Bajo toda la lluvia del mundo
Hugo Mújica
17 septiembre, 2010 02:00Hugo Mújica. Foto: V. Gómez
Tras un breve primer relato, Las primeras gotas, donde se percibe la buena capacidad de observación y descripción del autor argentino, nos encontramos con el excelente "Un espejo abierto a la vida", que describe el celo por la intimidad, la privacidad y la libertad personal de un traductor solitario en el cuarto de su pensión con sólo ventanas imaginarias al mundo. Sospechamos ya que Mújica va a hablarnos en adelante de la soledad más extrema, en la que a uno sólo le queda la compañía de su reflejo. El logrado relato Bajo toda la lluvia..., que da título al volumen, con esa anciana caritativa, calada de agua, que se ocupa día tras día de sus "bebitos", los gatos abandonados de un solar, nos hace pensar que se mantendrá esta calidad a lo largo del libro, pues resulta un gran cuento con vuelco y sorpresa final. Por desgracia sólo algunas piezas más retienen el buen tono y la explosión en los últimos compases: es el caso de "Antes, mucho antes", "Miles, miles de palomas" o los conmovedores "Un poema, un brevísimo poema" y "El hueco de mi infancia" (duro choque de dos niños con la crueldad del mundo real).
La música clásica y la preocupación religiosa recorren también esta obra, en la que hay cabida también para piezas borgianas ambientadas en cortes de reyes y emperadores. Torpe y pesado el marear la perdiz de El testamento inconcluso, Dios ayuda al que se ayuda y el pretencioso e ineficaz Tratado sobre una hipótesis ilustrada. En su exposición del mal, Mújica abunda gratuitamente en el detalle salvaje o morboso (Una pequeña historia piadosa, Una danza de espasmos, In memoriam, o la recreación de cadáveres, llagas y moscas de Tedio Matinal). Afortunadamente brillan de veras las frases del diálogo entre Jesús y Judas en "Entre condenados".