La cabeza en llamas
Luis Mateo Díez
2 noviembre, 2012 01:00Luis Mateo Díez. Foto: Miguel A. Santos
Hace tiempo que Luis Mateo Díez ha llegado a la plena madurez literaria en el arte de contar, jalonando su larga trayectoria narrativa con numerosos textos memorables que son muestras ejemplares de su dominio de la narración en sus cuatro modalidades: novela, novela corta, cuento y microrrelato. En su último libro ha reunido cuatro novelas cortas más un breve epílogo en el cual el autor leonés reflexiona sobre los cuatro textos y sobre su irrenunciable vocación de escritor empeñado en contar la vida. En las cuatro nouvelles reaparecen, como es habitual en el creador , lugares de su universo provincial ya conocidos en sus narraciones anteriores (Doza, Borela, Armenta, entre otras de sus "ciudades de sombra"), temas que son constantes en su literatura (la fragilidad del ser humano, con especial hincapié en la infancia, la orfandad en internados, el desamparo, la soledad) y formas y maneras narrativas sustentadas en el humor, la deformación grotesca, el absurdo, el sueño e incluso la visión surrealista.Las mejores son las dos primeras; y la última es la más experimental de las cuatro. "La cabeza en llamas", que abre y da título al conjunto, es una historia de raigambre picaresca protagonizada por un adolescente tarambana, huérfano de padres, que saca de quicio a su abuelo y a sus tíos encargados de cuidarlo, hasta que, lejos de la familia y víctima de un accidente, deriva en amnésico solipsista en su irracional mundo onírico que le lleva, ya cuarentón, a un viaje hacia ninguna parte. Lo más destacado es el humor que impregna la extraviada existencia del incendiario Camil Molera, entre la salida coloquial y la parodia de citas clásicas. En "Luz del Amberes", tal vez la mejor de todas, se cuenta la reunión de dos sobrinos adolescentes, huérfanos y primos carnales, invitados por su tío a comer en el mejor restaurante de la ciudad. El inesperado encuentro propicia, al calor de la iluminación y la atmósfera física y emocional creada, la rememoración del anfitrión en sus recuerdos familiares y secretos imaginados que revelan su extravío existencial.
"Contemplación de la desgracia", la tercera nouvelle, es la más especulativa por su debate de ideas y análisis de sentimientos, también la más corta y la menos narrativa de las cuatro. Constituye una reflexión sobre la infelicidad sustentada en el sentimiento de la propia desgracia y su confrontación en la existencia real y en el teatro como espejo de la vida y fuente de catarsis. Por último, "Vidas de insecto", la más audaz en el experimentalismo de su concepción, invención y elocución, ofrece una visión disparatada de la educación en un colegio religioso donde los internos se mueven como larvas en oníricas metamorfosis propiciadas por un proceso deseducativo encomendado a unos grotescos profesores en cuyas manos "la Santa Infancia es la que siempre corre más riesgo de romperse la crisma" (pág. 176). Parodia, caricatura, deformación esperpéntica y animalización surrealista constituyen la base de estas memorias escolares.
He aquí, pues, cuatro novelas cortas que enriquecen la larga docena de las ya publicadas por el autor. En su conjunto destaca la variedad de tonos que va desde el humor de estirpe picaresca de "La cabeza en llamas" hasta las disparatadas transformaciones oníricas y surrealistas en "Vidas de insecto", pasando por el aliento poético de las ensoñaciones y el encantamiento confrontados en "Luz del Amberes". Y en todas brilla, como es habitual en su autor, la perfección clásica de una prosa que representa una de las cumbres más acreditadas en la narrativa española de nuestro tiempo.