Image: Novela extranjera. Cambio de signo

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Letras

Novela extranjera. Cambio de signo

13 noviembre, 2008 01:00

Houellebecq, Banville, Updike y Dan Brown. Delante, Don Delillo, Philip Roth, Pamuk y Murakami

10 años de El Cultural

La última década ha asistido a un cambio en las letras internacionales: la literatura de calidad fue arrollada por los superventas. La mayoría de los lectores no busca conocimiento o placer estético, sino entretenimiento. Con todo, vivimos una edad dorada del libro.

Hoy se publican y venden más volúmenes que nunca, y cada año aparecen novelas de calidad. Junto a los Dan Brown (El código da Vinci, 2003; más de 75 millones de ejemplares vendidos) surgen escritores como el Nobel turco Orhan Pamuk (Me llamo rojo, 1998, Nieve, 2002). Nada malo hay en ello. Incluso los lectores fanáticos reconocemos que en el mundo actual, regido por el deprisa, deprisa, la índole de nuestra lectura ha cambiado. El tener un libro en las manos propicia un momento de calma, una pausa en el vértigo digital que nos rodea.

También la novela internacional de la última década ha cambiado de signo. Vivimos el declive del postmodernismo, acelerado por una ficción de corte realista, que ofrece el contenido ausente del entorno de imágenes superficiales que nos rodean. Los experimentos narcisistas del postmodernismo son sustituidos por relatos llenos de mundo y personajes, de personas.

El boom de la novela oriental
Y frente al perenne desfile publicitario de cuerpos jóvenes, la novela de Philip Roth, por ejemplo, trabajó con un talento y una sinceridad extraordinarios en la representación del hombre mayor (Elegía, 2006; Sale el espectro, 2007). La novela india acaparó nuestra atención por el crisol de culturas que revela, con escritores como Kiran Desai (El legado de la pérdida, 2007), Vikram Chandra (Juegos sagrados, 2007), y Salman Rushdie (Hijos de la medianoche, 1995, Shalimar, el payaso, 2005, The enchantress of Florence, 2008), entre otros.

La novela de crimen se ha convertido en uno de los mejores vehículos para enganchar al lector, entretenerlo y, en muchos casos, ofrecerle un contenido de calidad. Desde clásicos como John Grisham (El informe Pelícano, 1999; La apelación, 2008) hasta escritores que alternan la novela artística y la de crimen, como John Banville (El mar, 2005), que firma estas últimas como Benjamin Black (El secreto de Christine, 2007; El otro nombre de Laura, 2008) o Julian Barnes, alias Dan Cavanaugh. Barnes publicó una de las joyas del género (Arthur & George, 2007).

La novela histórica ha conocido también un éxito singular. Quizás corresponda a Las benignas (2007), del franco-americano Jonathan Littell, el lugar de honor por esta narración de las atrocidades nazis. John Boyne (El niño con el pijama de rayas, 2006) labora en la misma línea. La pasada década ha visto la definitiva consagración de los ingleses Martin Amis (La casa de los encuentros, 2008) o Ian McEwan (ámsterdam, 1998; Sábado, 2006; Chesil Beach, 2008). Ambos escriben novelas de corte clásico, donde desvelan aspectos nuevos de la sensibilidad humana. Resulta una autora fulgurante Zadie Smith (Sobre la belleza, 2005). Otros grandes nombres de la novela anglosajona, que actúan con independencia de su medio, son los premios Nobel J.M. Coetzee (Elizabeth Costello, 2003; Hombre lento, Nadine Gordimer, y Doris Lessing.

La novela norteamericana merece un apartado propio. Lo preside John Updike, quien, junto con Don de Lillo, han ficcionalizado los ataques terroristas del 11-S. Paul Auster (Brooklyn Follies, 2006; Un hombre en la oscuridad, 2008), Cormak McCarthy (Todos los hermosos caballos, 1999; La carretera, 2007), Joyce Carol Oates (La hija del sepulturero, 2008) han confirmado su extraordinaria calidad, mientras Norman Mailer volvió a sorprendernos con una novela sobre la juventud de Hitler (El castillo en el bosque, 2007). Sin embargo,la verdadera novedad en ficción norteamericana la encontramos en los hispanos de habla inglesa: Sandra Cisneros (Caramelo, 2003) y el dominicano Junot Díaz (La maravillosa vida breve de Oscar Wao, 2007).

La representación del mundo contemporáneo en su aspecto más progresista, inaugurado por Douglas Coupland (Generación X, 1991; JPOD, 2006; El ladrón de chicles, 2008) y por Brett Easton Ellis (Glamourama, 1999; Lunar Park, 2006), brilla con menor intensidad. Michel Houllebecq (Las partículas elementales, 1998; Plataforma, 2001, La posibilidad de una isla, 2005), y el japonés Haruki Murakami (Tokio Blues, 2005, Kafka en la orilla, 2006, After dark, 2008) los han relevado.

Baste una nómina para rescatar algunos nombres importantes de la pasada década: Peter Carey, Alessandro Baricco, Josef Winkler, John Le Carré, la croata Dubravka Uresic, Ismail Kadaré, V.S Naipul, Amos Oz, Daniel Pennac, la rusa Luzmila Ulitskaya, los preferidos de millones de lectores Paolo Coelho, y John Irving, Alice Munro, y el siempre olvidado Pramoedya AnantaToer