Image: Negrín

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Letras

Negrín

Enrique Moradiellos

23 noviembre, 2006 01:00

Juan Negrín, pronunciando un discurso en México (1945). Foto: Archivo

Península. Barcelona, 2006. 640 páginas,22 euros

Juan Juan Negrín López (1892, Las Palmas - 1956, París) fue el Presidente del Consejo de Ministros del Gobierno de la República durante los dos años finales de la guerra civil y el más firme partidario de una resistencia a ultranza en la que encontró, sobre todo, el firme apoyo de los comunistas. Sin embargo, las circunstancias de su ascenso político le ganaron la antipatía de Largo Caballero y, más adelante, la de Indalecio Prieto, al que Negrín sustituyó como ministro de Defensa Nacional desde abril de 1938, tarea que simultaneó con la jefatura del Gobierno hasta el final de la contienda. En aquellos momentos no le quedaba ya más apoyo consistente que el de los comunistas y el de algunos colaboradores leales, como Julio álvarez del Vayo, Francisco Méndez Aspe, Mariano Ansó y Pablo de Azcárate.

Ni que decir tiene que no eran mayores las simpatías que gozaba en el bando vencedor, desde donde se le prodigaron feroces ataques personales describiéndolo como una personalidad desarreglada y viciosa, que habría contribuido a hacer más trágico el baño de sangre de la guerra civil con su afán de prolongar los sufrimientos de ambos bandos, por puro afán de poder personal al servicio de la Unión Soviética. De esos ataques no se libró ni su familia que, pese a las fuertes convicciones católicas del todos sus componentes, tuvo que experimentar el dolor de conocer el encarcelamiento y el maltrato que sufrió el padre, que terminaría por acelerar su muerte, y el exilio de los hermanos, que buscaron el consuelo espiritual junto al santuario de Lourdes.

Sin embargo, como señala Enrique Moradiellos en esta excelente biografía, Juan Negrín fue, "básicamente, un gran científico español devenido en político por sus propias convicciones ideológicas y por la fuerza de la coyuntura histórica de su atribulado país". Una personalidad que, frente a lo que se dice a veces -también en este libro-, no había quedado olvidada, pero sí sepultada por la animadversión generalizada que habían desatado las campañas de sus correligionarios Indalecio Prieto y Araquistáin contra él, así como por la imagen ofrecida por historiadores de inspiración anarquista como Abad de Santillán. Negrín, por lo tanto, estaba muy necesitado de una revisión a fondo a partir de las muchas fuentes que se han puesto a disposición de los investigadores en los últimos años.

La tarea ya había sido acometida, con un claro propósito de rehabilitación del personaje, por algunos protagonistas de aquellos años como el ex ministro Maríano Ansó, que publicó sus memorias en 1976, o por el comunista Santiago álvarez, que publicó una biografía del personaje en 1994. Una aproximación más académica sería la que impulsó Manuel Tuñón que, en compañía de Ricardo Miralles y Bonifacio Chico, ofreció en 1996 una primera aproximación biográfica, no demasiado elaborada ni cuidada editorialmente, pero que prestaba una especial atención a la obra científica de Negrín, una dimensión del personaje en la que nunca se le negó el reconocimiento, ni siquiera en los años de la España franquista. Fue, además, la primera ocasión en la que Ricardo Miralles ofreció resultados de su investigación sobre el político canario, que se completaría en 2003, con una magnífica biografía sobre los años de la guerra que tal vez no ha recibido en la obra de Moradiellos la atención que merecía. Miralles ha sido también el comisario de la espléndida exposición que se exhibe estos días en la Sala de las Bodegas del Cuartel del Conde Duque, de Madrid.

Pero la obra de Enrique Moradiellos (1961, Oviedo) es, desde luego, la empresa biográfica más ambiciosa que se ha acometido hasta ahora sobre Juan Negrín y el autor pone en ella todo su buen oficio de excelente historiador que ya había acreditado en sus estudios sobre la guerra civil. Unos estudios que abordó inicialmente desde la perspectiva de los aspectos internacionales del conflicto y le han permitido convertirse en uno de los grandes especialistas de aquel periodo. Su interés por Negrín había venido perfilándose en algunos escritos anteriores, como era el caso del capítulo-"El rostro humano de invencido"- que le dedicó ya en el sugerente ensayo 1936. Los mitos de la guerra civil (2004), un excelente libro que se vio perjudicado por una lamentable faja de promoción editorial.

A lo largo de seiscientas páginas, de las que la mitad se dedican a los años de la guerra civil, Moradiellos sigue al personaje con un gran acopio de información histórica que, a veces, incluso amenaza con desdibujar un poco la trayectoria vital del biografiado. En todo caso, el conocido adagio de Tácito, que aconsejaba acercarse a los personajes con "buena fe, sin encono y con reflexión", resulta suficiente a Moradiellos para ofrecernos un Negrín muy convincente desde el punto de vista profesional y político aunque, tal vez por ausencia de la documentación necesaria, se nos escapen algunos de los registros más íntimos del personaje.

A través de los dos primeros capítulos podemos conocer muchos detalles de la formación de un joven de una familia grancanaria acomodada que, todavía adolescente en 1906, salió de España para realizar su formación científica en Leipzig, una ciudad que, pese a sus muchos atractivos, distaba mucho de poder considerarse una "dinámica ciudad báltica". El viaje de formación al extranjero, que ya habían realizado Castillejo y Zulueta en el año 1903, y también haría Ortega y Gasset en 1905, se convertiría en una pauta de comportamiento habitual de aquella "generación de 1914", como se le denominaría más adelante. También anduvieron por Alemania entonces Fernando de los Ríos y Julián Besteiro que, por aquellos años, aún no se habían incorporado al Partido Socialista.

A su vuelta a España en el año 1915, precozmente casado y con un hijo, Juan Negrín iniciaría una brillante carrera de investigador al servicio de la Junta para Ampliación de Estudios, que le llevaría a obtener una cátedra de la Universidad Central con apenas treinta años y a desempeñar puestos de responsabilidad académica y administrativa. El compromiso político, con la afiliación al PSOE, no llegaría hasta los momentos finales de la Dictadura de Primo de Rivera y, durante los años de la segunda República, Negrín fue un diputado socialista que tenía buena relación con la dirección del partido.

Las responsabilidades políticas directas llegarían con la guerra civil. Primero, como ministro de Hacienda, desde septiembre de 1936 a mayo de 1937 y, a partir de entonces, como jefe de Gobierno. Surgió allí el Negrín vilipendiado por la propaganda posterior, sobre el que Moradiellos realiza ahora un análisis biográfico de gran calidad, en el que queda claro la coherencia de su actitud así como las razones que tuvo para buscar el apoyo de los comunistas, la única fuerza lo suficientemente disciplinada como para llevar adelante una política de resistencia a ultranza que permitiera alentar alguna esperanza sobre el cambio de la suerte de la guerra.

Acabada ésta Negrín fue casi unánimemente rechazado por los republicanos y perdió todo protagonismo hasta que, en el verano de 1945, acudió a México con la intención de revitalizar las instituciones republicanas. Su hora, sin embargo, ya había pasado y sería apartado de la presidencia del gobierno en el exilio.

Su figura, en todo caso, ha quedado liberada, después de esta magnífica biografía, de la capa de ignominia e incomprensiones que el odio y la ignorancia habían acumulado hasta hace bien poco sobre Don Juan Negrín.

Médico y Jefe de Gobierno (1892-1956)

El quincuagésimo aniversario del fallecimiento de Juan Negrín en París, que se produjo el pasado día 12, ha sido la ocasión para la apertura de una exposición que se exhibe en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid y que estará abierta hasta el 7 de enero. El propósito de la muestra, de la que es comisario Ricardo Miralles, ha sido ilustrar la trayectoria de quien fue un brillante y precoz científico desde sus años de formación en Alemania (1906-1915) hasta los de ejercicio profesional en Madrid, tanto en los laboratorios de la Junta para Ampliación de Estudios (1916-1922), como en su cátedra de Fisiología de la Universidad Central (1922-30).

La lucha contra la Dictadura de Primo de Rivera y, sobre todo, la implantación de la República en abril de 1931, desviaron esa trayectoria científica hacia la acción política. Este volumen es el catálogo de la exposición, en el que participan los grandes especialistas en Negrín, aunque el aspecto de la trayectoria científica, representado en solitario por la aportación de Josep Lluis Barona, queda desbordado por el absoluto dominio de la historia política en donde confluyen nombre tan prestigiosos como los de Aróstegui, Moradiellos, Viñas, Howson, Kowalsky, Bizcarrono, Elorza, Alpert, Ucelay-Da Cal, Juliá, Graham, Preston, Cardona, Bahamonde, Fuentes y Millares. Todos ellos han contribuido a una actualización muy sugerente de la figura de Negrín.