Image: Diez años con Carmiña, escritora y personaje

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Letras

Diez años con Carmiña, escritora y personaje

En el aniversario de su fallecimiento, su hermana y el editor de sus Obras Completas recuerdan a la autora, en cuyo legado han trabajado durante años

22 julio, 2010 02:00

Arriba, Carmen Martín Gaite. Foto: Chema Conesa. Abajo, Ana Martín Gaite durante la presentación del volumen tercero de las Obras Completas de su hermana Carmen. Foto: Juan M. Espinosa

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) se fue corriendo hace 10 años con muchas cosas sin pasar a limpio. "¿Qué hago yo con toda esta balumba?" Le preguntaba a su hermana Ana, que hoy recuerda la ambición de la escritora y del resto de su familia por "habitar el tiempo". Ana, que ha sido la persona encargada de organizar ese material, tiene hoy 86 años y siente rabia cuando se tiene que meter en la cama: "Mi hermana era una gran ambiciosa de su tiempo, lo éramos todos en mi casa. Toda esa cantidad de obra que ha dejado ha sido a base de ganar tiempo. Y, sin embargo, no dejabas de verla en todos los estrenos o con sus amigos, sobre todo con los jóvenes, pero luego recuperaba de madrugada", recuerda.

Para Ana, estos diez años sin Carmen han sido más bien diez años con Carmen, porque desde su muerte no ha dejado de trabajar en recuperar su legado, a pesar de que aquella no era su profesión. "Yo la leía como hermana, y cuando de repente se muere no hacía más que pensar en aquello de no te vayas todavía, porque ella era muy caótica y yo he tenido que trabajar mucho hasta que he entendido su caos, ha sido muy difícil". Y en cambio, hace unos días vio la luz el tercero de siete tomos de sus Obras Completas (Galaxia Gutenberg), una colección definitiva que lanza Círculo de Lectores y que incluye algunos inéditos de la autora de Entre visillos. "He dudado mucho y he consultado muchas veces a gente de su entorno, como a Chirbes, por ejemplo", comenta Ana, que sufrió y vaciló en su cometido hasta que un día se topó con la siguiente frase de la narradora: "Si un día tuviera tiempo, ordenaría todo esto que tengo", y la asumió como parte de un testamento.

"Carmen latía en toda su obra"
Lo cierto es que la figura de Martín Gaite nunca corrió riesgo de olvido. Incluso mientras vivía, la vida y la cultura española fueron "muy justas con ella", lo dice su hermana. Pero había que salvarla de cierta reducción al personaje en el que, sin quererlo ella, se había convertido, y dejar paso a la escritora. Como editor de las Obras Completas, José Teruel siempre apostó por el texto más que por la persona, aunque admite que el propio personaje de Martín Gaite es en sí "un atractivo en su obra". No obstante, existía cierta necesidad de lograr que se la recordara "más por sus textos que por su boina", y a esta labor se ha dedicado durante sus otros tantos años más con que sin Carmen. "Tal vez aborde su biografía cuando acabe estas obras completas, pero reclamo más la atención en el texto", insiste.

Su hermana Ana es, en cambio, menos reacia a olvidar las peculiaridades de la forma de vivir -"siempre intensamente"- de la escritora: "Hay gente que intenta ser un personaje, pero ella nació así, como también lo hizo Rafael Sánchez Ferlosio", defiende. Y es que entre las imágenes de su niñez está la de Carmiña ya con la boina, "unos gorritos tricotados que nos hacía mi abuela y que yo me quitaba nada más bajar la escalera. Y Carmen, en cambio, dormía con ellos porque decía que el peor frío era el que entraba por la cabeza". Como esta hay mil anécdotas que hablan ya de una niña con una personalidad especial, como el hecho de que a los cinco años se bajara ya a desayunar a la lechería de abajo porque la leche, aunque fuera la misma que la de casa, "le sabía mejor allí". Con todo, quienes la conocieron aseguran que nunca tuvo conciencia de su excentricidad ni de ser alguien especial. "Cuando paseábamos me decía que por qué la miraban. Yo le contestaba que porque era Carmen Martín Gaite, y ella me respondía que menuda tontería, que qué era eso de llamar la atención en la Gran Vía o en Callao", evoca Ana.

Y mientras Caperucita en Manhattan es de facto un bestseller escolar y la escritora se cuela entre los programas de Bachillerato y en las Universidades, sus obras completas vienen a redundar en su consolidación como un clásico además de, aporta José Teruel, "un auténtico canon en la literatura española, y eso que hablamos de una mujer que murió hace sólo 10 años". El profesor de la Autónoma admite no dejar de sorprenderse de la permanente actualidad de la salmantina: "Es un clásico vivo, y no me refiero a las ventas sino a cómo, por ejemplo, la reciben y leen mis alumnos, o a la gente joven que veo en el metro leyéndola".

Algunas claves de sus Obras Completas

Aquí se acaba el cuento, con la publicación del séptimo tomo de sus Obras Completas no quedará nada publicable de la producción de Carmen Martín Gaite. Su hermana lo tiene claro, y tras ocho años rebuscando en su obra considera que con ese se cerrará el capítulo de la narradora. Pero estas obras, que sí acogen entre sus páginas algunos inéditos, como fue el caso de la novela taller La charca, son aún más definitivas por cuanto a la labor de cotejamiento que encierran y al carácter de herramienta que cobran para el estudioso. Su editor ha analizado manuscritos y ediciones príncipe, atendido a las notas y dado el peso que merecía a su producción ensayística, que ocupará tres tomos. Con ellas, la figura de Martín Gaite quedará asociada para siempre a la de un paradigma de mujer de las letras en la literatura española del siglo XX, como lo fue Zambrano.

En este sentido, Teruel destaca que la salmantina cultivó todos los géneros "sin entenderlos como compartimentos estancos". Además, y tras su profundo estudio de la escritora, pone de relieve "su particular relación con su propia obra, porque ella siempre habla desde la experiencia, algo que cobra aún más interés en los ensayos", expone el editor, que destaca cómo Martín Gaite tuvo siempre la necesidad de relatar su relación con el personaje, la época o el libro retratados. De esta peculiaridad surge, según el profesor, la sintonía de su legado con el lector, al que siempre tuvo muy presente a la hora de escribir: "La búsqueda del modo fue para ella el encuentro con un oyente".