Image: Editores en crisis

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Letras

Editores en crisis

Día del libro / El sector editorial

17 abril, 2008 02:00

A pesar de haber sido testigos de tantos años de crisis editorial, ahora que la burbuja inmobiliaria ha reventado y sus efectos comienzan a sentirse en todos los ámbitos de la vida, son ellos, los editores, los primeros y más sorprendidos. El Cultural quiere conocer hoy, de boca de sus protagonistas, responsables de 10 sellos de muy distintos presupuestos, dimensiones y ambición, si están sintiendo los efectos de la recesión y qué medidas van a tomar. Si, por ejemplo, disminuirá el número de novedades o las tiradas, o si piensan continuar esa carrera hacia adelante que hizo que el año pasado superásemos las 70.000 novedades. Jorge Herralde (Anagrama), Gregori Dolz (El Andén); Pepo Paz (Bartleby); Javier Fernández (Berenice); Ymelda Navajo (La Esfera); Ana Rosa Semprún (Espasa); Pote Huerta (Lengua de Trapo); Carmen Fernández de Blas (MR); Carlos Reves (Planeta) y Santiago Tobón (Sexto Piso) tienen la palabra.

En un negocio como el editorial en el que imaginación y talento se combinan a menudo con presupuestos millonarios y bastante vanidad, no resulta sencillo que un editor reconozca abiertamente que el panorama pinta mal. Esta vez, sin embargo, son mayoría los editores consultados que reconocen abiertamente el problema. Así, Pote Huerta (Lengua de Trapo), admite que "está afectando de manera considerable; el libro es muy sensible a la crisis: se abandona pronto, al entenderse como un bien de ocio. Paradójicamente, resulta más económico quedarse en casa leyendo un buen libro que salir a tomar algo". A fin de cuentas, apostilla Gregori Dolz (El Andén), "el sector editorial sufre por el menor poder adquisitivo de los ciudadanos, la gente ahora se lo piensa dos veces a la hora de gastarse 20 euros en un libro".

Bien de consumo no primario
Ymelda Navajo (La Esfera de los Libros) da un paso más, descubriendo otro factor clave: "Yo creo -dice- que la crisis puede afectar de manera importante al sector, igual que ha ocurrido en otras ocasiones. Por un lado, a las pequeñas librerías y, por otro, al descenso de las ventas en general. Bajarán las ventas medias y habrá más devoluciones".

A fin de cuentas, remata Carmen Fernández de Blas (Martínez Roca), "las crisis siempre afectan al sector editorial porque el libro es un bien de consumo no primario y por tanto es en lo primero que se ahorra. De todas formas creo que es un sector acostumbrado a las crisis y que lleva años en una tendencia que se acentuara más con la crisis y es que se venden más determinados libros y se venden mucho menos todos los demás. Si no tienen ninguno en los que se venden más las medias bajan y por tanto te afecta".

Otros, como Santiago Tobón (Sexto Piso) reconocen que aún no saben cómo va a afectar al libro, aunque "lo obvio es que en medio de una crisis económica se reduzca el consumo de productos que no son esenciales, y ahí entran los libros para casi todo el mundo. El sector editorial se dice en crisis desde hace mucho tiempo y eso hace también que ya no sepamos interpretar la situación."

Nada que ver, claro, con la claridad de ideas del último mohicano del mundo del libro, Jorge Herralde, que adelanta su previsión: "Sin duda afectará, pero nada que ver con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, particularmente insensata. Aunque todo diagnóstico es provisional, ante las incertidumbres económicas actuales: una ecuación con demasiadas incógnitas. Pero es evidente que la orgía de novedades, ocupando y desbordando todos los nichos (desde la literatura más sofisticada y exigente al bestseller más desacomplejado), tendrá un castigo y no sólo para los más imprudentes".

Un sector estancado
A fin de cuentas, señala Javier Fernández (Berenice), el sector "ya de por sí se encuentra estancado en los últimos tiempos. Aunque quizá sí se esté notando una mayor precaución por parte de los libreros a la hora de realizar sus compras, no sé si como resultado de la crisis global o de la enésima crisis del sector. Las tendencias sectoriales como la concentración o la desaparición del fondo o de los negocios más tradicionales, por poner algunos ejemplos, nos llevan acompañando desde mucho antes de la crisis económica".

Otra cuestión son las consecuencias concretas. Pepo Paz (Bartelby) constata "en el mercado de la edición de poesía la dificultad para acceder a las grandes superficies con nuestros libros, la casi inexistencia de reposiciones y una marginalización creciente de la poesía en los pocos espacios de venta a los que llega. Todo eso se traduce en un descenso de las ventas de muchos de los títulos editados. Pero no es algo aparentemente vinculado con una crisis del consumo".

Quizá porque, como decía el clásico, los hombres tienden a creer aquello que les conviene, Carlos Revés (Planeta) niega la mayor... a medias: "Venimos -explica- de un primer trimestre en el que ha habido algunos títulos que han vendido como nunca antes y, en cambio,otros han obtenido resultados tal vez menores de los inicialmente previstos. En cualquier caso, lo que se produce son las confirmaciones de tendencias ya apuntadas tiempo atrás, cuando, por cierto, las perspectivas económicas no eran ni de lejos las que hoy manejamos, es decir, un crecimiento lento, casi vegetativo del número de lectores global, pero, en paralelo, un creci-
imiento exponencial de la venta de algunos títulos". Aún más optimista es Ana Rosa Semprún (Espasa), que destaca el periodo de crecimiento y de ampliación a nuevas áreas editoriales de su sello. Pote Huerta, por su parte, apunta que "en las editoriales pequeñas, donde la horquilla de ventas es más estrecha, es posible que el descenso de ventas no sea tan pronunciado. O quizá podría decirse que los lectores de los sellos independientes son más fieles".

Medidas de urgencia
Quizá porque son cientos las editoriales que a lo largo de la historia se vieron obligadas a cerrar tras confiar ciegamente en esa supuesta fidelidad, los editores estudian las medidas de urgencia a adoptar, que van desde "una reducción drástica de novedades a publicar anualmente. Sin embargo, este cambio de estrategia responde más a la estrategia del nuevo equipo editorial de El Andén que a una respuesta a la crisis económica" (Dolz) A "disminuir las tiradas y el número de novedades a medio plazo. De hecho, creemos que este sería un buen momento para que todos los editores realizaran ese esfuerzo por la situación evidente de saturación del mercado, denunciada por muchos de los agentes del sector. Nuestros libreros seguro que lo agradecerían, y quizá también los propios lectores" (Pote Huerta). También se apuesta por "editar títulos más atractivos para los lectores e invertir más en marketing, aunque parezca una paradoja" (Ymelda Navajo) y "ajustar el número de novedades y en cuanto a las tiradas intentamos ser prudentes porque la devolución es el peor mal del sector y con la crisis puede agravarse aún más" (Fernández de Blas).

Otros, en cambio, justifican la huida hacia adelante, entre otras razones porque, según Reves, todas las editoriales del Grupo Planeta trabajan con un diseño que, a grandes trazos, fue ya efectuado en septiembre del año pasado por lo que respecta a los respectivos planes editoriales para 2008. "Ni la decisión de publicar unos determinados títulos ni su correspondiente previsión de tirada están hechos en primera instancia en función de la existencia o no de una bonanza económica, sino en razón de parámetros como nichos de mercado, tipología y gustos lectores, bondad literaria y similares. Lo que sí es preciso extremar, en cambio, son aspectos como el de la absorción, es decir el ratio que mide la relación entre el número de ejemplares impresos finalmente y la venta real. Los peores períodos en el sector editorial, siempre empiezan con la saturación de los almacenes". (Reves). También Anagrama seguira "con la misma velocidad de crucero de los últimos años. Y como siempre haremos las tiradas de acuerdo con las previsiones de ventas (y con los inevitables desajustes). Si se produce una contracción significativa de ventas en España, puede quedar compensada con las exportaciones a América Latina, cada vez más consolidadas e in crescendo, pese a la subida del euro"

¿Y el Estado?
Si por el momento aún no existe una respuesta solidaria del sector, sí coinciden en las medidas que el gobierno y las distintas autonomías deberían adoptar. A fin de cuentas, y como destaca Herralde, se trata de "lo de siempre, es decir lo que se hace de forma insuficiente: apoyo al fomento de la lectura, medidas fiscales para las librerías".

Carlos Revés apunta que "desde un punto de vista más estructural, creo que queda pendiente conseguir que en todas las etapas de la educación, y en especial entre los más pequeños, la lectura se asimile a un acto lúdico y no a imposiciones y perspectivas de obligación y aburrimiento". También Pepo Paz añade otras propuestas: "una política más activa de adquisiciones para las bibliotecas públicas, que la dotación de bibliotecas se haga través del sector de librerías, aunque el acuerdo marco entre gobiernos central y autónomicos no se está cumpliendo en todo el Estado. Y, por supuesto, todos los esfuerzos que se hagan para fomentar la lectura, en especial en los niveles educativos, nunca serán suficientes". Y, por su parte, Ana Rosa Semprún apuesta por "una mayor presencia de los libros en los medios de comunicación públicos sería de gran ayuda".

Peticiones para el Día del Libro
Mientras llegan esas soluciones públicas y privadas, mientras escampa la tan temida crisis, los editores lo esperan todo del próximo Día del Libro. Para empezar, un ruego unánime, "que no llueva" (Herralde) para que "la gente participe y se deje llevar por la magia de las palabras y la imaginación" (Pepo Paz) y hacer ese día "y como siempre buena parte de la facturación anual en Cataluña" (Ymelda Navajo). Sí, "que la fiesta se repita y la calle se llene de gente para comprar libros... Es el día más bonito del año" (Ana Rosa Semprún).

Lo será aún más si el 23 de abril san Jorge derrota a la crisis y los malos augurios armado tan solo de un libro y una rosa, y acompañado por miles de escritores y lectores. A fin de cuentas, es su día. El del Libro.