Image: En la muerte de J. D. Salinger

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Letras

En la muerte de J. D. Salinger

2 febrero, 2010 01:00

Varias copias de El guardián entre el centeno junto al retrato de J.D Salinger. Foto: El Mundo

ELCULTURAL.es
A veces el silencio abruma más que la presencia mil veces repetida en todos los medios. Norman Mailer o Truman Capote, por ejemplo, no desperdiciaron una sola ocasión para publicitarse, hasta convertirse en caricaturas de sí mismos.

J. D. Salinger, en cambio, logró a lo largo de sus últimos 40 años de vida que nada trascendiese sobre él. Quien se atrevía a traspasar los muros de su privacidad se enfrentaba, de inmediato con una querella paralizante. No quería ser visto, leído, ni admirado. No quería ser.

Por eso, su muerte, el pasado 27 de enero en su casa del condado de Cornish, New Hampshire (EE.UU), de muerte natural, ha sorprendido menos a sus lectores de lo esperado. Para muchos llevaba décadas muerto.

Para todos quien sigue vivo, y para siempre, es Holden Caulfield, el protagonista de El guardian entre el centeno, el libro que le dio fama mundial.

El efecto Caulfield
El impacto de este libro en los lectores de los 70 millones de ejemplares que se han vendido en todo el mundo fue legendario: se dice que Mark David Chapman compró un ejemplar del libro la mañana del 8 de diciembre de 1980, escribió en él "Ésta es mi declaración", lo firmó y se lo llevó a la entrada del Edificio Dakota donde horas más tarde asesinaba a balazos a John Lennon. Tras los disparos, leyó tranquilamente el libro hasta que llegó la policía.

Publicado en 1951, cuando Salinger tenía 32 años, el libro que sería traducido al español en 1961 en Buenos Aires como El cazador oculto y que los lectores españoles conocen hoy como El guardián entre el centeno -en la polémica traducción de Carmen Criado para Alianza-, se convirtió inmediatamente en un clásico del siglo XX.

Su protagonista, un adolescente perdido, cínico, rebelde y tierno, llamado Holden Caulfield, escapaba de su descolorida vida escolar para vivir la aventura de la Gran Ciudad, una Nueva York de hoteles, solitarios y prostitutas, con el pensamiento siempre puesto en su adorada hermana Phoebe.

El guardián entre el centeno ha sido durante décadas una de las novelas clave de legiones de jóvenes, adolescentes y adultos. Cada año se vende 250.000 ejemplares .

Tras la aparición de su novela de hechuras míticas, el autor apenas escribió algunos relatos y novelas cortas como Nueve cuentos (1953), Franney y Zooey (1961) y Raise high the roof bean, Carpenters and Seymour: An introduction.

Salinger, el fugitivo de "talento infinito"
En 1965, J. D. Salinger desapareció, se esfumó y se negó a publicar nada más hasta su muerte. Ni novelas, ni artículos, ni entrevistas o fotografías, las únicas instantáneas conocidas durante todos estos años son robados a duras penas, desde la lejanía o auténticos atracos a mano armada, como su famosa instantánea a la entrada de un supermercado. El inicio de semejante y radical retiro no fue parejo, sin embargo, a una suspensión de su quehacer literario.

Según parece, Salinger siguió escribiendo sin pausa hasta el fin. En 1974, en una de las escasas y parcas entrevistas que concedió desde su retirada, afirmaba al New York Times: "Me gusta escribir. Amo escribir, pero escribo sólo para mí mismo y para mi placer".

El escritor al que Ernst Hemingway adjudicaría un "talento infinito" -Salinger, sin embargo, más adelante le denostaría, como también a Steinbeck y a otros escritores norteamericanos de entre los que salvaba únicamente a Melville- había nacido en Manhatan en 1919, hijo de un judío próspero importador de kosher y de una escocesa-irlandesa convertida a la religión de su marido. Comenzó a escribir desde los primeros compases de la adolescencia, iluminado bajo las sábanas por una linterna en el apartamento de Park Avenue en el que vivía junto a su familia. Y siguió escribiendo durante los cuatro años que sirvió en el Ejército. Como soldado de infantería participaría en el desembarco aliado en Normandía en 1944, acompañado siempre por su máquina de escribir, y sufriría en primera línea, como tantos jóvenes de su época, los horrores bélicos que plasmaría en algunos de sus cuentos.

Y Caulfield se topó con la censura española
Al regreso de la contienda, en 1945, se casó con una doctora francesa llamada Silvia, de la que un año después se divorciaría, y comenzó a publicar sus historias cortas en revistas como Story, Saturday Evening Post, Esquire y, finalmente, New Yorker, donde alcanzaría fama y prestigio internacional. En 1951, con apenas 32 años, dio a la imprenta una novela adolescente insólita, reflejo del ancestral miedo infantil a la asunción de responsabilidades que conlleva la madurez, que inmediatamente se convirtió en un fenómeno literario mundial sin parangón. El guardián entre el centeno no fue una novela fácil para la época. Su libérrima descripción de las torpes vicisitudes sexuales de su protagonista, y la rebeldía y el desenmascaramiento de las imposturas sociales de las que hacía gala el joven Caulfield provocaron un gran revuelo y retrasaron su publicación en países como España hasta 1977, tras el fin de la Dictadura. De la primera edición estadounidense pueden adquirirse hoy ejemplares en Ebay por unos 1.300 dólares.

Tras la aparición de El guardián entre el centeno, J. D. Salinger fue parco en novedades literarias,más allá de las ya citadas recopilaciones de relatos pobladas por niños y personajes disfuncionales y perturbados. Y desde 1964 el silencio. Huyendo quizás de la fama, amante de un quehacer, el de la escritura, que no parecía necesitar para él de la aprobación de lector alguno, su renuencia a las entrevistas y su rechazo del escrutinio de su vida privada se tornaron legendarias, acrecentando un misterio que paradójicamente le convirtió en el autor más deseado y buscado del siglo.

Últimas aventuras del espectro
¿Qué puede decirse de los cuarenta años en los que la presencia pública de Salinger apenas adquirió una entidad más consistente que la de un espectro? Poca cosa, algo más ya al final de su vida, debido a las dos o tres polémicas que le obligaron a defender su obra y las intromisiones en su vida. En 1955 se había casado con Claire Douglas, unión que duraría 12 años hasta que se divorció en 1967. En tal separación parece ser que influyeron los primeros flirteos del escritor con el orientalismo y los cultos místicos que más tarde se tornarían auténticas pasiones que le acercarían a sectas como la Cienciología. En 1982 reurrió a los tribunales para impedir la publicación de una entrevista falsa en una revista estadounidense, mientras que en 1987 intentó sin éxito que se prohibiera la impresión de una biografía que no había autorizado.

Todo oscurantismo remite en el imaginario público a la excentricidad y a la necesidad de ocultar conductas y pulsiones inadecuadas. En el caso de Salinger tales impresiones parecieron confirmarse cuando salieron a la luz las memorias de su ex amante Joyce Maynard y su hija Margaret Salinger, de las que emergía el perfil de un ególatra e impulsivo mujeriego que ingería su propia orina y cuyas obsesivas afecciones religiosas turbaron seriamente su raciocinio. Pero la acusación principal de su hija Margaret fue la de haber arrastrado a toda su familia a su enfermiza reclusión, lo que llegó a situarla al borde del suicidio.

A mediados del pasado 2009, el escritor estadounidense presentó una demanda en Nueva York contra el autor, la editorial y la distribuidora de una nueva novela que se anunciaba como la secuela de su aclamada El guardián entre el centeno. Salinger, entonces de 90 años, quería evitar la publicación de la obra 60 Years Later: Coming Through the Rye. En la demanda, el escritor dejó constancia de que el frustrado libro se trataba "simple y puramente de un plagio". La llamada secuela presentaba, según la demanda, a Holden Caulfield recorriendo las calles de Nueva York tras escaparse de una residencia de ancianos en una trama ambientada unos sesenta años después de la época retratada en la obra original. El pasado verano un juez dio a Salinger la razón y prohibió su publicación.

¿Filmaciones inéditas?
La más sorprendente noticia tras la muerte del genio huraño y obsesivo que inventó al inquieto y vivísimo Holden Caulfield ha sido la existencia de un documental de más de dos horas sobre su vida rodado por el cineasta Shane Salerno que podría incluir una esperadísima entrevista a Salinger de unos cinco minutos. Fruto del trabajo de cuatro años y aún sin fecha de estreno, la cinta ofrecería filmaciones inéditas del autor y en ella habrían participado más de 150 personas, desde sus compañeros de The New Yorker a escritores como Tom Wolfe, E. L. Doctorow o Gore Vidal y actores como Philip Seymour Hoffman o Martin Sheen. Más combustible pues, junto con la posible publicación de la producción literaria inédita fruto de más de cinco décadas de escritura, para el crecimiento geométrico de una leyenda cuyos perfiles futuros se antojan imposibles de imaginar.