambios no eran bien aceptados ni por la clase política, ni por incluso buena parte de la población. La búsqueda de beneficios inmediatos hizo que se aplazaran las soluciones o se optara por confiar en la acción inmediata de un líder mesiánico y carismático arropado por un discurso demagógico.

Guillermo O’Donell en un texto inteligente (La democracia en América Latina. El debate conceptual sobre la democracia, PNUD, Buenos Aires, 2004) estableció con claridad que si América Latina quería consolidar y perfeccionar el Estado de Derecho tenía que fomentar los derechos civiles.

Víctor Pérez-Díaz subraya en Sueño y Razón de América Latina que los problemas de Iberoamérica no deben ser interpretados como causa directa del pasado, de la influencia del extranjero, de sus estructuras, instituciones o de los fuertes personalismos de algunos de sus dirigentes. Como los males proceden -dice el autor de forma clara- de sus gentes, "la solución sólo puede venir de ellos mismos, de las instituciones que mantengan con su esfuerzo, de sus interpretaciones de la situación y de las decisiones que tomen y lleven a la práctica. Desde luego, no vendrá de los occidentales que se les acercan, con su saco cargado de buenos consejos, y esa simpatía tan efusiva y tan efímera que caracteriza a quienes siempre se vuelven a sus puestos de observación" (pág. 11).

El libro, compuesto por seis capítulos bien trabados entre sí, pone el acento en la necesidad de superar las estructuras de poder existentes de Antiguo Régimen a fin de crear relaciones libres entre ciudadanos en un Estado de Derecho, en vez de entre señores y vasallos (características de las sociedades estamentales) Señala el autor que la tesis mantenida por algunos académicos de que la transparencia en los votos puede contribuir a generar una sociedad abierta es una suposición incorrecta. Puede hacerlo en ciertas condiciones, pero no en otras. "En ausencia de una ciudadanía alerta compuesta por individuos dispuestos a ejercer una libertad responsable, la democracia puede traer consigo, por el contrario un régimen iliberal, bien porque se oriente hacia la hegemonía de un partido, bien porque la competencia partidista aboque a la alternancia entre gobiernos improvisadores, cortoplacistas y despilfarradores, apoyados por una opinión pública vacilante que no acaba de madurar. De modo que las restauraciones democráticas de los años ochenta del siglo pasado sólo sirven como punto de arranque para una historia que puede discurrir en direcciones muy variadas, una de las cuales cabe esperar, y desear, que se llegue a ser la de una sociedad abierta. En definitiva, la consolidación de una democracia liberal sólo se consigue plenamente cuando su entramado institucional (constitución, sistema de partidos, sistema electoral) encaja no sólo con la visión y las expectativas de los ciudadanos, sino también con los otros entramados institucionales de una sociedad civil o abierta, como son la economía de mercado […], la esfera pública y el tejido social" (pág. 140.).

Una de las enseñanzas más importantes de estas discusiones académicas es que se puede comprobar que el combate contra la pobreza y la lucha en pro de una mejor distribución del ingreso tiene que dejar de ser sólo un proyecto humanitario o solidario para convertirse además en otro cuya raíz sea la conformación de una ciudadanía en el marco de un Estado de Derecho. No es posible el ejercicio de los derechos civiles en la pobreza y en el marco de las relaciones de poder clientelares. No se trata por tanto de reducir el número de pobres, sino de convertir a los actuales vasallos en ciudadanos libres capaces de luchar por sus derechos a cambio de aceptar unas obligaciones.

Se comprueba con todo ello que el conocimiento académico avanza por buen camino y que su progreso es más acelerado cuando se genera con una metodología multidisciplinar (historia, sociología, ciencia política, economía, antropología, etc.). Tras la lectura de estos textos queda claro que sólo con la extensión de los derechos civiles se podrá comenzar a despertar a esa ciudadanía aletargada por los favores, exenciones y privilegios dispensados discrecionalmente por los políticos que dicen representar a aquella, cuando en realidad sólo la utilizan para legimitar su posición de poder. No estamos ante el final de una historia. Sólo comprobamos que vamos sabiendo más del presente y del pasado. En los próximos años seguiremos aprendiendo. Definitivamente, un libro importante.


Tres cuestiones a Pérez-Díaz
-¿Qué hay más en América Latina, sueños o razones?
-Lo importante es que los sueños sean buenos sueños, y no pesadillas autodestructivas, y que las razones sean genuinas, y no espurias. En los últimos 20 ó 30 años, los sueños asociados con una sociedad abierta han ido cobrando más fuerza que los sueños autoritarios, y las razones de las instituciones de la democracia liberal también se han abierto camino. ésas son buenas noticias.
-¿Cómo actúa hoy la emigración en la zona?
-Los flujos migratorios con Estados Unidos son fundamentales para la transformación en México y en Centroamérica. Habrá que ver las consecuencias de los flujos migratorios con Europa, y con España. Son una gran oportunidad para los países emisores y para los receptores, pero hay que manejarla con equidad y con lucidez.
-¿Qué es más espectacular, la evolución de la izquierda, o la de la derecha?
-En las dos la evolución ha sido relativamente espectacular, y en general positiva. Pero en las dos quedan resabios de autoritarismo y populismo.