Image: El Reina Sofía celebra sus 20 años con exposición y nueva ley

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Letras

El Reina Sofía celebra sus 20 años con exposición y nueva ley

La nueva normativa otorgará más autonomía al museo e igualará su sistema de gestión al del Prado

23 noviembre, 2010 01:00

Manuel Borja-Villel junto al Picasso, que abre el recorrido. Foto: Bernardo Díaz

Manuel Borja-Villel ha conseguido celebrar los 20 años del Museo Reina Sofía con la ansiada ley propia bajo el brazo. Así lo ha anunciado la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, que ha arropado al director en la presentación de este aniversario. A pesar de que la efeméride en cuestión ya pasó, ha sido hoy cuando la Reina Sofía ha visitado el centro que lleva su nombre para inaugurar uno de los platos fuertes de la temporada, la exposición ¿La guerra ha terminado?, una nueva lectura de los fondos del centro desde 1945 hasta finales de los años 60 que ocupa toda la cuarta planta.

Pero antes, tanto la ministra, como el director, el presidente del patronato, Guillermo de la Dehesa, han querido resumir los logros del Museo en estas dos décadas. Además de la autonomía que la nueva ley otorgará al Reina, que lo igualará en este sentido al sistema de gestión del Museo del Prado, González Sinde ha querido, y en esto coincide con el presidente del patronato, proponer a los ciudadanos la participación de manera clara en la vida del museo. De la Dehesa también ha expresado la intención del patronato de reforzar la presencia de la sociedad civil en el mismo, proponiendo a miembros que sean "personas con peso y relevancia para todos".

Los números del museo
En cuanto a las cifras de estos 20 años, hablan por sí solas: El Museo cuenta con 15.000 metros cuadrados de exposición entre los edificios de Nouvel y Sabatini, además de los 3.000 que suman los Palacios del Retiro; los 600.000 visitantes de hace dos décadas, se han convertido en 2.200.000 en 2010; la colección cuenta con 18.000 obras, 500 de las cuales se presentan hoy en la exposición...

Para Manuel Borja-Villel, 20 años no son nada, "y menos si nos comparamos con la Tate o el MoMA, instituciones de 1900 y 1929. Pero hay que echar la vista atrás para poder valorar lo que tenemos y para mirar al futuro en una época de cambios y crisis que nos hacen repensar los museos". Y de la exposición ¿La guerra ha terminado?, que ha servido de lujoso telón de fondo para conmemorar este aniversario, ha recordado que el año pasado se presentó la nueva relectura de las vanguardias en la colección, que ésta corresponde al periodo de los años 40 a finales de los 60, que ya trabajan en los años 80 y que el año que viene presentarán la parte más actual de los fondos.

Entre Picasso y Duchamp
La tensión es la base de esta nueva muestra. La tensión entre los dos focos artísticos, París y Nueva York; entre el comunismo y occidente; entre igualdad y libertad; entre la tradición pictórica y el conceptual; entre Picasso y Duchamp, en definitiva. Son 500 piezas más los documentos y archivos visuales y sonoros, que van desde carteles o ejemplares de La Codorniz a las películas de La ventana indiscreta de Hitchcock o Bienvenido Mr. Mashall de Berlanga.

Como no podía ser de otra manera, un picasso abre el recorrido, es el Monumento a los españoles muertos por Francia, y es que la guerra, la crudeza y la violencia centran esta primera parte de la muestra. El grito de Artaud o los dibujos de Josefa Tolra (artista vidente y desequilibrada rescatada aquí por el director) sorprenden al visitante que no debe esperar un recorrido lineal y ya sabido. Es la marca de la casa.

Después de asistir al último intento de arte oficial entramos en la sala dedicada al letrismo, otro movimiento transversal que se pone aquí en valor, que da paso a su vez a los reportajes que sobre la España de posguerra publicaron Brassaï y Eugene Smith. Dau Al Set y Miró nos encaminan hacia el imponente espacio dedicado al informalismo español, "al triunfo de la pintura", como explica el director. Las piezas que Tàpies y Chillida presentaron en la Bienal de Venecia del 58, así como las que llevó Oteiza a la de São Paulo en el 57, están aquí presentes. Otra de las salas más llamativas es la del expresionismo abstracto norteamericano con Clifford Still o Franz Kline como protagonistas; en el terreno local fueron Sempere o Equipo 57. Catalá Roca, Estampa Popular o el espacio de Alberto Greco (de nuevo la historia contada desde el margen) nos encaminan hacia el final de este paseo no sin antes volver a visitar a Picasso y sus modelos, y varios mirós de los años 60. La sala se llama "El final de la pintura".

La muerte de Duchamp interpretada por Arroyo, Aillaud y Recalcati en 1965 y la película La guerra ha terminado con guión de Semprún cierran un recorrido que nos acerca un paso más a la interpretación de nuestro arte de posguerra.