John Banville. Foto: ©Marta Calvo.

John Banville. Foto: ©Marta Calvo.

Letras

'La alquimia del tiempo', un paseo por el Dublín de John Banville

El autor de 'El mar' publica un 'memoir' dublinés plagado de momentos emotivos descritos con esa agudeza propia del escritor de Wexford.

28 julio, 2024 01:35

Tanto si el lector ha visitado Dublín, como si no lo ha hecho, a través de la plácida lectura del nuevo libro de John Banville, La alquimia del tiempo. Un memoir dublinés, tendrá la oportunidad de recorrer un Dublín que se modifica con la época. El autor de El mar propone un recorrido por los misteriosos trabajos de la melancolía de alguien que, habiendo dejado muy atrás al niño que fue, incluso al fantasma que fue antes de nacer, conserva aún en los laberintos de la memoria tantas imágenes formidables gracias a que mantiene la curiosidad infantil, dándole salida mediante la sinestesia.

La alquimia del tiempo

John Banville

Traducción de Miguel Temprano. Alfaguara, 2024. 190 páginas. 20,90€


En este texto exquisito por la cartografía de la capital irlandesa (parques, edificios, pubs, etcétera) los olores tienen un color preciso, los colores huelen, las voces además de oírse se pueden palpar, el tacto de algo libera en los lectores una sensación olfativa o acústica: es decir, los sentidos mezclan sus propiedades, los aromas se oyen, las voces tienen sabor, estamos ante el milagro de la sinestesia.

En estos siete capítulos John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) es un maestro del misterioso arte de la sinestesia, por lo que en las historias y personajes se produce ese milagro exquisito de que las sensaciones potencien sus propiedades. Pero además es un tratado profundo sobre el paso del tiempo y sus efectos, aparte de funcionar como recorrido reflexivo de lo que le preocupa como escritor. “Para bien o para mal, como escritor me interesa y siempre me ha interesado no lo que hace la gente –eso, como podría decir Joyce, con típico desdén joyceno, es cosa de periodistas–, sino lo que es”.

La alquimia del tiempo. Un memoir dublinés está plagado de momentos emotivos descritos con esa agudeza propia del escritor de Wexford. Banville plantea con humildad y elegancia los temas existenciales más relevantes: el amor, el deseo, la vida, el arte como esfuerzo de ir más allá de lo mundano, la muerte… y, claro, el tiempo y su funcionamiento en las diferentes etapas de la vida.

Como escribe el maestro irlandés, “volver la vista atrás hacia la vida de nuestros padres y compararla con la nuestra es un ejercicio que da vértigo”. Banville no se limita a registrar las cosas y los sentimientos, ahonda en ellos de un modo brillante, a través de un estilo terrenal y elevado, haciéndonos sentir la intemporalidad de los sitios de los que habla.

No estamos ante unas memorias de hechos, sino del ser, de la exploración de los recuerdos

En estas páginas confiesa que hasta que no creó a su “hermano siniestro Benjamin Black”, no consideró el potencial del Dublín de 1950; también que la imaginación es el lugar donde se puede “vivir una vida plena”; y la certeza de que debería haber vivido más y haber escrito menos. Algo de lo que deja constancia en la colaboración de un libro con unas connotaciones específicas.

Este paseo dublinés junto a Banville es cadencioso, posee luz, pero también oscuridad y la melancolía que tanto atrae al autor. No estamos ante unas memorias de hechos, sino del ser, de la exploración de los recuerdos con sus vaguedades y deseos, con sus mentiras y desgarros, con sus esperanzas y revelaciones.

A la vez es, claro, la confesión de las primeras veces y cómo esas experiencias configuraron la persona y el creador que es el irlandés John Banville. En este paseo en el que se combina el Banville del pasado, presente y acaso futuro con ese Dublín que “tiene su propia vida, al margen de nosotros, que somos unos parásitos, sus termitas, sus virus numerosísimos y despiadados”. Y es que la lectura de este genial texto deja poso, nos hace contemplar esa infancia que no se acaba nunca.