Image: El libro negro de los cuentos

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Letras

El libro negro de los cuentos

A.S Byatt

24 mayo, 2007 02:00

A.S Byatt. Foto: Bonnier-Forlagen

Alfaguara. Trad. Susana Rodríguez. 212 páginas. 18’50 euros

Para buena parte de la crítica y la academia Posesión (1990) es considerada una de las mejores novelas inglesas de finales del siglo pasado. El romántico juego entre realidad y ficción -nunca existió la "olvidada y recuperada" poeta de la novela, como creyeron un buen número de lectores- y la posterior versión cinematográfica de la novela, sirvieron para popularizar una autora, Antonia Byatt, que ratificaría su calidad literaria con posteriores títulos de calidad como el volumen The Matisse Stories (1995) y la novela La mujer que silba (2002).

En El libro negro de los cuentos se recogen cinco historias extraordinarias. Utilizo el adjetivo en el más amplio sentido de la palabra, pues tanto la sustancia argumental, que recuerda los fantásticos relatos de Poe, como la calidad narrativa-literaria de cada uno de ellos merectal calificativo.

"Un hombre es su cuerpo, su cuerpo es un hombre" (pág. 64) leemos en "Arte corporal" y el cuerpo humano es el auténtico centro gravitatorio alrededor del cual giran estos cinco relatos, a primera vista heterogéneos en el fondo, aunque su estructura se articule siempre en torno a unA pareja narrativa. "La cosa del bosque" cuenta la historia de dos niñas evacuadas de Londres durante la II Guerra mundial que vieron una "cosa" durante una escapada en el bosque que definiría el resto de sus vidas. "Arte corporal" narra la compleja relación de un pragmático ginecólogo y una enigmática y espiritual joven artista. "Una mujer de piedra" se desarrolla en torno a la vida de Inés, "una metamorfosis andante", pues, tras sufrir una intervención quirúrgica, comprueba cómo su cuerpo pierde progresivamente la sensibilidad humana para convertirse en piedra. "Material en bruto" parece evocar la filosofía de Posesión, pues la complejidad de la creación literaria se convierte en objeto de disección cuando un mediocre autor reconvertido en profesor de creación literaria advierte la calidad literaria en una de sus alumnas más maduras. Y "La cinta rosa", en donde encontramos a una anciana pareja viviendo en un mundo de teletubbies en el que encuentran una suerte de remedio para paliar la galopante demencia que ha comenzado a sufrir la esposa... aunque los mayores problemas sean los del esposo, que comienza a ver el fantasma de su mujer antes incluso del fallecimiento.

La apriorística tragedia que presenta cada una de las historias pierde su original intensidad en beneficio de esa cierta bondad, en algunos casos ingenuidad, catártica que con recurrente frecuencia caracteriza a los personajes de Byatt. Penny y Primrose, las protagonistas del primer cuento, no pueden olvidar la "cosa" que vieron o creyeron ver durante la infantil escapada al bosque, pero tan intenso como el encuentro fue lo acontecido con Alys, otra niña que pidió acompañarla y de la que nunca volvió a tenerse noticia. En otros casos es la singular relación que se establece entre las parejas lo que posibilita la reflexión del lector; "...escribo porque me gustan las palabras. Supongo que si me gustaran las piedras me pondría a esculpir" (p. 164) afirma con la sencillez y candidez de una niña la ya anciana Cicely Fox; exactamente igual que Inés, quien, "Se preguntó, con ánimo fatalista e indolente, qué ocurriría cuando fuera toda de piedra, si cesaría de respirar, ver y moverse" (pág. 113). Lo que encontramos en estas historias, entre otras cosas, es un sistemático cuestionamiento de la tradicional división entre realidad y fantasía, pues es en esta última, parece querer trasmitir Byatt, donde encontramos la verdadera esencia de la cotidianidad.