Noche cerrada

Existen dos tipos de narradores: los que piensan en el lector y los que no lo hacen. Los primeros entienden la literatura como algo al alcance de cualquiera. Los segundos escriben para quienes comparten sus claves.

Al primero de esos grupos pertenece Emilio Bueso (Castellón, 1974), autor afecto al género de terror que con esta primera novela sienta algunas importantes bases, empezando por su interés por el lector. La suya es una literatura de cuentacuentos, fiel a una buena historia, documentada, ágil. En esta novela se nos cuenta que una ex militar, ahora vigilante de seguridad, acepta vigilar una finca rural durante el turno de noche. Es un lugar -el género manda- donde ocurren cosas extrañas. Hay sustos, atmósferas inquietantes y personajes bien urdidos. Pero el autor pretende huir del lugar común. Y lo consigue, lo cual no siempre es fácil en un género tan trillado.

¿Reproches? A Bueso me gustaría exigirle la eliminación de ciertos giros demasiado coloquiales. Sin ellos, la novela sería perfecta. Y al editor, un enorme tirón de orejas: ¿por qué desvela en la contracubierta toda la intriga de la novela, que es la causa por la cual ocurren los sucesos paranormales? Lo curioso es que a pesar de esa torpeza del editor, la novela de Bueso merece la pena ser leída. Y, como siempre ocurre en toda buena novela, hay algo más, claro. En este caso, en clave de revisión de la memoria histórica. Pero no les voy a proporcionar más detalles, para no hacer como el editor bocazas.