Celaya, aquí y ahora
Cien años de un poeta sentimental y luchador
18 marzo, 2011 01:00Gabriel Celaya
Hoy Gabriel Celaya hubiese cumplido cien años. Poeta social, sus versos tiñeron los años 50 del siglo pasado de reivindicaciones, luchas y esperanzas. Celaya maldijo la poesía "de quien no toma partido hasta mancharse", disparó versos cargados de futuro y de poesía necesaria. Pablo García Baena, alma del grupo Cántico, y el catedrático de la Universidad de Granada Antonio Chicharro, máximo especialista en la obra del creador vasco, evocan para El Cultural al amigo y al poeta. También publicamos un poema inédito de juventud y dibujos originales de Celaya.
Pablo García Baena
Mi relación con Gabriel Celaya no fue intensa pero sí larga en el tiempo. Comienza en 1947, cuando publica por primera vez en Cántico. Luego aparece en el Cuarto Cuaderno Extraordinario de la revista su libro de poemas El principio sin fin, ilustrado por Francisco Nieva. Y desde entonces, la relación no se rompió nunca. Celaya publicó a Ricardo Molina el libro Tres poemas en su coleción Norte. Sin embargo, todavía no nos conocíamos personalmente. Era una relación epistolar.
Nos conocimos en el Congreso de Poesía que el Ministerio de Cultura organizó en Santiago de Compostela, en 1954 . Acudimos desde Madrid, en autobuses, muchos poetas españoles. Celaya fue ya con Amparo e intimamos mucho con ellos, especialmente Vicente Núñez y yo. No recuerdo si nos volvimos a ver pero la amistad continuó muchos años gracias a abundantes y largas cartas. Una de las primeras que guardo es del 5 de julio de 1948:
"Mi querido amigo, me ha llegado Mientras cantan los pájaros y aunque reservo una lectura despaciosa para tu libro, no quiero dejar de darte una primera impresión. Tus poemas publicados en Cántico habían ganado ya mi fe en ti, pero el encontar un conjunto de poemas produce siempre una impresión distinta y más honda. Tu poesía es por de pronto directa (¿es posible que alguien la llame difícil?); pero es honda y secreta a pesar de que me parece advertir en ti un tipo de imaginación que quizás encontrara un magnífico cauce en el teatro. Quizás esta observación te parezca rara, pero hay en ti una especie de esplendor nocturno y de exuberancia conmovida que yo calificaría de teatrales, si por teatral no se entiende lo huecamente sonoro y verbal. Discúlpame por esa vaga, y casi incomprensible divagación, a que me ha movido una primera lectura de tu libro. Quiero seguir leyéndolo y, si gano un momento de calma, escribirte más inteligiblemente sobre él. [...]
»Tu poesía es poesía. Para afirmarlo me basta recordar algunos de los versos que ha quedado en mi memoria, pese a lo rápido de mi primera lectura. Por ejemplo (sin escoger) ‘y en las sombrías cámaras de pecados y púrpura'. ¡Qué extraña y poderosa conjunción de palabras! ¿Por qué es tan bella? ¿Hay alguien que pueda explicármelo? Leyéndote renace mi fe en la poesía siempre mágica".
Celaya alimentaba entonces su fuerte vocación poética. No se había radicalizado aún, ni comandaba a ese ejército de poetas sociales. En eso éramos muy distintos. Cántico no estaba en la poesía social, estaba solo en la poesía. Pero él escogió ese camino y ese camino tiene valor, por eso no se pueda desligar lo social de la poesía de Celaya. Ese gran fresco de poesía social que hizo es la razón por la que ahora sigamos hablando de él. Pero en un momento de su vida se extravió un poco. La tomó con los poetas andaluces y escribió unos poemas Contra el Sur, que yo no le tomé nunca en cuenta porque era mi amigo. Es verdad: siempre le he estimado más como amigo que como poeta.