Sin heroísmos, por favor
Raymond Carver
16 febrero, 2006 01:00"Tengo verdadero afecto y respeto por los textos recogidos en este volumen, no ya por su valor biográfico o académico sino porque reflejan con total honestidad la pasión del espíritu que los integra", explica Tess Gallager, segunda esposa de Carver en el "Prólogo" del volumen, sintetizando el valor de esta póstuma recopilación de obras de Carver.
El material recogido es de lo más heterogéneo, desde los relatos más primerizos hasta poemas y reseñas literarias pasando por el fragmento de una novela o distintas "Introducciones". Indudablemente la calidad literaria de este material apenas si soporta una lejana comparación con su obra más depurada, aquélla de Catedral en los relatos o This Water (creo que todavía inédito en castellano) en sus poemas, pero la información que nos ofrece sobre Carver es impresionante.De sobra es conocida la admiración que Carver sentía por Hemingway; y es aquí donde encontramos el referente necesario. Según William Stull, auténtico editor de la obra, uno de los profesores dio este consejo al joven Carver: "Lee todo lo que caiga en tus manos de Faulkner y luego lee todo lo que puedas de Hemingway para limpiarte la mente" (pág. 17). Y en verdad que siguió el consejo, pues el primero de los relatos, "Tiempos revueltos" resulta ser una emulación tan clara de Faulkner como será de Hemingway el poco más tardío "Los aficionados".
Los poemas apenas si aportan algo a lo ya conocido y desde luego que cualquier comparación con sus relatos resulta, cuando menos, grotesca. Más interesantes son las "Introducciones" y los dos "Ensayos"; pero sobre todo destacan las reseñas, o "Crítica literaria". En algunos casos, le valieron alguna que otra enemistad. Barthelme no supo encajar la negativa opinión que tenía Carver sobre Great Days. Se esté o no de acuerdo con las apreciaciones literarias de Carver, lo cierto es que en todas ellas demuestra una capacidad analítica, un modelo crítico literario fuera de lo común. Me ha interesado especialmente "La fama no es buena, no la quiero para mí" sobre las Cartas selectas de Sherwood Anderson en las que también él es capaz de "traspasar una línea oscura que nadie está dispuesto a cruzar" (pág. 201).