Image: María Dueñas, ¿tras la estela de Zafón?

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Letras

María Dueñas, ¿tras la estela de Zafón?

Las ventas de su novela El tiempo entre costuras, disparadas, ya alcanzan los 150.000 ejemplares

25 febrero, 2010 01:00

María Dueñas.

Alberto Ojeda
El tiempo entre costuras es una novela disparada. ¿Hacia dónde? ¿Hacia el mismo destino que La sombra del viento, Soldados de Salamina o El capitán Alatriste? Es quizá demasiado pronto para vaticinios, pero hay algunos datos que invitan a sospechar que estamos ante un verdadero fenómeno literario, de esos que poco a poco van tomando velocidad y luego ya no hay nadie que los frene.

"El libro salió emparedado entre Millennium e Ildefonso Falcones, en plena crisis económica, con una tirada de 3.500 ejemplares", explica María Dueñas (Puertollano, 1964), su autora. Tampoco Temas de hoy le dedicó ninguna campaña de lanzamiento especial. "Era normal, es mi primera novela publicada y a mí no me conocía nadie".

No eran pues las mejores circunstancias para hacerse un pequeño hueco en el mercado editorial, y menos para alcanzar las desorbitadas cifras que ahora luce: 14 ediciones, 150.000 ejemplares vendidos y tercer puesto en la lista de ventas de ficción. Pero el rudimentario método del boca a oído ha vuelto a demostrar su eficacia. En favor del libro también han jugado un papel clave la unción otorgada por algunos popes de la divulgación literaria en nuestro país. Sánchez Dragó, por ejemplo, ha dicho que sus 631 páginas tienen la virtud de atrapar "el perverso encanto de lo que el tiempo se llevó". Otros que se han sumado al coro de elogios han sido Javier Rioyo, Eduardo Torres-Dulce, Lorenzo Díaz...

Ella no tiene muy claro cómo se ha ido embalando el libro. "No tengo ninguna explicación. El éxito quizá se deba a que puede interesar a varios tipos de lectores: a aquellos que les gusta la novela histórica, pero no banal; a los que buscan romanticismo, porque tiene grandes historias de afectos; a los que les va la intriga, por su trasfondo de espionaje...". Ahí queda su hipótesis, fundada en la ella denomina "múltiples lecturas transversales".

La verdad es que El tiempo entre costuras está tejida con una diversidad de hilos narrativos. Sira Quiroga, una joven modista que, pocos meses antes de que estalle la Guerra Civil, se ve arrastrada por un amor desmedido hacia un hombre al que apenas conoce hasta la ciudad de Tánger y luego, cuando se diluye dicho amor desmedido, recala en Tetuán. La peripecia íntima de su protagonista le da pie a Dueñas para recrear la vida cotidiana y las vicisitudes historiográficas del Protectorado Español en Marruecos. Es algo que ha hecho con toda intención: "Me resultaba sorprendente que la literatura española no se haya ocupado más de una experiencia histórica tan evocadora".

Conocimiento de causa
A ella esa experiencia le toca muy de cerca. Su madre nació allí en 1940 y aguantó hasta el 56, cuando Marruecos recuperó la soberanía sobre el territorio. Escribe pues con conocimiento de causa. Aunque también dedicó todo el otoño del 2006 a documentarse sobre la época, enclaustrada en archivos y hemerotecas. Y el 2007, íntegro, se escapó escribiendo el libro. "Lo más delicado durante la escritura ha sido mantener un equilibrio entre la pura ficción y el andamiaje histórico-real sobre la que se asienta", explica Dueñas.

De ese plano historiográfico sobresale la figura de Juan Luis Beigbeder, Alto Comisario del Protectorado (de 1937 al 1939) y Ministro de Exteriores del régimen franquista entre 1939 y 1940. "Es un personaje fascinante, con sus luces y sus sombras". De estas últimas, Dueñas señala su labor de reclutamiento de las tropas moras que lucharon en la Guerra Civil, las de la leyenda negra. Y de las luces destaca su osadía a la hora de enfrentarse a Franco y su cuñadísimo Serrano Suñer, que se lo querían quitar de en medio.

Es que el dictador no tardó en arrepentirse de haberle nombrado como responsable de la representación de su Gobierno en el extranjero. Sobre todo cuando la Guerra Mundial, en sus primeros compases, parecía que se decantaba del lado nazi. La anglofilia de Beigbeder le convertía en un incómodo personaje. Franco quería sustituirlo por Serrano Suñer, germanófilo acreditado.

Por diversos avatares que no viene al caso referir aquí, la modista y el militar acaban colaborando, con un mismo objetivo: pasar información a los ingleses. Ella tiene un método muy peculiar: pespuntear sus trajes de acuerdo al código morse. Esta excusa narrativa, fruto de la imaginación, queda diluida en el marco histórico. Y Ramón Buenaventura, máxima autoridad en asuntos tangerinos y del Protectorado en general, cree esa disolución ha alcanzado "un alto grado de verosimilitud, algo que el lector acoge con deleite". Veremos donde llega.