Image: La Tate Britain rastrea la huella de van Dyck en Gran Bretaña

Image: La Tate Britain rastrea la huella de van Dyck en Gran Bretaña

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La Tate Britain rastrea la huella de van Dyck en Gran Bretaña

El artista flamenco llegó a ser pintor de la corte de Carlos I, hasta su muerte en 1641

16 febrero, 2009 01:00

Detalle de Rey montado a caballo (1633), de Anthony van Dyck (1599-1641). Foto: EFE

EFE
La faceta más retratista de Anthony van Dyck (1599-1641) centra una exposición que el Museo Tate Britain dedica al maestro flamenco durante sus años en Gran Bretaña, donde fue pintor de la corte del rey Carlos I hasta su muerte en 1641.

Unas noventa pinturas del artista y otras de predecesores y posteriores a él conforman Van Dyck y Gran Bretaña, que podrá ser vista desde este 18 de febrero y hasta el próximo 17 de mayo.

Dividida en ocho salas, la muestra destaca la influencia que el pintor tuvo desde que en 1632 se instaló en Inglaterra invitado por Carlos I (1600-1649), así como su legado pues su estilo dominó el retrato en este país durante más de doscientos años.

La primera sala está dedicada a los artistas que precedieron a Van Dyck, especialmente Daniel Mytens, principal pintor de la realeza hacia 1620, y Cornelius Johnson, otro de los maestros con mayor actividad artística en Londres.

Si bien Van Dyck había visitado Inglaterra brevemente hacia 1621, regresó en 1632 por invitación de Carlos I, con el que el artista tuvo una gran relación, la más importante que pudo haber entre un monarca y un artista, dijo Kevin Sharpe, profesor de la Universidad Queen Mary de Londres.

A tal punto fue estrecha la relación que el Rey le otorgó a Van Dyck el título de caballero y le entregó una propiedad en el barrio de Blackfriars, en Londres, afirmó Sharpe.

El influjo fue inmenso pues el pintor transformó la imagen de la monarquía y la aristocracia en el Reino Unido, agregó.

Esta influencia se puede ver en la segunda sala de la Tate Britain, que muestra los trabajos más importantes que Van Dyck hizo para la corte de Carlos I, como el del Rey montado a caballo (1633), perteneciente a la Colección Real británica; la pintura de la princesa Mary (1636), hija del monarca, y otra de Carlos II de pequeño (1632 a 1635), hijo del rey Carlos I.

Felicidad fingida
Hacia esta época, Carlos I quería que Van Dyck crease retratos suyos que permitieran reforzar su imagen pública, a través de cuadros que mostrasen a una familia real feliz y sólida.

Sin embargo, esa imagen era una mera ilusión pues la relación entre el Rey y el Parlamento era cada vez más tensa y el monarca estaba cada vez más aislado, antes de que estallase la guerra civil inglesa en 1942, según la galería.

Durante su estancia en Inglaterra, Van Dyck no sólo pintó para la corte, sino para terratenientes, que querían recurrir a los servicios del maestro flamenco para que éste reflejase en sus retratos toda la influencia que tenían en el país.

Entre los que acudieron a Van Dyck está Thomas Wentworth, político y uno de los hombres más poderosos de la época, y Thomas Howard, decimocuarto conde de Arundel.

La Tate Modern resalta, además, los cuadros que Van Dyck dedicó a su familia y sus amigos, así como autorretratos, entre ellos uno prestado por el Museo Nacional del Prado de Madrid.

Pero Van Dyck murió antes de que estallase la guerra civil (1942-1649), que obligó a Carlos I a establecer su corte en el exilio en Oxford y fue ejecutado en 1649.

Por esta época Inglaterra vivía momentos de gran conflicto político, con Oliver Cronwell como su protector hasta que se restableció la monarquía con el reinado de Carlos II.

Esta revolución en política no se tradujo, sin embargo, en la pintura, según la Tate Britain, que hace hincapié en que el legado visual de Van Dyck influyó en artistas como Peter Lely, Francis Hayman, Thomas Gainsborough o John Singer Sargent, ya en el siglo XX.