Image: Fragmento de Biografía. Clint Eastwood

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Letras

Fragmento de Biografía. Clint Eastwood

Por Patrick McGilligan. Lumen

29 enero, 2010 01:00

Malpaso tenía problemas, no solo en los tribunales, sino también entre bastidores.



Algunos opinaban que Sondra Locke tenía algo que ver con los problemas y con el cambio de guardia que se produjo en 1979-1980 y que carecía de precedentes en Malpaso. A ojos de algunos, Locke era una mujer fría y astuta, que parecía capaz de manipular a Clint. En cambio, quienes conocían desde hacía tiempo al astro (y sabían lo que les había pasado a Arthur Lubin, Bill Thompkins, Ted Post, Jack Kosslyn, Sonia Chernus y otros) creían que era uno de sus periódicos ciclos «bajos», en que culpaba a otras personas de sus fracasos o frustraciones.

Uno de los que salieron ganando fue el hombre ascendido a director para La gran pelea: Buddy van Horn. Su padre había sido veterinario en Universal. El otrora doble y especialista, que Don Siegel había legado a Clint, había trabajado en producciones de Malpaso durante una década.

Además, era el compañero de golf favorito del astro cuando rodaban exteriores. Haber actuado de doble y ser compañero de golf tal vez no fuera la mejor credencial para un director, pero Clint quería a alguien «que no tuviera declaraciones personales que hacer», en palabras de Richard Schickel.

Uno de los que salieron perdiendo fue James Fargo, el hombre que había dirigido una película de Harry el Sucio (Harry el ejecutor) y el primer éxito de Philo Beddoe, Duro de pelar. Fargo había trabajado por un sueldo ridículo.

Con Clint, si eres leal, trabajas en todas las películas -contaba Fargo-. Tienes garantizado tal número de horas, por lo general cobrando un poco más de la tarifa establecida, pero no mucho más. Puede que en una película no ganes tanto dinero como otros, pero si le sigues la corriente, no dejas de trabajar.

Ahí está el problema -continuaba Fargo-. Cuando te ascienden desde dentro, es maravilloso. Pero cobré la tarifa establecida en Harry el ejecutor, y un poquito más (hasta cien mil dólares por diez semanas garantizadas) en Duro de pelar. Entre ambas dirigí una película por la que me pagaron trescientos mil dólares, cuando trescientos mil dólares era mucho dinero. Por una parte, te sientes agradecido, y por otra, has de morderte la lengua.

Fargo cometió el error de pensar que su talento como director tal vez tenía algo que ver con los méritos de Harry el ejecutor y de Duro de pelar. Cuando esta empezó a dar dinero a espuertas, ya no pudo morderse la lengua por más tiempo. Ordenó a su agente que telefoneara a Malpaso para pedir a Clint una ínfima parte de los beneficios. Puede que fuera el mayor error que haya cometido jamás. Nunca más volvió a trabajar en Malpaso. Si alguien preguntaba por qué, la respuesta era que había estropeado algunas escenas de Duro de pelar, y que Clint, no Fargo, era el responsable de aquellos toques cómicos tan acertados.



Rexford Metz, director de fotografía de Ruta suicida y Duro de pelar, también cayó en desgracia. Estaba realizando pruebas de efectos especiales para Firefox con unos pocos miembros del equipo, entre ellos el piloto de helicóptero James Gavin y el productor Bob Daley, cuando «hicimos algo que molestó a Clint» y este anuló la operación. Puesto que Clint estaba ilocalizable, como ocurría siempre entre película y película, Daley se vio obligado a tomar una decisión de la que aquel discrepó. Cuando Clint protestó, Daley hizo otro comentario indiscreto: «Bien, la próxima vez procura estar presente para tomar tú mismo las decisiones».

Estaba previsto que Metz fuera el director de fotografía de Bronco Billy. El equipo, incluido el operador Jack Green, lo había contratado él. Metz fue despedido y se contrató a David Worth. Metz suponía, al recordar aquel episodio, que el motivo tal vez fuera que siempre insistía en que se aumentara la iluminación de las escenas. Con Clint podría haber sido cualquier cosa, incluso una vergonzosa derrota en un partido de tenis. Metz y su novia habían vencido a Clint y Sondra Locke en un partido de dobles. «Mientras lo comentábamos en nuestra habitación -contó Metz-, mi novia dijo: "Ha sido estupendo. Podremos ir por ahí diciendo que hemos ganado a Clint Eastwood al tenis". Yo dije: "Creo que hemos cometido un error de bulto. Creo que habría sido mejor dejarles ganar".

David Worth, cuya fotografía para Bronco Billy había sido muy admirada, solo duraría dos películas, ambas producciones de Robert Daley. Hay que decir que Worth está eternamente agradecido a Clint por haberle facilitado «el doctorado en realización de películas». Bruce Surtees regresaría para los dos siguientes filmes de Malpaso, y detrás de él, pisándole los talones y con la respiración entrecortada, estaba Jack Green, que hacía lo imposible por emular a Surtees.

Robert Daley Productions desapareció tras La gran pelea. La razón es que, después de más de veinte años de amistad, Clint prescindió de Daley, que había sido su productor durante diez. No hubo ningún anuncio oficial y todavía hoy la gente habla entre susurros de los posibles motivos, que continúan siendo inciertos.

En todo caso, los empleados de Malpaso comentan que Daley no se había mostrado demasiado entusiasmado con la relación de Clint y Sondra Locke. Seguía siendo leal a Maggie. Se sentía violento sabiendo que había otras mujeres en la vida de Clint. No le gustaba la tacañería en materia de presupuesto y salarios, ni ir mendigando productos y servicios «de regalo», cosa que sabía innecesaria, sobre todo porque Clint valía cientos de millones de dólares.

La idea de crear Robert Daley Productions, que en teoría era una inteligente maniobra empresarial, se convirtió en una especie de sabotaje. Daley no solo vio cómo su nombre adquiría mayor importancia, sino que por primera vez obtuvo porcentajes de los beneficios (la única persona, además de Clint). Puede que a Clint no le gustara sentar ese precedente, dicen algunos.

Clint rezongaba al ver que Daley apenas aparecía durante el rodaje en exteriores de Bronco Billy. El productor prefería quedarse en su despacho sin duda con la creciente sensación de que estaba nadando en alta mar sin salvavidas. Su ayudante, Fritz Manes, a quien la gente amaba o detestaba, era un «hombre del pueblo» cuya energía y ambición parecían inagotables. Manes tensó la cuerda de buen grado.

Para colmo, Manes y Clint salían juntos y bromeaban como adolescentes. Manes acababa de separarse de su esposa y disfrutaba yendo juerga. Era un hombre desmesurado, con n sentido del humor irreverente. En cambio Daley volvía a casa con su mujer después del trabajo y «nunca salía para echar un polvo o unas risas», en palabras de Manes. Amaba los libros, coleccionaba primeras ediciones y era capaz de citar a poetas de la época clásica. Manes era un ex marine y podía conseguir que la gente desfilara al unísono y vistiera ropa hortera como Clint.



El jefe había llegado a dominar los que eran los puntos fuertes de Daley (presupuestos y teneduría de libros) y dijo a este que constaría en los títulos de crédito de La gran pelea (aunque como «productor ejecutivo »), pero que esta sería su última producción para él. Clint solía recurrir al número de «Vamos a cerrar la oficina durante una temporada» para evitar enfrentamientos personales. «Era la primera vez que presenciaba ese número, pero no lo reconocí cuando me llegó el turno -contó Manes-. él nunca se encarga personalmente [de los despidos]. Esa es la cuestión. Siempre tiene a alguien que lo hace por él, o si no, "cierra" la oficina. "No vamos a hacer nada durante un año, de modo que cerraremos la oficina".»

Manes se ocupó de las tareas de producción de Bronco Billy en Wyoming, mientras Daley se quedaba sentado en su despacho, aturdido al pensar que debía despejar su escritorio y volver a casa. Esperaba más órdenes.

Clint telefoneaba a la oficina todos los días -contó Manes-, y hablaba con su secretaria, Betty, que había sustituido a Judy Hoyt. Lo primeroque le preguntaba era: «¿Sigue Daley ahí?». Ella bajaba mucho la voz y decía que sí. Tenía que trabajar con el tipo a diario, y es posible que él estuviera de pie al lado de su mesa. Clint decía: «No lo entiendo, joder. ¿Por qué no se larga? ¡Está acabado! ¿Por qué no se va de una puta vez?». Le soltaba todo esto a Betty, y yo estaba detrás. Cuando terminaba, me decía: «Será capullo. No sé por qué no se larga». Yo decía: «Clint, ¿por qué no le dices tú que se largue?».

Manes había sido padrino de la boda de Daley, al que ahora sucedería como mano derecha y productor de Clint. Era la tradición de aniquilación de Malpaso. «Sé que [Daley] me echaba la culpa a mí -afirmaba Manes-, pero yo nunca hice nada contra él, se equivocó él solito. Hacia el final, se tiró al suelo y se hizo el muerto.».

Algunos empleados dicen que Clint ascendió deliberadamente a productor al candidato menos idóneo. La elección de Manes, que solía aderezar sus frases con una interminable variedad de tacos, «daría por el saco» al sensible y leído Bob Daley.

«La mente de Clint funcionaba a menudo al revés -comentaba Paul Lippman, que también se peleó con el astro-, pues creo que a veces se pasaba de bueno con los amigos, tal vez de manera inconsciente, con el fin de compensar o expiar faltas con otras amistades que, por alguna extraña razón, parecían afectarle en lo más hondo, pero que también de forma extraña era incapaz de cambiar o remediar.»

Manes figuraría por primera vez como productor en los créditos de La gran pelea, aunque la película era oficialmente una producción de Robert Daley. Sin embargo, no recibiría muy a menudo ese título. Si bien ejercería de productor de facto en nueve producciones de Malpaso (llevando a cabo entre bastidores todas las tareas que por lo general se asocian a dicho cargo), solía aparecer de forma ambigua como «productor ejecutivo» o, peor todavía, como «gerente de unidad de producción».

«Con este tío [Clint] -explicó Manes-, era un milagro que se te reconociera algún mérito. Solía atragantarse con la palabra "productor". "Este es mi… ah… hum… ejem… Fritz Manes… él… ah… uh… produce." Era incapaz de decir: "Es mi productor".».

La siguiente película de Clint, Firefox, se vio amenazada por una huelga convocada por el Gremio de Directores Norteamericanos, de modo que Manes tuvo una idea (o tal vez fue una propuesta de Clint) para sortear las normas del sindicato que impedían al director entrar en la sala de montaje: el astro no solo sería el director del filme, sino también el productor, pues así podría quedarse en el estudio y trabajar en el montaje sin encrespar a los piquetes ni poner en peligro su situación en el Gremio de Directores. Así pues, en los títulos de crédito apareció por primera vez la frase «producida y dirigida por Clint Eastwood».

Se dio cuenta de que le gustaba -contó Manes-. Antes de eso solía decir: «Bien, no me gusta ver mi nombre en la pantalla dos veces, y tres veces sería desastroso». Durante cierto tiempo incluso rechazó que apareciera en los créditos «Una película de Clint Eastwood». Decía: «No puede ser "Una película de Clint Eastwood" protagonizada por Clint Eastwood y dirigida por Clint Eastwood». Después de Firefox empezó a decir: «No puedo poner "producida y dirigida por Clint Eastwood y Fritz Manes", ¿verdad? Tendrás que adoptar otro cargo: "productor ejecutivo"». De modo que yo era a menudo «productor ejecutivo » o incluso menos que eso. Qué listo, ¿eh? ¿No era una estupidez por mi parte? Dije que de acuerdo.

En el fondo Manes albergaba la esperanza de que su antiguo compañero de instituto le diera la oportunidad de actuar. Clint sabía que lo deseaba desde niño. El productor era bajito y tenía una pinta curiosa, con una melena estilo Beatles; era un hombre histriónico. Sin embargo, otras personas de Malpaso parecían tener más suerte que él y lograban que Clint les concediera breves apariciones. Este se reía de sus ambiciones, le daba papeles insignificantes o breves escenas que a buen seguro acabarían en el suelo de la sala de montaje, e incluso en una ocasión le hizo aparecer n una escena en la que se sabía que Manes haría el ridículo.



En Fuga de Alcatraz, Don Siegel y Clint dieron a Manes el papel de carcelero, con unas pocas frases. Le dijeron que tendría un momento destacado en una escena en la ducha. El vapor llenaba la sala mientras Manes se arrastraba por el suelo llamando a uno de los presos: «¡Wolf! ¡Wolf!». En los copiones, daba la impresión de que había un perro ladrando, y todo el mundo se echó a reír. Salvo Manes, que enrojeció y se sintió traicionado.

«Me la jugó -dijo Manes-. Siempre me la jugaba. Intentaba darme a entender que era indiferente que actuara o no. Pero él sabía, porque éramos amigos desde que yo era así de pequeño, que actuar era important para mí. Yo siempre iba a tener la oportunidad de actuar en su siguiente película. Entretanto, me estoy rompiendo el culo como productor.»

En cuanto a Bob Daley, su nombre desapareció del cine. Quienes le conocieron en Malpaso en los años setenta le describen invariablemente como un «hombre maravilloso», «superinteligente», «un tipo con clase». Dijo que estaba destrozado por lo sucedido y se negó a dejarse entrevistar para este libro. Al menos tiene la satisfacción de saber que no fue el único. Algunos recordaban una frase sarcástica de Daley que resulta reveladora: si alguna vez se quisiera convocar a una reunión a toda la gente a la que Clint ha jodido, habría que celebrarla en el Coliseum de Los ángeles.