Letras

Historias de un dios menguante

José Mateos

9 diciembre, 2011 01:00

José Mateos. Foto: José del Río Mons

Pre-Textos. Valencia, 2011. 119 páginas. 13 euros

José Mateos (Jerez de la Frontera -Cádiz-, 1963) pertenece al nutrido batallón de los escritores minoritarios, sobre todo porque, fuera del ámbito poético -donde posee varias obras excelentes-, su producción en prosa no se adscribe fácilmente a una modalidad genérica determinada, sino que oscila entre esquemas literarios distintos sin atenerse a fronteras canónicas que los delimiten. Historias de un dios menguante constituye en la producción de este autor un caso especial, porque Mateos ha escogido decididamente el patrón del relato breve, y ha agrupado en el volumen nueve cuentos que merecen atención. En primer lugar, por su prosa impecable, precisa, capaz de dar relieve a hechos minúsculos y observaciones al parecer irrelevantes, pero que transmiten y mezclan con rigor elementos paisajísticos, estados de ánimo y sensaciones apenas insinuadas. En segundo, por el dominio de la elusión, de la mirada gracias a la cual se registran gestos y detalles que revelan más de lo que las palabras dicen estrictamente. Por último, la capacidad de contar incluye tanto historias que abarcan toda una vida ("La piedad") como breves destellos de tan sólo unas pocas horas ("El tratamiento", "La voz de la sangre").

Con pocas excepciones, cada uno de estos relatos exhibe un muestrario de diversos recursos narrativos que proporcionan densidad a la historia. Y la calidad es tan uniforme que resulta difícil señalar algunos cuentos por encima de otros. Así, en "La cueva sin eco", levísima anécdota organizada sobre la ejecución de unas mediciones geodésicas, la imagen de terracota hallada después de pasar tal vez "siglos y siglos sepultada bajo tierra" (p. 77) suscita probablemente en el personaje la idea implícita de resurrección y, con ella, el recuerdo amargo y melancólico de la compañera fallecida. "La piedad" es un sutil buceo, una exploración en los sentimientos filiales más profundos -incluso desconocidos por el propio sujeto- mediante una historia de pasos en falso y desencuentros entre madre e hija en una familia rota. En algunos casos, el marco narrativo no se reduce al estrecho recinto de una intimidad personal -aunque los sentimientos individuales continúen siendo la materia prima de la historia-, sino que lo desborda y amplía el campo de enfoque.

En "Alexis y la razón histórica", el viaje de los terroristas que transportan una furgoneta cargada de armas deja entrever cómo uno de ellos ha sido condenado a muerte por la organización en vista de su propósito de abandonar la lucha y emprender una vida menos azarosa. El repugnante negocio de la pederastia, desarrollado entre personas socialmente poderosas y de impecable apariencia, es el meollo del cuento titulado "Fútbol", y la homosexualidad semioculta constituye el eje de "¿Cuándo ocurre lo imposible?", relato ambientado durante un ciclo de conferencias en El Escorial. En "Hora de cobrar", el planteamiento de la historia -las dificultades económicas de unos personajes agobiados por las deudas y atemorizados por las amenazas de un acreedor- introduce en el lector, gracias a la analogía deliberada entre lo que se narra y muchas escenas reconocibles de cine negro y de gángsteres, la convicción de que el desenlace sólo puede ser funesto, sobre todo después del anuncio que el atribulado deudor formula ante el Gordo ("Vengo a matarte", p. 60), pero el peligro intuido se disuelve merced a una gradación narrativa que invierte las reglas habituales de aquellas narraciones, garantizando así la sorpresa final.

Excelentes relatos, que permiten desear futuras incursiones del autor jerezano en un territorio que tan brillantemente sabe recorrer.