Image: La gran tentación. Franco, el Imperio colonial y los planes de intervención en la Segunda

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Letras

La gran tentación. Franco, el Imperio colonial y los planes de intervención en la Segunda

Manuel Ros Agudo

13 marzo, 2008 01:00

Hitler y Franco en Hendaya en octubre en 1940.

Styria. Barcelona, 2008. 415 páginas, 19’50 euros

Verano de 1940. Hace ya nueve meses -septiembre del año anterior- que se produjo la ocupación alemana de Polonia. Fue la gota que colmó el vaso de las contemporizaciones francesas y británicas con Hitler. Con la invasión había comenzado por fin la guerra que tantos auguraban o temían, una guerra que presentaba ya todos los visos de catástrofe sin precedentes. No se sabía bien hasta qué punto. Es importante, sin embargo, para lo que luego se debe argumentar, que no adelantemos acontecimientos ni enjuiciemos desde hoy sino todo lo contrario, que hagamos un esfuerzo para mirar la situación a ras de época. Y lo primero que salta entonces a la vista es el carácter de acometida feroz e imparable de la maquinaria del Tercer Reich. Nada se le resiste, todas las barreras se derrumban a su paso. A uno y otro lado van cayendo países como fichas de dominó: Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y, finalmente, la propia Francia. Un paseo militar, como suele decirse, y en esto caso, nunca mejor aplicado.

En cuestión de pocos meses buena parte del continente europeo se halla directamente bajo la bota nazi, mientras otros países adoptan la forma sumisa de gobierno títere o aliado. Sólo Gran Bretaña se perfila desafiante y parece decidida a resistir el huracán, pero a esas alturas y con tales antecedentes son mayoría los que apuestan por su rendición, más temprano que tarde. En este contexto y bajo dichas circunstancias hay que entender los acontecimientos e ideas que se desmenuzan en este libro de Manuel Ros Agudo, autor del que conocíamos estimables trabajos sobre espionaje y servicios secretos en el período 1936-1945 como La guerra secreta de Franco (Crítica, 2002) y, en colaboración con Morten Heiberg, La trama oculta de la guerra civil (Crítica, 2005).

Con el rescoldo de la guerra civil aún humeante, España se halla completamente exhausta, sea cual sea el aspecto que se considere. No es etapa especialmente propicia para aventuras exteriores, simplemente porque apenas hay fuerzas para ello. Una larga tradición política e historiográfica ha presentado a Franco como el estadista consciente, el mandatario sensible al pulso alicaído de la nación que sabe resistir las presiones -fundamentalmente germanas- para entrar en la II Guerra Mundial. En esa senda, la imagen más difundida y aceptada en los ambientes conservadores incidía en la "clarividencia" del Generalísimo en la evaluación global del escenario bélico y, por lo que atañe a su táctica, la "astucia" de gallego con la que supo torear los apremios de Hitler para que España se incorporara inmediatamente a las potencias del Eje. Según este planteamiento, la prudencia de Franco habría salvado a España de la hecatombe y, de paso, también habría servido a sus propios intereses, logrando la supervivencia del régimen.

Pues bien, esa interpretación es la que cae por tierra con la documentación aportada en este libro. Es verdad que habría que rebajar un tanto el marchamo de originalidad que el autor anuncia en su introducción porque, frente a la interpretación conservadora antes esbozada, ya existía una -aún más poderosa- corriente historiográfica que sostenía, grosso modo, que Franco no había participado en la II Guerra Mundial al lado de los otros grandes dictadores por motivos ajenos a su voluntad, derivados en último término de la irrelevancia de España en el tablero mundial en aquellas circunstancias. Lo que este libro aporta es una documentación inédita -básicamente de archivos militares españoles- que esboza el pensamiento de Franco en esa coyuntura y que, sobre todo, perfila sin margen de duda los objetivos del régimen, los medios para conseguirlos y hasta las acciones (bélicas) que estaban en marcha. Nada menos que cuatro planes distintos: entre junio y diciembre de 1940, ocupación del Marruecos francés, ataque a Gibraltar e invasión de Portugal; en junio de 1942, ofensiva desde Cataluña sobre el mediodía francés.

¿Cómo es posible que una España exánime alimentara tan ambiciosos designios bélicos? Franco sabía que la nación no podía mantener una guerra larga pero... ¿y si se tratara de una audaz y sorpresiva operación de seis meses, como máximo? Aquí es donde entra el factor apuntado al principio: desde la atalaya de 1940 la victoria de Hitler parecía segura, casi al alcance de la mano. ¿Cómo resistir la tentación de apuntarse al carro del vencedor con un mínimo coste y la perspectiva de un gran imperio colonial en el norte africano? El autor subraya el peso de la mentalidad africanista en la cúpula político-militar de la época: Vigón, Yagöe, Varela, el propio Franco... Era la ocasión de conseguir la gran revancha frente a la odiada Francia, podía ser el momento de un nuevo reparto colonial en el que España podría sacudirse tantas humillaciones acumuladas desde el 98... Por otro lado, la mentalidad falangista no veía mal el desarrollo de la denominada "musculatura nacional"con una acción agresiva en el exterior, como por otra parte, realizaba la Italia de Mussolini y Ciano.

Para conseguir ese nuevo Imperio español, los grandes enemigos a batir eran incuestionablemente Francia e Inglaterra. La primera parte de este estudio tiene como centro la ciudad de Tánger y un protagonista indiscutible, el coronel Beigbeder, Alto Comisario de la zona primero y Ministro de Exteriores después (entre agosto de 1939 y octubre de 1940). Tánger era el "primer paso hacia el imperio". La incorporación de dicha ciudad al Protectorado español, que se consumó en junio de 1940 (violando su Estatuto, dicho sea de paso), iba a ser el comienzo de la plena ocupación del Marruecos francés. En esos momentos, como se dice para titular la segunda parte, parecía "la oportunidad de oro, el imperio posible". Franco esperaba por esas fechas las mínimas garantías de Hitler para entrar en la contienda: el primer plan diseñado era el ataque al Peñón, que debía complementarse con la ocupación preventiva de Portugal para evitar que los ingleses, en su respuesta bélica, se establecieran en la vecina República.

¿Por qué finalmente no se llevaron a cabo las acciones previstas? Franco era consciente de la debilidad militar española, sabía que un paso en falso era suicida. Quiso asegurar diplomáticamente la aventura bélica y fue aquí, en este punto, donde Vichy y Londres supieron jugar sus cartas pero, sobre todo, fue la renuencia de Hitler a dar garantías expresas lo que disuadió al dictador español (aunque no de modo definitivo, como prueban el proyecto de 1942 antes citado). El hecho de que los propósitos aquí expuestos no se materializaran no significa que su consideración y análisis no sean importantes. Sobre todo porque, como insiste con buenas razones el autor, no se trataba de meros ejercicios de Estado Mayor sino de auténticas y minuciosas "directivas de operaciones". Esta aportación no sólo arroja luz sobre la otra cara de la historia -lo que pudo haber sido e incluso estuvo a punto de ser- sino que sirve también para poner en tela de juicio algunos mitos: frente a las tesis de neutralidad consciente del régimen y, más concretamente, las pretendidas virtudes del Caudillo en este terreno (sagacidad y previsión), Ros Agudo pone en evidencia con documentos irrefutables "la verdadera disposición de Franco a entrar en guerra".

De temática similar, aunque de más amplias perspectivas, a la de La gran tentación es el último libro del hispanista inglés Stanley G. Payne que acaba de publicar La Esfera con el título de Franco y Hitler. Autor de ensayos como El colapso de la República o 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, Payne acomete en su última obra la tarea de llenar "un hueco" que, considera, existe aún en la historiografía, el del estudio del "abanico de relaciones que mantuvieron los regímenes español y alemán". De esta forma el relato se inicia en los días de la Guerra Civil, en dónde se hallan los orígenes del régimen franquista, recorre luego las diferentes posiciones mantenidas por el Régimen durante la Segunda Guerra Mundial que van de la "neutralidad" a la "no beligerancia", y concluye con los esfuerzos finales por escapar del "estigma del Eje".