Image: María Jesús Valdés, primera dama del teatro español

Image: María Jesús Valdés, primera dama del teatro español

Letras

María Jesús Valdés, primera dama del teatro español

Adiós a una actriz multigeneracional destinada a los grandes papeles

14 noviembre, 2011 01:00

María Jesús Valdésdurante una representación de Cartas de amor en 2002

Ayer fue incinerada en Getafe (Madrid) y por expreso deseo suyo María Jesús Valdés, una de las grandes actrices del teatro español del siglo XX, cuya reaparición en 1991 después de cincuenta años de ausencia de los escenarios permitió a nuevas generaciones conocer a una intérprete mayúscula que, a pesar de su edad y del tiempo que pasó fuera del oficio, no temió asumir riesgos escénicos y compartir su magisterio con los nuevos nombres de la escena. La Valdés estaba hecha de esa selecta madera en la que se tallan solo las grandes actrices destinadas a interpretar los grandes personajes teatrales.

La biografía de Valdés (Madrid, 1927) tiene un recorrido guadianesco. Menuda, muy guapa, con una voz bellísima y un gran instinto para la interpretación, destacó muy joven al conseguir, con tan solo 28 años, el Premio Nacional de Teatro y fundar compañía propia con José Luis Alonso, el director más innovador de la época. Había pertenecido antes a la compañía del Teatro Español y a la del María Guerrero. Se dice que fue novia de Buero Vallejo, quién le escribió a su medida La tejedora de sueños, aunque su mayor éxito le vino con, Historia de una escalera, que estrenó en 1949.

Con su compañía y con José Luis Alonso hizo un repertorio exquisito: Shakespeare, clásicos de Calderón y Lope, alta comedia inglesa. Y se rodeó de un conjunto de actores extraordinarios: Jesús Puente, Julieta Serrano, Agustín González, Alicia Hermida... Pero conoció a Vicente Gil, médico personal de Franco, y se casó con él en 1957. Tuvo cuatro hijos y no volvió a pisar un escenario hasta cincuenta años después, al enviudar.

Su vuelta fue inducida por Adolfo Marsillach y el productor Juanjo Seoane. Con una voz maravillosa y una gran naturalidad para el recitado en verso, Marsillach le propuso que impartiera unos talleres en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Poco después Seoane producía La dama del alba, dirigida por Pérez de la Fuente, y la estrenó en 1991. Su vuelta fue emocionante, consiguió poner a todo el teatro en pie el día del estreno.

Desde entonces se sucedieron los estrenos en su vida, de la mano de Pérez de la Fuente, que la convirtió en su actriz fetiche, con producciones tan arriesgadas como La visita de la vieja dama, en la que a su edad llegaba a desnudarse, La muerte de un viajante, o Carta de amor, un monólogo en el que interpretaba a la madre de Fernando Arrabal y que fue el gran éxito de su retorno. También trabajó para otros directores, como Calixto Bieito en La Casa de Bernarda Alba.

En el último lustro, Valdés se había alejado nuevamente de los escenarios por voluntad propia. No tenía ni la fuerza ni el ánimo de seguir. Pérez de la Fuente la dirigió en otro monólogo Óscar o la felicidad de existir que fue lo último que hizo, además de unos recitales de poesía con Manuel Galiana. Sin duda, deja un gran hueco en la escena española.