Cécile Ladjali ejerce como profesora de secundaria en un instituto francés situado en un barrio marginal. Las dificultades nunca han menoscabado su compromiso con la enseñanza pública. Uno de sus mayores logros consistió en elaborar un libro de sonetos compuesto por sus alumnos y prologado por Steiner. Esta experiencia pedagógica desembocó en una larga conversación, donde el prestigioso ensayista y la profesora intercambiaron sus impresiones sobre la educación, el saber y la ética. Steiner se identificó con una concepción de la escuela, que no excluyera la esperanza, la libertad y el conocimiento basado en la pasión. El sentido de la escuela no es producir trabajadores, sino ciudadanos, que apelan a la palabra para interpretar y comprender el mundo, sin renunciar al misterio o a la irracionalidad. Sus palabras nos revelan que el verdadero maestro no es el que ofrece soluciones, sino el que plantea problemas.