Image: García de la Concha, el cicerone de las Correspondencias

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Letras

García de la Concha, el cicerone de las Correspondencias

Vargas Llosa y Muñoz Molina elogian en la presentación de Cinco novelas en clave simbólica la capacidad del director de la RAE en este ensayo para hallar las cualidades poéticas de sus libros

8 septiembre, 2010 02:00

Muñoz Molina, García de la Concha y Vargas LLosa durante la presentación de Cinco novelas en clave simbólica. Foto: EFE

En un abarrotado salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid se dieron cita este martes Mario Vargas Llosa, Antonio Muñoz Molina y Víctor García de la Concha, que habían acudido al edificio de Marqués de Casa Riera para presentar el nuevo ensayo del tercero, Cinco novelas en clave simbólica, texto en el que el director de la Real Academia Española disemina Volverás a región, La casa verde, Cien años de soledad, Madera de boj y Sefarad para descubrir al lector sus claves poéticas.

Vargas Llosa, algo abrumado al ser "una de las víctimas" del filólogo comenzó hablando de los puntos en común de estas cinco novelas, que coinciden en narrar historias "intrincadas y selváticas que desafían al lector y que ponen a prueba su agudeza y su inteligencia". Según el escritor peruano, García de la Concha propone, de esta forma, una lectura muy minuciosa para esclarecer ese fondo oculto de los cinco títulos seleccionados, "historias difíciles de captar de forma coherente y racional, ambiguas, sin cronología y con una prosa tumultuosa y atmosférica en la que los personajes pierden sus identidades".

Como ejemplo de la tesis de García de la Concha, Vargas Llosa citó el caso de Volverás a región, de Benet, una obra en la que, reconoce, siempre se sintió extraviado: "Las frases me seducían pero su prosa laberíntica no me permitía seguir la anécdota". Sin embargo, apuntó, el lector que logra desentrañar una anécdota confusa y contradictoria se percatará de que, en efecto, "las vidas no son nunca meridianamente claras en sí".

Vargas Llosa: "La crítica padece de frivolidad hoy"
A continuación, el novelista, que estos días presenta su novela El sueño del celta, celebró la habilidad del director de la RAE para hallar esos "espacios simbólicos" que se ocultan bajo la anécdota y que acaban creando una "geografía literaria que no refleja el mundo real de forma fidedigna sino deformada por las propias intenciones y convicciones del autor", algo que el propio Vargas Llosa experimentó a la hora de escribir La casa verde. Y esas convicciones surgen, añadió, de lo que queda en la memoria del que escribe. Si, por ejemplo, en el caso de Cela eran las leyendas y fantasmagorías de la Costa da Morte, en el de García Márquez lo fueron las anécdotas e historias de su abuela. En este sentido, concluyó el peruano, de lo que habla Cinco novelas en clave simbólica no es de otra cosa que de la relación entre la ficción y la vida. Más allá del lenguaje -"la carne de la literatura", definió-, lo que queda es una historia de la que éste depende. A su juicio, este ensayo llega en un momento muy oportuno en el que estamos ante una crítica literaria padece de cierta frivolidad siendo incapaz de facilitar la "comprensión cabal al lector", algo que, señaló, sí consigue un García de la Concha metido en este ensayo a "cicerone".

Muñoz Molina: "El libro halla las notas musicales dentro de la neblina"
Por su parte, Muñoz Molina en un homenaje al ponente vecino, recordó su lectura, a los 20 años, de La casa verde, un libro que fue para él "una descarga eléctrica" que entonces le descubrió dos cosas: "la fuerza de la novela como arte y la posibilidad de crear un orden y a la vez un relato del mundo real" de forma muy diferente a la que el autor de Sefarad conocía en su juventud. De lo que habla el libro de García de la Concha no es más que de "la celebración de la novela como un esfuerzo intelectual de primera clase y que puede producir placer estético y hasta sensual", pero también es, amplió, una celebración del acto de leer. "En eso consiste la crítica, en tomar el libro como pretexto para otra cosa", elogió refiriéndose al volumen de García de la Concha.

Para Muñoz Molina, este tipo de novelas que descubrió de joven arrastran la tradición literaria del XIX y la someten a las tensiones creativas de la modernidad. Todo sin menospreciar la narrativa anterior, expuso antes de quejarse de que en España llevemos "varias generaciones mirando por encima del hombro a Pérez Galdós". Con todo, de lo que se trata es de que el lector halle esas notas musicales dentro de la neblina, de la misma manera que un oído educado reconoce lo que se esconde bajo una pieza de Ravel. En este sentido, culminó, se ha sentido "comprendido" en el estudio de García de la Concha sobre Sefarad, pues el novelista siempre aspira a "un lector ideal que le devuelva a uno su propia obra". Un lector que, como cerró el propio García de la Concha, halle en el libro esas Correspondencias de las que habló Baudeleaire en su famoso soneto.