El menor espectáculo del mundo
Félix J. Palma
9 julio, 2010 02:00Félix J. Palma. Foto: Sonia Arnáiz
Con El menor espectáculo del mundo suma ya cinco títulos a su haber cuentístico. Lo componen nueve relatos que ilustran con tino los rasgos de su personalidad creadora. Nueve historias independientes como los números de un espectáculo circense, unidos por la intención de hacer que los hombres asuman el poder de la palabra para narrar (no solo) sus desventuras amorosas parodiando el fracaso, asumiendo, a veces, con resignación, los tiempos muertos de la vida conyugal, y a veces lanzándose a una pirueta desesperada para evitar la caída. El más atrevido en sus cabriolas y en la composición ("Margabarismos") desmonta la historia sentimental de Mario, un hombre obsesionado por atender a las pintadas del retrete del bar que frecuenta, mientras pierde a su mujer, como pierde el trabajo y la cordura "en lo que tarda en soltarse un hueso". La baza de la sorpresa ilustra "El país de las muñecas", donde la anécdota de Kafka y sus cartas de consuelo a una niña que ha perdido su muñeca sirve de soporte a un argumento que flaquearía si no fuera por el giro inesperado con el que corona las últimas escenas. Entren también en "Las siete vidas (o así) de Sebastián Mongorance". O en la concentrada intensidad narrativa de "Una palabra tuya", en el que un incidente absurdo deja encerrado en un trastero a un padre que disponía del tiempo justo para recoger a su hija. Y para terminar, "Bibelot", una fuga conmovedora, o un consuelo frente a esas maneras de amar o de dejar de hacerlo: crear un mundo dentro del mundo, en el que poder ser felices con sus propias leyes. Sólo hay que esperar que alguien lo sacuda. ¡Pasen, pues, y lean!