Image: Cuentos reunidos

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Letras

Cuentos reunidos

F. Scott Fitzgerald

23 julio, 2010 02:00

Fitzgerald

Traducción de Justo Navarro. Alfaguara. Madrid, 2010. 926 páginas, 26 euros


En 1989 la prestigiosa editorial estadounidense Charles Scribner's Sons publicó una selecta edición de los mejores cuentos de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). La precedió Babilon Revisited and Other Stories (1960), pero no fue hasta la edición del prestigioso Matthiew Bruccoli, cincuenta años desde la muerte del inmortal autor de El gran Gatsby, cuando sus cuentos recibieron una merecida atención crítica. Se trataba de una selección de 43 historias, apenas un cuarto de cuantas escribió Fitzgerald, publicadas en los años 20 y 30, y que son las que conforman el volumen que ahora se ha traducido al español. Cada uno de los relatos viene precedido de una breve historia de su publicación y significación dentro del corpus artístico de Fitzgerald, y todo ello del "Prólogo" original del editor y de una introducción titulada "Un español en el mundo de Fitzgerald", de Justo Navarro, excelente traductor de las historias.

En la disposición de los cuentos, el profesor Bruccoli optó por el orden cronológico. Ello posibilita que podamos observar la significativa evolución del autor, desde el temprano "Cabeza y hombros" (febrero, 1920), o uno de mis preferidos, "Berenice se corta el pelo" (mayo, 1920), que es además un cuento premonitorio y predecesor de historias ideadas por otros autores sobre la lucha desesperada por triunfar en la vida, hasta "Domingo loco" (octubre, 1932), en el que la vida de Hollywood es el marco de esa especie de ejercicio catártico al que se somete el propio escritor mediante su singular alter ego Joel Coles. "Tiernamente adorables", el último título, es una especie de microrrelato, inédito hasta 1969, y que es un buen ejemplo de los intereses artísticos del novelista en sus últimos años, tal como también apreciamos en "La década perdida" (diciembre, 1939).

Utilizaba la expresión "merecida atención" al iniciar esta reseña porque la relación de Fitzgerald con el género del relato no ha estado exenta de cierta polémica. Mientras su amigo-enemigo Hemingway es reconocido de forma unánime como uno de los grandes cuentistas norteamericanos, los relatos de Fitzgerald han sido tradicionalmente considerados como artificiales, mediocres y escritos con el único propósito de reportar dividendos a su autor. El mismo Hemingway propició tal juicio al afirmar que Fitzgerald llegó a alterar el final de algunas historias para hacerlas más legibles, más comerciales. Como en tantas ocasiones, nunca pudo demostrarse la veracidad de tal afirmación y también resulta injusta la banalización respecto a la calidad artística de sus cuentos. Cierto es que la economía familiar de los Fitzgerald -que apenas si podía sustentarse con los derechos de autor de sus novelas- dependía en buena medida de los relatos publicados en el Saturday Evening Post o el Esquire. Sin embargo, la calidad literaria de un buen número de relatos, la mayoría incluidos en este volumen, resulta innegable, y de no ser por la impronta de sus novelas serían reconocidos en su justa medida. Me refiero a títulos como "El palacio de hielo", en el que se narra la historia de Sally Carrol, una joven sureña que tiene intención de casarse con un joven del norte pero que anula su compromiso ante el abismo que representan las diferencias culturales entre el norte y el sur. También resulta encomiable "El diamante tan grande como el Ritz", más una novella que un relato; o "Sueños de invierno", en el que creemos encontrarnos ante una condensación de esa joya literaria que es El gran Gatsby. No se puede obviar, por su popularidad actual, "El extraño caso de Benjamin Button". Aunque no es, a mi juicio, uno de los mejores relatos, su presencia se justifica por su versión fílmica, protagonizada por Brad Pitt, que obtuvo tres óscars y fue nominada a otros diez. En realidad, esa película puede entenderse como el justo reconocimiento a esta otra faceta literaria, la de los cuentos, de quien ha sido tradicionalmente reconocido exclusivamente por sus novelas.

Confesiones de un traductor

Justo Navarro, traductor del volumen, explica en las primeras páginas del libro cómo "durante casi dos años he viajado por los cuentos de Fitzgerald [...] No era un viaje fácil: he recorrido un mundo extraño, los Estados Unidos y la Europa para americanos de la edad de Fitzgerald, incluso parte de África, ciudades desconocidas donde sonaban canciones desconocidas, se jugaba a raros deportes y se hablaba de personajes célebres pero remotos".