Eros. La superproducción de los afectos
Eloy Fernández Porta
28 mayo, 2010 02:00Honeymooon nude, de John Currin (1998)
Fernández Porta es profesor de Nuevos Ámbitos Literarios en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Sus dos primeros ensayos, Afterpop y Homo Sampler, también publicados por Anagrama, iluminaban aspectos de la realidad que habían pasado inadvertidos a la precedente generación de intelectuales. Con fuerza creativa hacía notar la presencia de la música en nuestras vidas. El pop no es sólo consumo privado, es también una gigantesca industria en la que las estrellas, la publicidad, los medios y otros muchos elementos se mezclan hasta conseguir una amalgama sin la cual es difícil entender buena parte del funcionamiento social de los países avanzados.
En esta tercera y premiada obra, Fernández Porta amplia su exploración de la vida relacional en el siglo XXI. Para urbanizar el nuevo territorio sigue con las originales y agudas herramientas conceptuales ya ensayadas con éxito. Ahora comienza con la reproducción de un anuncio de una empresa dedicada a comprar objetos de segunda mano y a revenderlos: "¿Tu novio te ha puesto los cuernos? Véngate vendiéndonos los regalitos que te hizo".
Transitar desde una relación amorosa hasta el dinero es lo que para Eloy Fernández Porta define toda ruptura amorosa desde los inicios del capitalismo emocional. El fin del enamoramiento no puede ser un acto íntimo en el hipercomunicado siglo XXI. "No existen las rupturas privadas". Romper un matrimonio, una pareja, significa volver al mercado, renovarse, adentrarse en nuevos recursos expresivos. Todo ello en el supuesto de que cada momento tiene su ars amandi: "En la época clásica, Ovidio; en la romántica, Stendhal; en nuestros días, a principios de siglo, es Stephin Merrit, su vehículo, el grupo The Magnetic Fields, y su obra, el 69 Love Songs".
Para Fernández Porta, que volverá a Stephin Merrit a lo largo del libro como el moscardón que golpea el vidrio de la ventana, lo esencial es que como señala su grupo, The Magnetic Fields, la poesía se transforma en cálculo. En realidad, aquí lo que está haciendo Eloy Fernández Porta es sumarse, con mucho sentido, a lo que desde Eva Illouz (véase nuestra recensión de La salvación del alma moderna, El Cultural, 9/4/2010) o Viviana A. Zelizer se viene afirmando como la mecantilización de los sentimientos y las emociones. El capitalismo emocional incorpora el amor a su capacidad productiva y lo convierte en uno de sus artilugios de venta más eficaces. Queda así en el centro de la "cultura de la obsesión relacional".
La página electrónica Craiglist sería la muestra perfecta de la cultura relacional convertida en industria. Funciona desde 1995 y ofrece anuncios por palabras en los que se pueden encontrar ofertas de trabajo, compañeros de piso, objetos variados y relaciones más o menos amorosas. Una de sus secciones está dedicada a los encuentros fallidos del tipo: "Te vi anteayer en tal lugar; tu llevabas una falda así y yo una camisa asá; nuestros ojos se cruzaron pero no llegamos a hablar… Estaré en el mismo sitio esperándote..."
Apoyado en su enciclopédico conocimiento de la música pop, el autor repasa las canciones de grupos como Guns N' Roses, Kortatu, La Polla Records, Astrud o Los Planetas para ir trazando un mosaico en el que las ruptura sentimental de Winehouse con Fielder-Civil se convierte en una ilustración clave para entender la transformación en interés económico de lo que antes era pasión amorosa. En este punteo de ilustraciones sobre las que se va asentando el relato, destaca por su potencia el análisis de los que el autor denomina el sentimiento Fox. Series de la cadena norteamericana como House, Nip/Tuc o Padre de Familia contribuyen a crear una estructura en la que los episodios televisivos generan un modelo de tendencias relacionales en las que se mezclan los códigos emotivos con los intereses monetarios.
Ya en sus páginas finales, Eloy Fernández Porta aprieta la trenza de las relaciones emocionales y amorosas con las directamente comerciales. En el comienzo del siglo XXI se habría consolidado una estructura en la que no se entenderían las unas sin las otras. El enamoramiento habría dejado de ser un acto puramente desinteresado y las actividades comerciales no podrían concebirse sin la presencia de las distintas formas de la afectividad.
Si, como afirma el autor, en los años 70 el discurso de la subjetividad se expresaba en los textos que subrayaban el deseo, ahora lo que marca tendencia es el paganismo del capital. El Onfray de Teoría del cuerpo enamorado: Por una erótica solar y el Paglia de En el circo no hay reglas: Una teoría pagana de la sexualidad encarnarían la propuesta de Eloy Fernández Porta en este volumen: "articular el desiderátum libidinal con la pragmática mercantilista". Se abre paso una nueva generación de pensadores. Trae, ya cuajada, su propia perspectiva. Atentos.
Amores de ocasión
Fernando Aramburu
El año pasado, mi amigo, el Cero, trabó relación afectiva por distintos conductos con diecisiete seres humanos, de los cuales conoció personalmente a seis. El Cero es masculino, femenino y lo que se tercie. Con ropa interior de marca, eso sí. En su página web se define como un hueco de recepción de emociones en sus ratos de ocio, por lo que, modestia aparte, se considera un benefactor. Se conforma con llenarse de lo que le den. Le encanta que le regalen muebles y que lo inviten a restaurantes exóticos. También le encanta hacer llorar, no mucho, dice, lo que se estile según la temporada, ya sea procurando a su pareja del momento la plenitud verbal de la expectativa amorosa, ya sea mediante la escenificación de la ruptura, actividad ésta en la que se desenvuelve con admirable destreza. Colecciona orgasmos, pero sólo ama de verdad a su cocker spaniel.