Letras

Enrique Moradiellos

“Franco fascina porque en su dictadura está el origen de nuestro presente”

29 diciembre, 2005 01:00

Enrique Moradiellos. Foto: Mercedes Rodriguez

Es uno de los historiadores más respetados y la cabeza visible del próximo relevo académico. En Franco frente a Churchill (Península) vuelve a hacer gala de su abrumador conocimiento de un periodo decisivo en la historia española.

-A los 30 años de la muerte de Franco proliferan cada vez más libros sobre su figura. ¿Tenemos ahora mejores obras sobre la guerra civil y el franquismo que hace 30 años?
-Como sucede con todos los personajes históricos relevantes, la bibliografía sobre Franco es muy abundante y necesariamente variada. Con respecto a hace treinta años, hoy contamos con más libros sobre su figura. Pero siguen existiendo obras buenas, regulares y malas. Ahora bien, las obras buenas suelen ser mejores que las de hace treinta años porque han gozado del privilegio del paso del tiempo, del decantamiento de las pasiones y del libre acceso a fuentes informativas inéditas hasta ahora.

-Franco es el personaje histórico español sobre el que más se ha escrito. ¿Dónde radica esa fascinación por Franco más que por cualquier otra personalidad de nuestra historia?
-La fascinación por Franco reside en que su dictadura caudillista está en el origen de nuestro tiempo presente. Todavía viven y están en activo muchas generaciones (algunas en posiciones de poder) que se educaron bajo su "magistratura vitalicia". Y, por si fuera poco, son más numerosas que en otros períodos históricos recientes. Hoy somos más de 40 millones de españoles con capacidad para leer sobre nuestro pasado. En tiempos de Fernando VII vivían menos de 20 millones y más de la mitad eran analfabetos.

-¿Qué mitos falsos sobre el franquismo desmonta su libro?
-Mi deseo sería que el libro contribuyera a descubrir la causa por la que un régimen furibundamente antiliberal y anticomunista como era el franquismo, animado por una voluntad beligerante antibritánica y progermana, se vio obligado a refrenar sus ánimos intervencionistas. Y descubrir eso significa arrumbar el mito de Franco como estadista preclaro que salvó a España de los horrores de la guerra mundial "toreando" a Hitler en Hendaya y ayudando "secretamente" a los aliados.

Mucho apetito y poca dentadura
-¿Hasta qué punto Franco estaba decidido a entrar en la II guerra mundial junto al bando alemán y qué le convenció de lo contrario?
-La tentación beligerante antialiada de Franco fue muy intensa y alcanzó su cumbre entre 1940 y 1941. La razón por la que no pasó del apoyo soterrado al Eje germano-italiano se debe a una causa básica: había demasiado apetito imperial para muy poca dentadura. Franco pidió a Hitler como pago por sus servicios bélicos un botín territorial inaceptable para el Föhrer y para sus aliados franceses e italianos. Además, con España hambrienta, desarmada y semidestruida, Franco estaba a merced de la ayuda (o bloqueo) de una Gran Bretaña que tenía en sus manos el control de los vitales suministros petrolíferos y alimenticios.

-¿Qué papel desempeñó la diplomacia británica en la guerra civil?
-Fue una política de No Intervención y embargo de armas y municiones a los dos bandos españoles. De partida, ello significaba una penalización para el gobierno republicano (único con capacidad legal para comprar armamento) y una ventaja para el bando insurgente (equiparado así al enemigo en ese aspecto crucial). Pero además, fue una política aplicada diferencialmente: Gran Bretaña refrenó la intervención prorrepublicana de Francia y otras democracias europeas en tanto que toleraba la intervención italo-germana en apoyo de Franco. El resultado fue apreciado internamente por un analista del Foreign Office: "Nuestra política de No Intervención ha estado favoreciendo la victoria de Franco".

-Franco y Churchill son dos personalidades políticas casi antagónicas, pero ¿qué cree que admiraban el uno del otro? ¿En qué se parecían?
-Son dos personalidades muy diferentes en origen, formación y trayectoria. Creo que sólo tenían tres puntos en común: una temprana educación militar, su genérica adscripción política "conservadora" y acaso su inamovible fidelidad matrimonial a sus respectivas mujeres, Clementine Churchill y Carmen Polo. Al margen de eso diferían en edad (Churchill contaba con 75 años en 1939, Franco con 47), en oficio (uno era un político experimentado y cosmopolita, el otro un militar tímido y de poco mundo) y en convicciones ideológicas (Churchill fue un acérrimo defensor de las virtudes del sistema liberal-democrático contra cualquier tenaza totalitaria, Franco abrigó una concepción anti-liberal, integrista y fascistizante de la vida socio-política).


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