Image: Osama de cerca

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Letras

Osama de cerca

Peter L. Bergen

5 abril, 2007 02:00

Osama Bin Laden

Trad. de G. Dols Gallardo. Debate. Barcelona, 2007. 611 páginas, 23,90 euros

"Yo te digo que estamos en una batalla y que más de la mitad de esa batalla se libra en el campo de los medios de comunicación", así es que no convenía decapitar rehenes delante de las cámaras. Esta advertencia, procedente de una carta que Al Zawahiri, el segundo de Al Qaeda, dirigió hace dos años a Al Zarqawi, su líder en Irak, constituye un buen ejemplo de la reveladora documentación que Peter Bergen recoge en Osama de cerca.

Hoy analista de terrorismo en la CNN y colaborador del New York Times y el Washington Post, Bergen entrevistó a Bin Laden en Afganistán en 1997, cuando casi nadie había oído hablar de él, y se ha convertido desde entonces en uno de los mayores expertos mundiales sobre Al Qaeda. Un tema acerca del que ya publicó en 2001 un libro mucho mejor de lo que su peculiar título sugería: Guerra Santa S.A. Su nueva obra consiste en una recopilación de breves textos procedentes de distantas fuentes, entre las que figuran declaraciones de los propios líderes de Al Qaeda y comentarios de personas que han conocido a Bin Laden y a las que Bergen ha entrevistado. Para enmarcarlos, intercala breves comentarios propios y el resultado es muy satisfactorio. La variedad de puntos de vista que se manifiesta en los textos escogidos permite al lector juzgar por sí mismo, algo que es de agradecer en un tema tan polémico. Y además el método de exposición elegido funciona en el sentido narrativo, es decir que la lectura resulta ágil y amena, tanto por el interés de los textos como por la habilidad con que Bergen los combina. La cuidada traducción española ayuda a ello.

La pronta publicación del libro en España merece ser celebrada porque aborda un asunto crucial que, en medio de la discusión de los detalles técnicos de la investigación acerca del 11-M y de las diferentes especulaciones conspirativas, parecemos haber casi olvidado: el de la naturaleza del enemigo que con tanta ferocidad nos ha atacado y que puede volver a atacarnos. La acertada apuesta de Bergen es que podemos aprender mucho sobre la red terrorista global encabezada por Al Qaeda si prestamos atención a sus palabras. Para conseguir nuevos adeptos a su causa y estimular la realización de nuevos ataques, Al Qaeda tiene que dedicar mucha energía a difundir sus ideas, hasta el punto de que dispone de su propio brazo mediático, Al Sahab (Las Nubes), responsable de la producción de esas grabaciones en audio o video con las que Bin Laden y, sobre todo, su segundo Al Zawahiri siguen comunicándose con el mundo, desde su ignoto refugio en la región fronteriza de Pakistán (pues es allí donde al parecer se esconden, aunque quizá en un área urbana y no en una montaña).

Quien haya seguido con atención el tema en los medios de comunicación internacionales conocerá sin duda bastantes de los textos que Bergen publica, y aun así le será útil la compilación, mientras que para los demás lectores Osama de cerca resultará la mejor introducción a la vida y la obra del gran enemigo de nuestra seguridad. A través de múltiples testimonios, Bergen ha reconstruido la vida de Osama Bin Laden en la ciudad saudí de Yedda, cuando era un joven particularmente religioso -en contra de lo que a veces se ha dicho-; ha rememorado su crucial experiencia en Afganistán, donde la victoria sobre los soviéticos le llenó de confianza acerca de las posibilidades de un puñado de combatientes impulsados por la fe; ha analizado el origen y desarrollo de Al Qaeda hasta los atentados del 11-S y ha recogido la información disponible acerca de lo que ocurrió después de que Bin Laden huyera de Afganistán, a finales de 2001.

Esto último resulta lo más interesante, precisamente porque sabemos menos. ¿Se ha debilitado Al Qaeda tras la pérdida de su base afgana? ¿Cuál es su papel en la insurgencia iraquí? ¿En qué medida sigue influyendo Bin Laden en la marcha de los acontecimientos? Respecto a lo primero, Bergen se muestra cautamente optimista. Recoge algunos testimonios de islamistas convencidos de que los acontecimientos han tomado a partir del 11-S un rumbo desfavorable para su causa. Toda la potencia de los Estados Unidos se ha movilizado en su contra, ha caído el emirato de los talibanes en Afganistán, los saudíes mantienen su alianza con Washington y no hay un solo país musulmán que tenga visos de caer en manos de los seguidores de Bin Laden. Irak representa, sin embargo, una mancha oscura en este panorama optimista. En tiempos de Saddam Hussein, Al Qaeda no tenía una base en el país, pero en el marco de la insurgencia contra las tropas extranjeras, el jordano Abu Musab Al Zarqawi, jefe de una pequeña organización yihadista, ha podido realizar una eficaz campaña de atentados y se ha convertido en el jefe local de Al Qaeda tras haber jurado lealtad a Bin Laden. Después de que Bergen concluyera su libro, un ataque aéreo americano ha librado a Irak y al mundo del feroz Zarqawi, pero su estrategia de atacar a los chiíes para generar un ambiente de guerra civil ha dado resultado y el gran temor es que los yihadistas fogueados en Irak lleven en el futuro el terror a otros países.

En cuanto al propio Bin Laden, es difícil imaginar que mantenga el control operativo de los atentados que se vienen sucediendo en distintas partes del mundo, pero no hay duda de que sigue jugando un gran papel como fuente de inspiración y un mensaje suyo puede conducir a que se perpetren ataques. Bergen cita el caso de la cinta de audio del líder yihadista emitida por Al Yazira en octubre de 2003, en la que llamó a que se atentara contra los países que mantenían tropas en Irak, como muy pronto ocurriría en Madrid y más tarde en Londres. En definitiva, Al Qaeda puede provocar mucho sufrimiento, pero Bergen está convencido de que no logrará arrastrar a las masas musulmanas porque, más allá de su llamamiento a la muerte, carece de un programa mínimamente articulado y atractivo. Un mundo como el de los talibanes no representa el futuro que la mayor parte de los musulmanes desea.

Al Qaeda y España en la mente del asesino

Bin Laden nos amenazó en octubre de 2003: "Nos reservamos el derecho de tomar represalias en el momento y el lugar adecuados contra todos los países implicados, en especial contra el Reino Unido, España, Australia, Polonia, Japón e Italia...". Pero esta referencia a nuestro país, única que cita Bergen, no fue la primera ni la última, porque los líderes de Al Qaeda han aludido varias veces a Al Andalus. Ya en 1994 Bin Laden llamó a los musulmanes a la recuperación de todas las tierras perdidas "desde Palestina a Al Andalus". Y en enero de 2004 se refirió a la infiel España, "la perdida Al Andalus", como un ejemplo positivo, al afirmar que su economía es más sólida que la árabe, "porque allí los gobernantes han de rendir cuentas". Pero lo grave es que el recuerdo de que España fue un tiempo musulmana nos sigue poniendo en el punto de mira de la yihad.

Como destaca Fernando Reinares en un reciente artículo ("¿Cuál es la amenaza que el terrorismo yihadista supone actualmente para España?", www.realinstitutoelcano.org), en los últimos meses se han multiplicado los mensaje amenazadores. En febrero pasado se ha difundido una grabación en la que Zawahiri expresaba su esperanza de que Dios concediera a los yihadistas magrebíes el favor de pisar pronto "el usurpado Al Andalus". Esto resulta muy inquietante si tenemos en cuenta que el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, un grupo yihadista argelino con muchos atentados a sus espaldas y con presencia en España (al que pertenecía Allekema Lamari, uno de los suicidas de Leganés), se ha incorporado formalmente a Al Qaeda y ha anunciado su voluntad de cumplir mediante la yihad el precepto divino ineludible de recuperar Al Andalus. Conviene recordar también que, en el video en el que reivindicaron los atentados del 11-M, sus autores se refirieron a "la tierra de Tarek ben Yihad", aludiendo al caudillo musulmán que en el año 711 emprendió la conquista de España. Y más específicamente el propio Zawahiri denunció en diciembre pasado "la ocupación musulmana de Ceuta y Melilla". No hay que alarmarse, pero sí hay que tomar en serio la amenaza.