Fernández Porta: Para criticar a la generación Nocilla hay que haberla leído
Acaba de ganar el premio Anagrama de Ensayo con el libro Eros, la superproducción de los afectos, en el que analiza la relación íntima entre el capitalismo y el amor
15 abril, 2010 02:00El profesor barcelonés de Nuevos Ámbitos Literarios Eloy Fernández Porta ha ganado hoy el XXXVIII Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 8.000 euros. Foto: Marta Pérez
Marta CaballeroEloy Fernández Porta (Barcelona, 1974) acaba de ser galardonado con el premio Anagrama de Ensayo por su libro Eros, la superproducción de los afectos, una obra sobre sociología de las relaciones personales con el vínculo entre amor y el capitalismo como tema de base. "Aunque parezcan términos antagónicos, están muy relacionados, porque el capitalismo requiere que el amor se genere de la misma forma que el amor necesita al capitalismo para poder definirse moralmente", empieza explicando el autor de títulos como Afterpop y Homo Sampler. Precisamente, en este último libro Fernández Porta ya se había adentrado en un binomio que ahora desarrolla a través de ejemplos prácticos, como un anuncio de Cash Converter que reza: "Si tu novia te ha puesto los cuernos, véngate vendiendo los regalitos que te hizo".
La obra, según expone él mismo, tiene una parte de ensayo y también bastante de ficción, a través de "un relato que describe nuestra época desde el año 2040". A través de ese salto, el autor argumenta que para entonces se nos verá bajo el término del mercado afectivo. "Ellos estarán en la fase del fin del capitalismo y lo mirarán como un edén perdido, de la misma manera que nosotros hemos idealizado el pasado viendo con cierto romanticismo o nostalgia unas relaciones que eran mucho más duras de como las imaginamos", ahonda.
La obra galardonada, de 400 páginas, se detiene también en la historia de la producción de los sentimientos, estudiados aquí como "una moda generada que luego desaparece". En este sentido, Fernández Porta analiza cómo según la época se dan sentimientos de lujo, pertenecientes a unos pocos, y sentimientos basura. "El vacío es algo que no puede sentir cualquiera, hay que tener una preparación", ejemplifica.
Para terminar de poner cara a esta obra, el escritor aporta que algunos de estos fenómenos los ha abordado desde distintas disciplinas: "un poco de poesía, un poco de narrativa y también de letrismo, a través de las canciones de Los Planetas y de Astrud". No acaban aquí las referencias concretas a la omnipresente cultura pop: Magnetic Fields (cuyo disco 69 love songs considera el ars amatoria de nuestra época), el cómic Watchmen, los libros de autoayuda y Foster Wallace son otras apariciones estelares en un ensayo que, insiste quien lo firma, habla de tantas cosas, "a través de monografías diluidas", que no puede decirse que sea un libro sobre todo lo nombrado en este artículo.
"No soy el ideólogo de la generación afterpop"
Miembro militante (por su profusión en convocatorias) de la llamada generación Nocilla, Fernández Porta no se considera, sin embargo, el ideólogo de este tan sonoro grupo de autores nacionales. No es, asegura, ese hombre que desde la universidad sirve la teoría para una serie de narradores muy identificados e identificables. "Soy lector y amigo de algunos de ellos, pero no me dedico a fundamentarlos, porque ellos lo hacen solos y porque lo que nos identifica es precisamente el hecho de imbricar la teoría en la ficción y viceversa", comenta Fernández Porta, que considera que este año los nocilleros (a saber, Fernández Mallo, Manuel Vilas, Kirmen Uribe, etcétera) han publicado "lo mejor de cada una de sus trayectorias".
"Es una generación cambiante, cada uno de estos escritores tiene una gran capacidad para reinventarse, de forma que no te puedo decir cómo nos verán dentro de algunos años", plantea preguntado por qué pasará cuando llegue el after, 'after pop'. "El juicio de la historia ya está ocurriendo y es tan injusto y tan caprichoso como cualquier otra cosa, por eso me hace tanta gracia preguntarme o que me pregunten qué se dirá de nosotros", contesta.
En cuanto el juicio que, de hecho, ya se está emitiendo en torno a los nocilleros, fragmentarios, afterpops o como quieran llamarse, se atisba cierta ofensa en la voz de Fernández Porta. "Se dicen cosas que son habladurías, me parece indispensable haber leído nuestros libros para poder hablar de ellos", condena el ensayista en torno al reportaje Los fragmentarios, ¿a muerte con los clásicos?, publicado en El Cultural el pasado mes de marzo, y en el que estos escritores jóvenes se defendían de las críticas vertidas sobre ellos por parte de colegas consagrados. "Me pasa con cierta frecuencia que veo comentarios en los que sale mi nombre y sé de sobra que no me han leído. Es horrible que los medios incluyan opiniones que son prejuicios".
"Nadie habla de Gamoneda por su pinta"
La respuesta del escritor plantea cierto debate, puesto que, al ser una generación ésta joven y dada a prodigarse en mesas redondas, festivales, medios de comunicación, etcétera, no puede evitar dejar un ruido tras de sí que es más que suficiente para generar opinión sin necesidad de conocer sus respectivas obras en profundidad. Este fenómeno se da, de igual forma, con los juicios positivos en torno a ellos. Señor Fernández Porta: ¿Qué opina de los jóvenes que se reconocen nocilleros, que tampoco han leído sus libros y que sólo se adscriben a su estética y temas por un cierto sentimiento de identificación? ¿Es consciente de que son muchos? El ganador del premio Anagrama de Ensayo niega la mayor: "No me he encontrado a nadie que me diga que le gusta lo que hago sin haberme leído. Si hablamos de la pinta que podamos tener, no sé... nadie habla de la pinta de Gamoneda en un medio de comunicación", se enfada. "Desde luego, si alguien que me ha leído me sugiere algo, yo me lo tomaré deportivamente, pero no lo haré con comentarios manifiestamente ignorantes", insiste.
Cambiando de frecuencia: ¿A quién, entonces, ha dirigido Eros, la superproducción de los afectos? Aquí lo tiene claro: "A cualquier persona que haya tenido relaciones afectivas en el capitalismo", concluye el escritor, que huye de las pompas de los ensayos tradicionales y del "estilo plomizo". Y luego, antes de colgar, recuerda: "Yo no me enfado, pero sé que se están diciendo cosas que no me parecen justas".